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Counting Crows traen a Razzmatazz su música "en la que puedes perderte”

El grupo de San Francisco anuncia un concierto de guion impredecible en el que presentará el epé de cuatro canciones ‘Butter miracle, suite one’, un disco portador de una “naturaleza surrealista”, creado bajo el influjo de Bowie, Springsteen y The Who

CULTURA Counting Crows FOTO MARK SELIGER

CULTURA Counting Crows FOTO MARK SELIGER / MARK SELIGER

Jordi Bianciotto

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Una de las giras castigadas por la ola ómicron, el pasado invierno, fue la de Counting Crows, cuya cita en Razzmatazz, anunciada para abril, saltó a una nueva fecha, este lunes, conservando el espíritu previsto de los conciertos: se trata de presentar ese ciclo de cuatro canciones empaquetado en el epé ‘Butter miracle, suite one’. Obra que propone “una experiencia en la que puedes perderte, empezando en un lugar sencillo y abriendo la puerta a diferentes sensaciones, incluyendo un punto de caos”, explica Adam Duritz, el cantante y compositor principal de este grupo de San Francisco.

El tal ‘milagro de la mantequilla’ parte de un misterio que Duritz no se ve capaz de compartir. “Es un secreto. Decidí que no se lo contaría a nadie”, ríe, y a lo sumo precisa que le gusta “la naturaleza surrealista” del título, expresión de “una música que fluye con una carga de épica”, en la tradición de algunas grabaciones históricas de su gusto. “Como ‘Abbey road’, de los Beatles, o la cara B de ‘The wild, the innocent & the E Street shuffle’, de Bruce Springsteen”, indica. “A la vez, conecta con los títulos raros de discos que me gustan, como ‘Ogdens’ nut gone flake’, de The Small Faces”.

El crujido eléctrico

Precisamente, una de las canciones, ‘Angel of 14th street’, desprende un ánimo ‘springsteeniano’ canónico, ascendiente que Duritz asume, si bien él pensaba en otros referentes cuando la creó. “Es lo divertido de las influencias: yo pensaba hacer un tema más en la línea de The Who a lo ‘Won’t get fooled again’ o ‘Baba O’Riley’, con esos acordes poderosos, y acabó tomando otra dirección. Tiene razón, se puede percibir a Bruce ahí”. Con todo, Duritz, que atiende a la entrevista por Zoom vistiendo una camiseta de David Bowie (etapa ‘Diamond dogs’), sitúa el marco sonoro del epé “en los discos de glam a lo ‘Hunky dory’, de Bowie, o Mott the Hoople, sobre todo por el equilibrio entre las guitarras acústicas y el piano con el crujido de las guitarras eléctricas”.

Se ha dicho que Duritz arrastraba problemas endémicos con el ejercicio de componer. Él los ve como un efecto colateral de las giras. “Componía mucho antes de estar en la banda, pero después de sacar el primer disco, eso cambió”, reflexiona. “Creo las canciones con el piano, no con la guitarra, y si estás de gira, no puedes hacerlas en la habitación del hotel”.

Más compleja es su relación con la publicación de sus canciones. “Entiendo la música como algo que hago para mí y para mis mejores amigos; un grupo muy pequeño de gente. Y cuando sacas un disco, debes tenértelas con todo el mundo: desde la prensa hasta la compañía, que es la peor parte. Todo el mundo tiene una opinión. Y a mí me gusta componer y hacer discos, pero no tanto publicarlos, por todo lo que eso representa”.

Pero ‘Butter miracle’ dará lugar a una ‘suite two’, lanzamiento por ahora sin fecha de edición. ¿Por qué apostar por los epés y no esperar a armar el repertorio completo para un álbum? “Está bien así, se trata de secuencias de música que aguantan por sí solas. Luego seguramente las juntaremos”, anuncia. “El mundo ha cambiado, ya no va tanto de publicar álbumes”, añade Adam Duritz, que, de cara al concierto de Razzmatazz, desafía a los simpatizantes de Counting Crows con su tradicional gusto por la sorpresa. “Cambiamos el repertorio cada noche. Solo dejamos fija la ‘suite’ y ‘A long december’”, anuncia. “Que esperen lo inesperado”.

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