Feria de Frankfurt

Thomas Mann o por qué no leemos a escritores alemanes (y ellos a nosotros tampoco)

Javier Marías

Javier Marías / DAVID CASTRO

Rosa Ribas

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Este año España es el país invitado a la Feria de Libro de Frankfurt y esto permite hacer un balance de la presencia de la literatura española en la diferentes lenguas del estado traducida al alemán que, antes de este evento, era más bien magra. Salvo casos puntuales, como es el caso de un bestseller mundial como fue 'La sombra del viento' (cuyo arranque imparable se produjo precisamente en Alemania, tras las palabras entusiastas del entonces ministro de Exteriores, Joschka Fischer en un programa de televisión de gran audiencia), de 'Les veus del Pamano' de Jaume Cabré o 'Corazón tan blanco' de Javier Marías, los autores españoles no destacaban en las librerías ni alcanzaban grandes cifras de ventas. Llegaban, por supuesto, pero más que de un flujo, se podía hablar de un goteo.

En cambio, en Alemania hay un gran interés por el idioma, España es un país que se conoce, que forma parte, además, junto a Italia del ideal del sur latino tan caro al romanticismo alemán. “Kennst du das Land, wo die Zitronen blühn?” (¿Conoces el país donde florecen los limoneros?) es uno de los versos más famosos de Goethe y habla del anhelo del sur, aunque solo sea como lugar soñado, porque para cuestiones económicas los países anhelados conformen el club de los PIGS. Pero, bueno, tanto se trate de país de anhelos como chivo expiatorio de las voracidades económicas del norte, es un país que se conoce, que despierta interés, que se visita. ¿Por qué, en cambio, se traduce tan poca literatura española?

Hace ya algunos años escuché precisamente en Frankfurt una charla del traductor del alemán Miguel Sáenz en la que afirmó que uno de los grandes problemas de la difusión de la literatura alemana en el mundo era Thomas Mann. Por supuesto era una afirmación exagerada, una provocación, pero tenía una parte de razón, porque hay obras y autores emblemáticos que marcan la percepción que se tiene de la literatura de un país o en una lengua determinados. Thomas Mann se percibe como una autor de ideas, cerebral, de frases largas, muy largas, y complejas. Su estilo tiñe en cierto modo cómo vemos a los autores alemanes, ya que encaja con la imagen que tenemos de la cultura germánica. Seamos sinceros, leemos a poquísimos autores alemanes, también porque se traduce poco. La pescadilla que se muerte la cola.

¿Cuál podría ser nuestro Thomas Mann? En el caso de la literatura española creo que no es un quién sino un qué. En Alemania la literatura española, muy al contrario que la latinoamericana, se percibe como muy centrada en la guerra y la posguerra y formalmente tradicional, más bien costumbrista. Y el costumbrismo ajeno suele despertar poco interés. La guerra civil o la posguerra son temas interesantes, importantes. Contrariamente a una opinión generalizada, creo que aún nos queda mucho que contar al respecto. Nos interesa. A nosotros. El interés fuera de nuestras fronteras es limitado. Esta imagen está muy arraigada entre el público alemán y los textos que se traducen no logran el peso específico para transformarla. Se sigue pensando en textos de aire decimonónico contando siempre la misma época, por más larga que fuera. Es un estereotipo, ciertamente, pero pocas cosas hay más difíciles de romper que las ideas e imágenes estereotipadas, sean del tipo que sean, necesitan mucha insistencia, muchos ejemplos que los contradigan, una y otra vez, golpeándolos en su base hasta hacerlos caer.

Por eso es tan de agradecer que en esta feria se dé la ocasión de conocer otros temas, otras formas, otras voces literarios. Reivindicando los clásicos, más allá del Quijote, pero también la modernidad, sea en la obra de autores emergentes o consagrados, porque la modernidad no tiene que ver con la edad de quien escribe. Conocer diferentes generaciones y géneros, enfoques, escenarios… Despertar la curiosidad de los lectores alemanes, en definitiva.

A cambio, nosotros también deberíamos liberarlo de la sombra gigantesca de Thomas Mann (un autor grandioso, no cabe duda) y descubrir la riquísima literatura alemana. Porque los flujos son mucho mejores si van en ambas direcciones.

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