Crítica de libros

'Hombres fatales', de Elisenda Julibert: demolición de un mito

La autora huye del lugar común y desmonta con precisión la tóxica fantasía masculina de la mujer como generadora de daño hacia el hombre

Elisenda Julibert

Elisenda Julibert / cultura abril ELISENDA JULIBERT

Gonzalo Torné

Gonzalo Torné

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 'Hombres fatales' plantea la demolición de un mito de la ficción, el de la mujer fatal, sobre el que descansan el argumento de tantas pinturas, novelas y películas. La pieza es de caza mayor, y los argumentos son nítidos y contundentes. Escuchemos a Elisenda Julibert: “hacer saltas por los aires el mito de la mujer fatal mostrando a la amada como la funesta invención de un individuo ensimismado y enajenado, para quién una simple contrariedad se convierte en tragedia universal […] una arraigada concepción del amor para la cual la enajenación es un signo inequívoco de afecto”.

 Todavía más interesante que el mito demolido es la calidad del desmontaje, proporciona un considerable placer intelectual ver desmoronarse al puñado de hombres de ficción aquí convocado a medida que se esfuma la presunta maldad de sus mujeres fatales. Julibert elude el abordaje social, la injusticia histórica o la confrontación de género, perspectivas legítimas y justas (y en cierto modo integradas), pero que tan a menudo se resuelven de manera recurrente y algo mecánica, por no decir previsible. Julibert se inclina por examinar al detalle las emociones que se ponen en juego en las relaciones fatales (pasión, amor, celos, posesión, delirio, enajenación, dominio…), esta prolongada observación crítica (una vía mucho más difícil que la de proponer ejemplos para ilustrar una teoría previamente establecida) que la sitúa en la órbita de René Girard, Roland Barthes o Clement Rosset.

Julibert desarrolla estos exámenes sobre el cortejo de emociones que escoltan al amor fatal acompasados a la lectura crítica de películas y novelas muy conocidas y de fácil acceso: 'Carmen', 'Ese oscuro objeto de deseo', 'Lolita', 'Vértigo', 'Bouvard y Pécuchet', 'Con faldas y a lo loco'...

Evitando la ambigüedad

Se trata de piezas lúcidas que huyen del lugar común y hacen un gran esfuerzo de precisión, evitando los escondites de la jerga y de la ambigüedad. Una prosa muy sensible a los movimientos del pensamiento que tiende a concentrarse en elegantes aforismos.

Aunque los textos admiten ser leídos de manera independiente se aprecia cierta progresión desde la exposición ingenua (o poca vergüenza) de la mujer fatal que hace Mérimeé hasta la visión más compleja y crítica que Buñuel tiene del mito. Los dos últimos movimientos del ensayo son más propositivos, contienen una refutación de la reducción propuesta por Freud del deseo al instinto sexual, y un largo comentario de 'Bouvard y Pécuchet' (la última e inconclusa obra maestra de Flaubert) que empieza como una exposición de lo inconducente del deseo y termina en una defensa del 'slow love' (“un modesto espacio donde descansar del ancho mundo, un simple fuego chico pero tenaz, tal vez a la intemperie. Pero junto a él cada cual puede participar al otro de sus deseos o de sus fobias sin temor, porque nadie culpa a la persona a quien dice querer de su insatisfacción”), emplazando de paso a una corrección en las perspectivas del deseo (las vividas y las representadas) que contribuya a diluir la expectativa de que la mitad de la población es un continente oscuro y un género maldito.

Si 'Hombres fatales' no es uno de los ensayos del año es que estamos ante un curso literario dorado.

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