Crítica de libros

'Círcular 22', de Vicente Luis Mora: un caleidoscopio de formas

Con este libro, marcado por el apropiacionismo de la cita y la investigación formal, culmina el autor una trilogía y una hermosa locura literaria

El crítico y escritor Vicente Luis Mora.

El crítico y escritor Vicente Luis Mora. / JESUS DOMÍNGUEZ

Ricardo Baixeras

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Nada de lo que diga esta reseña explicará la locura literaria (y no literaria) que supone la aparición de este meteorito llamado 'Circular 22'. Nada. Ni la consabida fragmentación que la crítica sobre ¿“el creador, el crítico, el investigador y el alimenticio”? Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970) ha señalado con acierto como una de las vías de entrada (y de salida) a su literatura, ni el apropiacionismo que ha marcado a fuego su obra, ni “las citas, las citas circulares, las citas que deambulan por los libros, describiendo círculos concéntricos” y que podrían ser motivo para otro artículo, ni la manida autoficción teórica, ni la obsesión de que en este libro cupiera, literalmente,  todo lo imaginable (y lo inimaginable), ni la pretensión de hacer de un libro “un caleidoscopio de formas”, un libro que es un mundo en forma de novela-río total o de mar imposible (e impensable), ni la voluntad férrea (y moldeable) de convertir el texto en una anarquía de voces polimórficas (y polifónicas) y de vidas entrópicas (y extrópicas) que ansían el afuera del centro como si fuera el centro del afuera con la pretensión no velada de añadir capas a las líneas discontinuas de ese centro dibujado aquí en un sinfín de dimensiones arquitectónicas porque he aquí Madrid. Madrid como centro (descentrado) de Estocolmo, Frankfurt, Turín, Beira, Bremen, Pudong RD, Cracovia, Riverside, Málaga, Varsovia, Moscú, México D.F., Río de Janeiro, Barcelona, Cádiz, Bruselas, NY, Córdoba y todas las ciudades que ustedes quieran yendo a parar al corazón mental de esta confusión ahíta de luces y colores: la plaza Xemáa el Fna de Marrakech como correlato subjetivo (ya me perdonará T. S. Eliot) del “abandono más profundo… la despersonalización del ser, la caída, la notredad… dejar de ser tú para convertirte en lo que te rodea”. El autor de 'Mecánica' trata de descentrar lo urbano, idea que se disemina en un sinfín de no lugares para “salir de sí. Deshacerse, desasirse, marginarse, exteriorizarse, hacerse exterior.” 'Circular 22' como metáfora de “un libro sin final, no porque no termine, sino porque este libro es como Madrid, un círculo; porque es, como Madrid, ilimitado, que no infinito.”

'Pero tampoco explicará esta locura la pretensión (vana) del autor para que su ¿novela? sea un “relato breve, poesía, ensayo, teatro, aforismo, microcuento, crónica, apunte, memorias, artículo de prensa, artículo académico, diario”, tal y como declaró en la primera entrega en 2003 de esta trilogía que ahora concluye y que queda desenmascarada en toda su monstruosidad, tras la aparición de la segunda entrega, Circular 07, en 2007. Vana porque, en realidad, ni es 'Circular 22' una novela ni es todos los géneros que en el mundo han sido, sino la prueba exacta y duradera de una rizomática imposibilidad, “la extrañeza total” que supone construir el territorio inestable de teselas o fragmentos de un nómada que trata de recoger, reconstruir, resignificar, recontextualizar y “ubicar el discurso en las afueras, sacarlo del centro, demasiado lleno de escombros, y colocarlo no al margen ni en la marginalidad, sino en los márgenes”. 'Circular 22' como el contenedor de una literatura en un texto deambulando en una inolvidable errancia. ¡Qué libro!

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