Crítica de teatro

'La trena', tres retratos de mujeres para un fenómeno teatral

Clara Segura dirige la adaptación escénica del conocido 'best-seller' de Laetitia Colombani sobre tres mujeres y sus historias de superación

El elenco de 'La trena', dirigida por Clara Segura.

El elenco de 'La trena', dirigida por Clara Segura. / EPC

Manuel Pérez i Muñoz

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La cola para entrar gira la esquina del Teatre Goya, cartel de “entrades exhaurides” colgado en la taquilla. Clara Segura ha transformado en fenómeno teatral su dirección de la celebérrima novela 'La trenza' de Laetitia Colombani. La fórmula pasa por reciclar el reparto de otro éxito reciente de la cartelera, 'Les noies de Mossbank Road', con la única incorporación de Carlota Olcina. Nuevamente, historias de superación protagonizadas por mujeres, relatos cruzados que apelan descarnadamente a la emoción, una adaptación trazada con enorme oficio por las otras dos actrices del reparto, Cristina Genabat y Marta Marco. Ingredientes para atraer al público no faltan.

La India de los intocables, la Italia sureña de los barrios trabajadores y, finalmente, la cima administrativa de un bufete canadiense. Tres escenarios separados por abismos en los que acontecen dramas. Smita quiere que su hija estudie y se libere de la opresión de las castas, Giulia tendrá que hacerse cargo del taller familiar en Palermo y Sarah verá amenazada su prestigiosa carrera de abogada en Montreal por culpa de un cáncer de mama. Se intuye que tarde o temprano las narraciones se acabarán cruzando, como en el film 'Las horas'. Por el camino, esperamos algún giro inesperado que rompa el esquematismo de las tramas, pero no llega.

Frente a los tópicos, el dinamismo de la puesta en escena. Con unas pocas proyecciones saltamos de un paisaje global a otro. Son solo unas pinceladas porque la apuesta es genuinamente teatral, física. Mediante ejercicios de fregolismo, las tres actrices ejecutan múltiples cambios de personajes con una limpieza admirable. Las coreografías y el movimiento (Vero Cendoya) subrayan transiciones entre imaginativos dibujos de ambiente construidos con artesanía, para que se note el sello de producción de la Perla 29. Todas estupendas: Olcina magnética, Genebat con elegante sobriedad que se resquebraja en ternura y Marco energía pura, incluso en exceso. Clara Segura se reserva un menos lucido papel de narradora omnisciente, para inyectar desde fuera aún más sentimentalismo en el melodrama.

El público disfruta y se ven caer algunas lágrimas como pasa con los mejores seriales vespertinos de la televisión. Los amores tienen un perfume de antigua novela Jazmín –incluidos anacrónicos matrimonios de conveniencia–, mientras se perfilan estereotipos de mujeres enfrentadas en la cumbre del poder. Alguna trama cierra en falso sus escasas expectativas de sorpresa y, para rematar, una conclusión de pobres y ricos nos deja varados en el terreno del folletín colonial.

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