Los discos de la semana

Natalia Lafourcade, en un embrujado jardín de la canción

La cantautora mexicana hace suyos los géneros populares latinoamericanos en su nuevo álbum, ‘De todas las flores’, fundiendo la sensualidad, la mística y la celebración del amor

Los nuevos elepés de Phoenix, Nacho Casado, Albert Cirera & Kamarilla y Mora, también reseñados

natalia

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Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
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¿Bolero? ¿Danzón cubano? ¿Cumbia mexicana? Todos los géneros de la canción popular pueden ser modernos, hablarnos del presente e incluso conmovernos, superada ya, o eso parece, la dependencia mental del canon pop de origen anglosajón. La mexicana Natalia Lafourcade se puso en vanguardia cuando, tras abrirse paso con dos bonitos discos llenos de guitarras eléctricas y sintetizadores, en el tercero (‘Mujer divina’, 2012), fue a buscar la inspiración en el cancionero de Agustín Lara. Tremenda revelación. A partir de ahí, ya no hubo marcha atrás.

Ahora, tras un ciclo de cuatro álbumes con fuerte ascendiente tradicional (dos volúmenes de ‘Musas’ y otros dos de ‘Un canto por México’), Lafourcade demuestra que el suyo es un arte de la canción que va más allá de los géneros, y que, en sus manos, las tradiciones sonoras de nuestros abuelos siguen teniendo ángel y bien pueden transformarse en expresiones de hoy. ‘De todas las flores’ llega lejos con ese repertorio original que apunta a las zozobras del alma, al poder poético de la madre tierra y a las propiedades del amor, valiéndose de cadencias e instrumentaciones cálidas, refinadas y un poco aventureras.

Sin tradicionalismos

Lafourcade no es ni una ortodoxa ni una tradicionalista, y el álbum practica algunas audacias, cosiendo la canción diáfana con el arreglo orquestal o la bruma jazzística de vanguardia. Se ocupa de ello en alianza con Adanowsky (el hijo de Alejandro Jodorowsky), compartiendo ambos la producción, y con músicos inclinados a salirse de las pautas ordinarias: ahí está, en primer término, la guitarra cubista de Marc Ribot, trenzando sus tramas con otros músicos valiosos, como Sebastian Steinberg, que en los 90 practicó un lunático free rock con Soul Coughing.

Una sedosa declaración de intenciones, ‘Vine solita’, abre el álbum en dirección al efluvio brasileño que envuelve el tema ‘De todas las flores’, surgido de una ruptura amorosa. Nos enreda poco a poco combinando el piano abracadabrante (‘Llévame viento’, con vistas al Perú), la orquesta de salón (‘El lugar correcto’) y la percusión afrocaribeña: ‘María la curandera’, tema que realza la sabiduría mística de aquella chamana de Oaxaca conocida como María Sabina.

Una de las cimas es ‘Mi manera de querer’, donde a cuenta de una samba de etiqueta aprovecha para deslizar una de sus claves de vida: “No me importa si eres hombre, si eres mujer / Yo te veo como un ser de luz de cabeza a los pies”, entona con despreocupación. Lafourcade rinde tributos a la sensualidad (‘Canta la arena’) y se mofa del ángel de la guadaña (“de saludar a la muerte / es que hoy valoro el amor”, hace saber en ‘Muerte’), consumando una obra muy suya en la que te olvidas de hacer inventario de los géneros musicales que maneja para entregarte el puro deleite de su canto embrujado. JORDI BIANCIOTTO

Otros discos de la semana

El séptimo elepé del cuarteto francés está grabado en el Museo de Artes Decorativas del Louvre, pero nada en su sonido remite a tan magna institución cultural, más allá de una difusa búsqueda de la belleza. Dejando atrás la inmersión italodisco de ‘Ti amo’ (2017), Phoenix entrega aquí una colorista colección de synth-pop festivalero cuya mirada amplia abarca tanto el júbilo ultrapegadizo de ‘Tonight’ (con Ezra Koenig, de Vampire Weekend) como la melancolía tecnológica de ‘Winter Solstice’. RAFAEL TAPOUNET

Tras su etapa con La Familia del Árbol, este aventurado alicantino ha ido construyendo un imaginario propio, hecho de destellos del pop y de la canción melódica, con vestigios orquestales de los 70 y estampas intimistas en roce con la bossa nova. Esta vez toma distancias con sus fantasías mundanas y mira más hacia su interior, buscando la redención en el amor (y deslizando en el título un guiño a The Style Council). Canciones más delicadas que frágiles, que te arrollan con guante de seda. J. B.  

Cirera es un saxofonista que sopla por el lado salvaje del jazz: el más libre, el que parece caos y en realidad es alegría. Kamarilla son seis músicos de su misma cuerda. Y 'Aquella cosa' es su primer disco juntos. A ratos suena disonante y abollado, como un número de 'slapstick' hecho música. A ratos es todo lo contrario: música muy precisa que finta los lugares comunes del jazz. Y cuando menos te lo esperas, Cirera y su camarilla invocan el espíritu de la orquesta de Duke Ellington. Viva el alboroto. ROGER ROCA

El de Mora llevaba la etiqueta de ser uno de los álbumes más ansiados del año, y la espera ha valido la pena. No porque haya pasado mucho tiempo después de su último trabajo, tan solo siete meses, sino por la manera de encadenar aciertos del puertorriqueño. En 'Paraíso' demuestra capacidad innovadora y ser un gran talento tanto en la composición como en la producción, que parte del reguetón pero que liga con mucha música electrónica de baile. Y el resultado es un disco (en el que aparece el canario Quevedo) son ritmos y melodías frescas y cautivadoras. IGNASI FORTUNY

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