Los discos de la semana

Pixies levantan cabeza con 'Doggerel'

El grupo bostoniano entrega el álbum más inspirado de su segunda vida modulando su sonido y combinando la proverbial excentricidad con el medio tiempo y la melodía emotiva

Los nuevos elepés de Rigoberta Bandini, Paul Heaton & Jacqui Abbott, Nikki Lane y The Bad Plus, también reseñados

PIXIES

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Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
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Que sí, que ya sabemos que las obras transformadoras armadas por Pixies en otros tiempos (con ‘Doolittle’, 1989, como alto faro) son irrepetibles, pero no todo está perdido: ‘Doggerel’ es la mejor entrega del grupo bostoniano en su segunda vida y, aunque dicho así pueda sonar a consuelo de pobres, proyecta al grupo en un sustancioso estadio de madurez, sin sobreactuar ni mostrarse preocupado en exceso por sonar como, se supone, debería hacerlo un disco de Pixies.

‘Doggerel’ llega tres años después de ‘Beneath the eyrie’, un álbum de peso medio, envuelto en cierta neblina gótico-rural, cuyo trayecto escénico, al ver la luz en otoño de 2019, resultó bastante torpedeado por la pandemia. En lugar de parar el reloj, Black Francis siguió componiendo y de ahí sale esta nueva obra, donde repite productor (Tom Dagelty, avezado en combos metaleros del calibre de Ghost) y en la que se observa una doble directriz: abrir el espectro estilístico y sónico, y cuidar más la inmediatez melódica.

Folk y disonancias

Obra tendente a los extremos, pues, donde el estribillo gamberro de ‘Dregs of the wine’ (estreno del guitarrista Joey Santiago como coautor de un tema de Pixies) se cita con el pulso folk bucólico de ‘Pagan man’, a cuenta de una bonita melodía que Francis termina silbando. Ahí están el bajo de plomo y las disonancias de guitarra en ‘Nomatterday’, la pieza más canónicamente ‘pixie’ del conjunto, con una brusca aceleración en su ecuador, y los susurros insanos en la enrarecida ‘Get simulated’.

Llama la atención cómo se filtran esas tonadas con recovecos emotivos, caso de los admirables medios tiempos ‘Thunder and lightningt’ y ‘The Lord has comeback today’, resueltos con brumas guitarreras, esbeltos dibujos pop y la voz subsidiaria de Paz Lenchantin (en el papelón de tratar de hacernos olvidar a Kim Deal). Las dos pulsiones más confrontadas, la estridente y la recogida, se citan en otro punto álgido, esa simpática sesión de espiritismo llamada ‘Haunted house’, y se advierte una concienzuda arquitectura en ‘You’re such a sadducee’, con un dominador ‘crescendo’ a cuesta de la metáfora en torno a una ancestral secta judía.

Como siempre, a Black Francis se le entiende a medias en sus relatos con vistas a la cosmología y la alucinación, manejando referentes de la antigua Roma o recuerdos de locas veladas regadas en alcohol, pero eso forma parte del paquete. Es también así en la críptica pieza titular, ‘Doggerel’, voz inglesa esta que alude, en la poesía, al ripio o verso de baja calidad.

Este es el último punto de anclaje de este álbum con el que Pixies levantan cabeza, provisto de su sello genuino y a la vez portador de perfiles más matizados. Evaluarla a partir de viejos listones y entrañables recuerdos podría ser injusto: no solo ellos han cambiado; también nosotros. Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

Pues sí, este es el ¡primer! disco de Rigoberta Bandini. Al contrario de lo que suele suceder, el álbum es el final de un trayecto: anunció un tiempo fuera del foco. El éxito súbito y desbordante hizo que todo ocurriera tan rápido que no hubo tiempo para que 'La Emperatriz' cogiera cuerpo hasta ahora. De hecho, el álbum es una colección de los sencillos que han enloquecido su vida y su carrera, a los que ha añadido cuatro canciones inéditas. Entre estas, destaca 'Canción de amor a ti' (su hijo), porque la maternidad es uno de los motores más fiables de la catalana. Ignasi Fortuny

La amazona neo-country de Carolina del Sur, con la que trabó amistad Lana del Rey, sube la apuesta aliándose con Josh Homme (y sus colegas de Queens of the Stone Age) y gana grosor rockero sin perder sensibilidad, fundiendo nervio y melancolía. Su voz con carácter transmite testimonios creíbles de amor y muerte en torno a ‘riffs’ áridos de herencia ‘stone’, medios tiempos vivaces y ese dulce fundido a negro con ecos fronterizos llamado ‘Chimayo’, clímax de un vibrante cancionero con alma. J. B.

El ex-'frontman' de The Housemartins y The Beautiful South sigue consagrado a la misión de explorar las preocupaciones de la gente corriente en formato de canción rutilante, siempre con un pie en el 'Top of the Pops' y otro, en el cine de Ken Loach. El quinto elepé de la fértil sociedad musical que desde hace ocho años comparte con la cantante Jacqui Abbott incluye algunas de las mejores canciones del dúo, como la jubilosa 'Too much for one (not enough for two)' y la desolada 'Still'. Rafael Tapounet

Se fue su pianista, Ethan Iverson, y dejó al trío tocado pero no hundido. Lo intentaron con otro pianista pero no cuajó. Y ahora The Bad Plus se rearman para seguir siendo ellos mismos convertidos en cuarteto, con la guitarra oscura de Ben Monder y el saxo furioso de Chris Speed. Y los renacidos The Bad Plus quizá han perdido algo de ingenio y suenan más antiguos. Pero son más románticos y melancólicos que nunca, y tan intensos como en sus mejores momentos. No es poca cosa para una resurrección. Roger Roca

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