Palmarés

San Sebastián encumbra el talento emergente de la colombiana Laura Mora

El filme hace gala de una constante sucesión de imágenes que resultan apabullantes por su violencia, o su músculo cinético, o su poesía, o su tristeza, o su carga onírica, o su poder alucinógeno, o sus connotaciones simbólicas, o varias de esas cualidades a la vez

Laura Mora junto al equipo agradecen la Concha de Oro en el festival de San Sebastián.

Laura Mora junto al equipo agradecen la Concha de Oro en el festival de San Sebastián. / EFE / Juan Herrero

Nando Salvà

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A menudo, la película que acaba erigiéndose en la ganadora de un festival de cine no es la que halagos más mayúsculos obtiene del jurado sino la que menos enemigos acaba haciendo entre sus miembros. Dicho de otro modo: suelen ganar las candidatas que generan consenso entre los jueces, y eso es así especialmente cuando entre ellos no hay personalismos ni autoridades muy definidas. El grupo encargado de juzgar las películas que han participado en la 70ª edición del Festival de San Sebastián encaja a la perfección en ese perfil -la actriz Glenn Close iba a presidirlo, pero su renuncia a pocos días del inicio de la competición lo dejó sin líderes-, y posiblemente ese sea uno de los motivos por los que el segundo largometraje de la colombiana Laura Mora se ha alzado esta noche con la Concha de Oro.

Y seguro que otro de los motivos, más importante, es que ‘Los reyes del mundo’ es una película estupenda. Toma un arquetipo narrativo de eficacia probada -un grupo de personajes se adentran en la jungla en busca de su propia versión de El Dorado, y tras superar durísimos obstáculos comprenden que las tierras prometidas casi nunca cumplen sus promesas- y lo enriquece a base tanto de relevancia política -su trasfondo son las amenazas y asesinatos que sufren aquellos colombianos que luchan por la restitución de la tierras que les fueron robadas por grupos paramilitares- como, sobre todo, de una constante sucesión de imágenes que resultan apabullantes por su violencia, o su músculo cinético, o su poesía, o su tristeza, o su carga onírica, o su poder alucinógeno, o sus connotaciones simbólicas, o varias de esas cualidades a la vez.

La victoria de ‘Los reyes del mundo’, en cualquier caso, resulta relevante por dos motivos más. Primero, confirma la eficacia del certamen donostiarra como cantera de cineastas, porque Mora obtiene este galardón cinco años después de ganar aquí varios premios con su ópera prima, ‘Matar a Jesús’ (2017). Segundo, porque se trata de la tercera Concha de Oro consecutiva que se otorga a una mujer cineasta. Es decir, en los últimos tres años han ganado el premio el mismo número de mujeres que lo obtuvieron en los 67 anteriores. Y eso, se mire como se mire, es algo bueno.

Galardones discutidos

Por lo que respecta al Premio Especial del Jurado concedido a ‘Runner’, ópera prima de la estadounidense Marian Mathias, supone la justísima reivindicación de una película que pasó de puntillas por San Sebastián no solo a causa de la desatención del festival -dio la sensación de haber sido metida en la programación con calzador- sino también por su propia modestia: es un largometraje de tan solo 76 minutos que no incluyen ni un solo aspaviento dramático, y que extrae la máxima rentabilidad expresiva posible tanto de la circunspección de su pareja protagonista, dos jóvenes que hallan en su amistad incipiente una vía de escape de la deprimente realidad, como de un paisaje determinado por el barro, la lluvia y el viento. Y también comprensible resulta el premio a la Mejor Dirección obtenido por el japonés Genki Kawamura gracias a su ópera prima, ‘A Hundred Flowers’, retrato de la problemática relación entre una mujer madura cuya mente se va deteriorando a causa del Alzheimer y un hijo que vive azotado por un trauma de infancia; hasta ahora conocido sobre todo por producir algunos de los largometrajes ‘anime’ esenciales de los últimos años, Kawamura hace gala de la suficiente sofisticación estética al contemplar a su pareja protagonista como para compensar su excesiva inclinación al melodrama.

El palmarés recién anunciado va perdiendo sentido, eso sí, en cuanto se desciende a lo largo de sus escalones. Dado el poderío dramático que la joven Carla Quílez exhibe en la piel de una madre adolescente en el centro de ‘La maternal’, segunda película de Pilar Palomero, resulta muy difícil de entender que el jurado le haya hecho compartir el premio a la Mejor Interpretación Protagonista con Paul Kircher; el joven actor no merece ser señalado como culpable de los numerosos problemas que aqueja la nueva película del francés Christophe Honoré, ‘Winter Boy’, pero tampoco hace nada en pantalla para mitigarlos. Por lo que respecta al premio a la Mejor Interpretación de Reparto otorgado a Renata Lerman por su trabajo en ‘El suplente’, es una decisión tan disparatada -su trabajo no permite vislumbrar talento interpretativo alguno- que resulta tentador interpretarla como una recompensa a quien no solo es el director de la película sino también el padre de la niña, el argentino Diego Lerman. Sea como sea, su elección no es más difícil de explicar que la estatuilla concedida a ‘A Woman’, del chino Wang Chao, en la categoría de Mejor Guion. El de San Sebastián es un festival tal vez demasiado acostumbrado a incluir películas irrelevantes en su programación, y casi ninguna de las que han aspirado a premio este año lo es tanto como esta.