Espacio

Nace Paral·lel 62, estandarte de la apuesta de Barcelona por la cultura con impacto social

El ayuntamiento ha recuperado la gestión y rebautizado la antigua sala de conciertos Barts

Inauguración de la nueva sala Paral.lel 62, ex sala Barts.

Inauguración de la nueva sala Paral.lel 62, ex sala Barts. / Jordi Cotrina

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

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Comienza un nuevo capítulo en la larga y azarosa historia del inmueble de la avenida del Paral·lel con Abat Safont, nacido en 1892 como Circo Español Modelo y reconstruido en 1909 como Gran Teatro Español, cuyo esqueleto estructural llega, con modificaciones, hasta el presente. El Ayuntamiento de Barcelona lo adquirió a principios del siglo XXI para evitar que se convirtiera en un macroburdel en el centro de la ciudad y lo arrendó a la Sociedad General de Autores y Editores (Artèria Paral·lel), primero, y a la promotora The Project (Barts), después. Ahora el consistorio ha rescatado la gestión de la sala y la ha rebautizado como Paral·lel 62, con la intención de convertirla en estandarte de su visión social de la cultura, en este caso principal pero no exclusivamente la música. Este viernes se ha presentado el proyecto.

Ganada en concurso público, la gestión del espacio corresponde a la UTE constituida por las cooperativas culturales L'Afluent y Quesoni y la sala Upload, bajo la dirección de Anna Cerdà.

Con Paral·lel 62 nace una nueva tipología de equipamiento municipal en Barcelona: la Casa de Cultura. El Molino, recientemente comprado por el ayuntamiento, y el Teatre Arnau, aún con largas obras prácticamente de reconstrucción por delante, también lo serán. No es casualidad que los tres locales estén en el Paral·lel. "La avenida debe volver a ser un eje cultural indiscutible y a la vez un laboratorio", dijo Jordi Martí, concejal de Cultura.

Las características

Dani Granados, delegado de Derechos Culturales del consistorio, enumeró las características de una Casa de Cultura: "Vínculo entre cultura y educación y entre cultura y feminismo; reconocimiento en la programación de la interculturalidad de la ciudad; apuesta por la experimentación y la sostenibilidad laboral, y papel articulador tanto del sector, en este caso el musical, como de la comunidad". Todo claro ya.

Exterior de la sala Paral·lel 62, primera Casa de Cultura de Barcelona.

Exterior de la sala Paral·lel 62, primera Casa de Cultura de Barcelona. / Jordi Cotrina

"Somos un agente cultural más, pero con la singularidad de que queremos acoger, por algo somos una casa", abundó Cerdà. Acoger desde artistas locales emergentes hasta iniciativas socioculturales de los barrios vecinos, pasando por festivales (este fin de semana se celebra en Paral·lel 62 la 14ª edición del Say it Loud) y estrenos de espectáculos de riesgo. Programación propia y vertiente social al margen, la sala está abierta a los promotores privados, que de hecho ya la están alquilando como sucedía en la etapa Barts. La actividad no se ha interrumpido en ningún momento durante la transición de la gestión privada a la gestión público-comunitaria.

Más de un millón de euros

El proyecto cuenta con un presupuesto de algo más de un millón de euros, que prevé financiar en un 80% con los ingresos propios de la actividad. El 20% restante procede de ayudas públicas y aportaciones privadas.

Paral·lel 62 se integrará en 2023 en la red de Casas de la Música de Catalunya, a la que pertenecen Clap (Mataró), Espai Orfeó (Lleida), La Mirona (Salt), El Vapor (Terrassa), Salamandra (L'Hospitalet de Llobregat) y Stroika (Manresa).