Crítica de libros

'Al llac', de Maria Barbal: qué pasó aquel verano en el lago

La autora, Premi d'Honor de les Lletres Catalanes 2021, compone en su última novela un catálogo de mujeres en distintos momentos vitales

María Barbal

María Barbal / ZOWY VOETEN

Valèria Gaillard

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La escritora leridana Maria Barbal, Premi d’Honor de les Lletres Catalanes 2021, regresa a los paisajes de su infancia pallaresa en 'Al Llac' (Columna / Destino). El lago aparece como la metáfora de la felicidad perdida de la infancia, un sitio ambivalente que por un lado ofrece la agradable posibilidad de refrescarse para soportar el calor del verano, y por otro puede ser el escenario mudo de pruebas y desafíos. La trama pivota alrededor de un suceso relativamente traumático —no diremos cuál— que ocurre en el lago. De hecho aparece solo apuntado al inicio y se va desvelando, de manera que planea una cierta intriga en la narración. Sin embargo, el suceso es más bien una excusa para hablar de un microcosmos, de unos personajes que comparten picnic los domingos a la orilla del agua, un momento de descanso en el que a pesar de todo cristalizan las tensiones entre ellos. Son dos parejas: los propietarios de una zapatería, Lídia y Joaquim, y el empleado Toni con su esposa Marieta, su hijo pequeño Quim, y su madre Milagros, la única que riñe al niño malcriado. También está su prima Nora, entonces de doce años, a quien encargan de vigilar al crío.

Sin que sea quizás la voluntad explícita de la autora, el libro se deja leer —como su inaugural 'Pedra de tartera'— como la historia de una mujer o, más bien, de varias mujeres que comparten una época, los años 60, desde diferentes momentos vitales. Quien narra la historia de manera retrospectiva es Nora, la más joven. Su relato se alterna con la narración principal,en tercera persona, de manera que el desdoblamiento de puntos de vista permite observar las mismas escenas desde ángulos distintos. El relato de Nora, la auténtica protagonista, está filtrado por el recuerdo de un pasado feliz, hecho de luz y de un paisaje de agua que todavía tintinea bajo los rayos del sol.

El sentir de un tiempo

Nora, Lídia, Marieta, Milagros o Brigitte, camarera del bar La Francesca, por la novela circulan mujeres que están encasilladas y con escasas posibilidades de salir del rol que les ha marcado el destino. Barbal, muy sensible a estos aspectos que marcan el sentir de una época, reflexiona de nuevo sobre las relaciones entre urbanidad y ruralidad a través del personaje de Lídia, esta barcelonesa que se traslada a vivir con su marido en un pequeño pueblo, donde goza del prestigio de ser de la capital. Marieta es la madre que, a pesar de tener una gran voz, cría a su hijo que la maltrata ante todos, mientras que Milagros es una mujer de carácter, pero ignorada por el resto. Para Nora la experiencia en el lagosupondrá la entrada en la edad adulta, de manera que 'Al llac' adopta el tono de una novela de formación.

Con una mirada casi de dramaturga, Barbal sorprende por su capacidad para captar los silencios entre los personajes y transcribirlos con un lenguaje y sintaxis cristalinos. Así, una historia aparentemente banal en la que el lector busca donde agarrarse ofrece un sinfín de capas, empezando por la radiografía de una época en la cual el cine norte americano —'Resplandor en la hierba', 'Gilda'…—, modela el imaginario de las mujeres, unos años de transición que propiciarán que las nuevas generaciones gocen de más libertad para forjarse su propio destino.

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