Críticas de cine

Los estrenos de cine de esta semana: críticas de 'Amsterdam', 'El cuarto pasajero', 'L'immensità' y más

Los críticos de EL PERIÓDICO analizan las películas que llegan este viernes a las salas de cine: 'Amsterdam', 'El cuarto pasajero', 'Bros', 'El oficio de aprender' y 'L'immensità'

Fotograma de 'El cuarto pasajero', de Álex de la Iglesia

Fotograma de 'El cuarto pasajero', de Álex de la Iglesia / EPC

Nando Salvà
Quim Casas
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'Amsterdam', de David O. Russell ★★

Un hiperbólico complot de entreguerras

David O. Russell renueva en ‘Ámsterdam’ sus repartos cosmopolitas y estelares habituales, su sello distintivo desde hace dos décadas, aunque mantiene como cabeza de serie a Christian Bale, con el que ya ha realizado tres películas contando esta –‘The fighter’ y ‘La gran estafa americana’ son las anteriores–, las mismas que con Bradley Cooper y con Jennifer Lawrence, substituidos aquí por los pujantes John David Washington y Margot Robbie. Y si cito a tanta estrella es porque el cine de Russell se ha acomodado a los repartos rutilantes como primer reclamo, y a las historias más o menos enrevesadas como segunda tentación, aunque en el fondo las tramas resulten bastante más sencillas y sean los sofisticados –y ya repetitivos– mecanismos del relato los que las hacen tan complejas, cuando no confusas.

Aquí se trata de una mezcla de melodrama, intriga y ‘conspiranoia’ ambientada en el Nueva York de entreguerras con tres personajes, dos amigos que se conocieron en el frente europeo de la primera contienda mundial y la enfermera que cuidó de ambos, enfrentados a asesinatos, dilemas, desapariciones y un gran complot político de la extrema derecha estadounidense basado, parece ser, en hechos reales. Poco importa que aquello ocurriera y la fidelidad a los hechos. Russell mueve los hilos de su hiperbólica trama confiando en sus intérpretes, la reconstrucción retro—pero nada esteticista– de la época y los vaivenes de un relato que a ratos interesa, en otros desconcierta y en la parte final se acelera para acabar explicándonos de manera reiterativa lo que ya hemos entendido a la primera. Quim Casas

'El cuarto pasajero', de Álex de la Iglesia ★★★

El gran atasco, según De la Iglesia

En uno de los mejores gags de ‘El cuarto pasajero’, la última comedia de Álex de la Iglesia, sin mixtura alguna con el cine de terror, el conductor y la acompañante de un coche con caravana están pasando el tiempo en pleno atasco en la autopista de entrada a Madrid viendo en DVD ‘El año pasado en Marienbad’, el filme de Alain Resnais que es la quintaesencia del cine de autor fantástico, inescrutable e intelectualizado. De la Iglesia no se ríe tanto del filme como de los dos personajes que lo están viendo en ese contexto. Porque en esta última parte de ‘El cuarto pasajero’, la del gran atasco –quizás un guiño a la comedia italiana titulada precisamente ‘El gran atasco’ (1979), adaptación libre de un cuento de Cortázar en la que una serie de conductores quedan atrapados en la autovía entre Roma y Nápoles– todo es posible y nada es creíble.

Por el contrario, en el primer bloque, el de presentación de los cuatro personajes que realizan en coche el viaje de Bilbao a Madrid, la película funciona como una comedia gamberra perfilada a partir de las características antagónicas de dos de estos personajes, los que interpretan Alberto San Juan y Ernesto Alterio. ‘El cuarto pasajero’ es un divertimento que va de lo estrambótico a lo perturbador, con tipología poco empática que poco a poco, a través de las interpretaciones y la rocambolesca evolución de la trama, acaba siendo casi cercana. Quim Casas

'Bros: Más que amigos', de Nicholas Stoller ★★

Por la diversidad, postureo

Promocionada como la primera comedia romántica gay producida por un gran estudio y como la primera ficción de Hollywood protagonizada exclusivamente por actores LGTBI, ‘Bros: Más que amigos’ se insiste en envolverse de aires de importancia y convencer al espectador de su significancia cultural, y esa actitud autocomplaciente sabotea tanto las risas como la emoción buscadas por el director Nicholas Stoller y el actor-guionista Billy Eichner. En cualquier caso, y pese a todos los sermones que pone en boca de sus personajes, la película se muestra menos interesada en abordar la marginación sufrida históricamente por lo ‘queer’ que en mofarse de otras películas y series que han retratado la homosexualidad.

Entretanto, ‘Bros’ sigue la misma fórmula que tantas comedias románticas tradicionales y defensoras a ultranza de la monogamia, y sobre el papel esa es su manera de normalizar las relaciones homosexuales en pantalla -en ese sentido, funcionaría mejor si sus dos protagonistas compartieran un mínimo de química-; en todo caso, la película se esfuerza de varias maneras por esterilizar la experiencia gay para contentar al público heterosexual: su humor a menudo es condescendiente y burlesco para con el colectivo LGTBI; aquellos de sus personajes que no son blancos, convencionalmente atractivos y cisgénero funcionan como meros estereotipos o accesorios, y su mirada a las relaciones no normativas es más bien obtusa. Nando Salvà

'El oficio de aprender', de François Favrat ★★

Vidrieras e integración 

Noëlle, una chica del extrarradio parisino que se dedica a realizar grafitis en las azoteas, debe esconderse después de que, por accidente, haya desbaratado un negocio de drogas por valor de 6.000 euros de unos tipos del barrio. Busca refugio en un centro no institucional destinado a la integración social. Pero resulta un lugar bastante especial. Es una suerte de organización llamada Los compañeros de oficio. Acogen a jóvenes desarraigados y con problemas diversos, les dan cama y manutención, y les instruyen en el arte culinario o en el de la fabricación de vidrieras. Pero a veces sus miembros no resultan muy distintos a los de una secta por mucho que una de sus integrantes sea Agnès Jaoui, que intenta dotar de entidad a un personaje algo desdibujado, que promete más de lo que ofrece. Llevan bandas, respetan jerarquías algo anticuadas, interpretan canciones de bienvenida, tienen apariencia de claustro monacal y muy divertidos no son.

Dos mundos literalmente opuestos que, evidentemente, entran en colisión: la instrucción y disciplina del centro frente a la rebeldía e individualidad de la chica desconfiada por naturaleza. El filme funciona a partir de demasiado lugares comunes, planteando situaciones límite que se resuelven con mucha facilidad. El descubrimiento casi en forma de epifanía del arte de las vidrieras es lo que da más consistencia a esta bienintencionada película. Q. C.

'L'immensità', de Emanuele Crialese ★★

Poco más que Penélope Cruz

Aunque destacable por los vínculos que su peripecia narrativa mantiene con la biografía de su autor, la primera película que Emanuele Crialese dirige desde ‘Terraferma’ (2011) se ve lastrada por el peso de sus ambiciones temáticas. En solo 97 minutos de metraje, habla de un niño atrapado en un cuerpo de niña -trasunto del director- cuyos intentos de reivindicar su identidad solo reciben incomprensión, de una madre que sufre los abusos físicos y psicológicos de un marido maltratador y de la transformación urbanística de la ciudad de Roma en los años 70, y entretanto escenifica una colección de números musicales que tratan sin éxito de ilustrar el escapismo consustancial a la infancia. 

Como resultado, ‘L’immensità’ se muestra igual de recargada que los estampados tanto de los vestidos de sus personajes femeninos como de los empapelados de sus interiores. El relato rebosa ideas que se apuntan pero no se desarrollan, personajes insuficientemente perfilados y episodios argumentales que resultan efectivos a nivel individual pero no logran componer un todo cohesivo. Todos esos déficits, es cierto, casi quedan compensados gracias a la habilidad de Crialese a la hora de generar atmósferas que contrastan la luz veraniega con la claustrofobia de un entorno opresivo y, sobre todo, a la interpretación de Penélope Cruz, que devora la pantalla tanto en sus momentos más melodramáticos como cuando emula a Raffaella Carrà y Patti Bravo. Casi. N. S.

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