Novedad editorial

Viaje de Nueva York a San Francisco en busca de los 'outsiders' del baloncesto

El periodista Fernando Mahía cruzó Estados Unidos con la mirada puesta en el básquet callejero, de instituto y universitario y lo cuenta en el libro 'Coast to coast'

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Ramón Vendrell

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A punto estuvo el viaje que Fernando Mahía (A Coruña, 1990) planeaba hacer de costa a costa de Estados Unidos de limitarse a unos días en Nueva York en la primavera de 2019; al menos habría visitado pistas legendarias como Rucker Park, The Cage, Goat Park, Nautilus. El monovolumen Dodge Grand Caravan de 2001 que compró para hacer el trayecto estaba tan tronado como indica el precio que pagó por él: 1.100 dólares. “Tuve tantos problemas para conseguir un seguro para el coche que a la semana ya pensaba que el viaje había acabado”, dice el periodista. Pero, a saber cómo, consiguió la póliza y la chatarra rodante lo llevó hasta San Francisco tras cuatro meses y 15.932 kilómetros de ruta solo en apariencia irracional: obedecía a la misión marcada de visitar mecas del baloncesto callejero, de instituto y universitario y pescar allí historias humanas.

Y aquí está ‘Coast to coast. Un viaje por los márgenes de los Estados Unidos a través del baloncesto’ (Contra). “No era mi idea inicial -cuenta Mahía-, pero imagino que subconscientemente mi debilidad por la figura del antihéroe me empujó hacia historias marginales del básquet, ya sea por sexo, raza o por las derrotas que infligió la vida a sus protagonistas”.  

Lusia Harris, con el equipo de la universidad Delta State, en la segunda mitad de los años 70.

Lusia Harris, con el equipo de la universidad Delta State, en la segunda mitad de los años 70. / Archivo

La ‘captura’ favorita del autor es el encuentro con Lusia Harris en Greenwood, Misisipí. ¿Lusia Harris? Bien, la única negra del equipo de la universidad Delta State, al que llevó a ganar los campeonatos universitarios nacionales de 1975, 1976 y 1977. La primera anotadora de una canasta en unos Juegos Olímpicos, en Montreal 1976, cuando el básquet femenino debutó como disciplina olímpica. La primera mujer en ser ‘drafteada’ por un equipo de la NBA, en concreto los New Orleans Jazz en séptima ronda, en 1977. Mahía habló en un sofocante porche con una mujer apática y rendida, sin rastro, ni siquiera en forma de mínimo orgullo, de la heroína que había sido. "Murió hace unos meses", indica.

Estrella sin hogar

Aunque peor le ha ido a Schuye LaRue, prodigiosa alero de la Universidad de Virginia en los primeros 2000 despeñada al sinhogarismo a causa de sus problemas mentales y la desprotección sanitaria y social que impera en Estados Unidos. Mahía la busca en Washington DC por albergues y parroquias que reparten comida. Incluso se pone en manos de un hombre que promete encontrarla a cambio de cinco dólares. El explorador y el billete desaparecen por la puerta trasera de un 'drugstore'. Y Mahía abandona la capital federal sin haber dado con LaRue.

Fernando Mahía.

Fernando Mahía. / Archivo

Solo un encuentro estuvo concertado: el que tuvo Mahía en un Kentucky Fried Chicken de Shiprock, en Nuevo México, con la exjugadora navajo Ryneldi Bicenti. El resto, los olió y los persiguió. Este método de sabueso le condujo por ejemplo a dar en una granja de Paoli, Indiana, con Gary Holland, entrenador de Larry Bird en el instituto de French Lick y hombre clave para que el futuro jugador total de los Boston Celtics no abandonara el baloncesto en la etapa universitaria. O hasta Wanda López, camarera del Poor House de Mount Hope, en Virginia Occidental, a quien el baloncesto deja fría pero que se convirtió en la fan número uno de Giannis Antetokounmpo al conocer su biografía, tan errante como la suya.

Básquet y música popular

De los lugares donde paró, además, Mahía hace certeros esbozos históricos y socioculturales. En Memphis traza un paralelismo entre Otis Redding y los Memphis Grizzlies de Marc Gasol vehiculado por el carácter aguerrido de uno y otros.

Un inocente uno contra uno, señor Mahía.

¿Quién sería el Elvis del baloncesto? “Larry Bird. Era un blanco entre negros y no faltó quien dijera que estaba sobrevalorado por ser blanco, aunque yo no creo que fuera así”.

¿El Willie Colón? “Carlos Arroyo, en tanto que heredero del baloncesto ‘nuyorican’. En los Juegos Olímpicos de 2004 fue el héroe de la victoria de Puerto Rico sobre Estados Unidos, una victoria contestataria, como la música de Willie Colón”.

¿El Jimi Hendrix? “Magic Johnson. Su juego era psicodélico e impulsó una revolución en la cancha”.

¿El Snoop Dogg? “Allen Iverson. El máximo exponente de la irrupción de la cultura hip hop en el baloncesto”.

Sustos

Mahía hizo todo el viaje solo al volante. Muy pocas referencias a su experiencia personal hay en 'Coast to coast', que se ciñe modélicamente al relato que quiere contar. Pero cuatro meses solo en un automóvil son muchos meses solo, ¿no? "Los picos y los valles emocionales se acentúan mucho cuando estás tanto tiempo solo -reflexiona-. Te hundes porque crees que no estás consiguiendo ninguna historia y de repente das con una y piensas que es increíble. Lo sobredimensionas todo".

Purista de la carretera, Mahía iba siempre por vías secundarias y sin GPS. Algún susto le supuso. "En la entrada a Arizona, de noche, me metí por equivocación en una pista de tierra y me perdí -recuerda-. A la hora u hora y media vi una luz y hacia ella fui pensando que serían campistas. Al llegar y ver un coche calcinado y un sofá ahí en medio ya me di cuenta de que no eran campistas. Y cuando una mujer demacrada picó en la ventanilla y me dijo si no sabía lo que podía pasarme por entrar en propiedad privada, salí pitando".

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