Controversia literaria

Un traductor ucraniano discrepa del Premio Formentor a la escritora rusa Liudmila Ulítskaya

La organización de galardón recuerda que la autora ha dado sobradas pruebas de disidencia al exiliarse en Berlín, a pocos día de declararse la guerra

LIUDMILA ULITSKAYA

LIUDMILA ULITSKAYA / CATI CLADERA

Elena Hevia

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Inevitablemente, los aspectos más literarios de una autora de primer orden como la escritora rusa Liudmila Ulítskaya, que ha recibido este viernes el itinerante Premio Formentor, esta vez en Las Palmas de Gran Canaria, han quedado relegados por la urgencia política, la de las consecuencias de la invasión rusa en suelo ucraniano y sus últimas noticias. La escritora no rehuye el tema, aunque, cauta, no haga declaraciones incendiarias contra Putin. 

Pocos días después de que el líder soviético declarara la guerra a Ucrania, la autora, que se ha significado por estar públicamente en contra del régimen autárquico del dirigente, decidía instalarse en su pequeño apartamento de Berlín, en un gesto que la sitúa muy claramente en contra del conflicto. Pero eso no ha sido suficiente para ser bien comprendida. El Formentor, que suele venir acompañado de las Conversaciones literarias, esta edición, además, ha celebrado un Coloquio Europeo de traductores que han evaluado la influencia de la literatura en español en países como Alemania, Finlandia, Francia, Holanda, Italia y el mundo anglosajón. Y, claro está en el ámbito de la lengua rusa

Gobernantes y pueblo ruso

Por eso particular interés ha tenido la presencia de traductores del ruso al español como Marta Rebón, Jorge Ferrer y Yulia Dobrovólskaya, a los que se tenía que unir Iury (Jorge) Lech, uno de los pocos traductores del ucraniano, ese es su origen familiar, activos en España. Lech, en el último momento, declinó asistir afeando con crudeza a la organización por haber premiado a una autora rusa y también la presencia de los traductores de este idioma, en lo que se consideró por parte del presidente del premio, Basilio Baltasar, una confusión entre los gobernantes y el pueblo ruso. 

Gran revuelo en la sesión. Algunos participantes adujeron que tradicionalmente la lengua rusa, desde tiempos de Dostoievski, ha sido el idioma de la disidencia y de la contestación frente al poder absoluto y la propia Ulítskaya, conciliadora, dijo aceptar la decisión de Lech. “Pero no hay que olvidar que yo me marché de Rusia”, añadió. 

“Me he enfrentado a este tipo de reacciones bastantes veces en los últimos tiempos por parte de intelectuales ucranianos y en esta ocasión respetó la decisión de no haber acudido. Creo que estamos en un momento muy particular, es como un péndulo que ha abandonado su trayectoria habitual” ha valorado posteriormente. Ulítskaya deseó que en el futuro, cuando todo esto haya pasado, las relaciones entre los intelectuales de ambos países, especialmente con los rusos que se han mostrado contrarios al conflicto, “todo vuelva a la normalidad”. 

Movilización ciudadana

La autora se ha hecho eco de ese movimiento larvado en Rusia, para ojos occidentales, de oposición a Putin que está transformando la vida cotidiana en el país a golpe de protesta ciudadana. Para ella existe una enorme contradicción entre la aparente normalidad que se vive en las calles de las grandes ciudades rusas donde los teatros, los cines y los restaurantes siguen abiertos y esa disidencia que poco a poco va adquiriendo visibilidad. “En estos días más de 1.000 ciudadanos rusos han sido detenidos en las calles de Moscú -ha señalado- y espero que en los últimos días veamos muchos más casos. La movilización que haría crecer el ejército en más de un millón de hombres acabará pasando revista al gobierno ruso porque el Estado no tiene recursos para mantener un ejército tan numeroso. Esto es algo que puede conducir a una crisis del gobierno en sus altas esferas”. 

También ha hablado la autora de esa novela que dejó en suspenso cuando se vio obligada a marcharse de Moscú y que en los últimos tiempos avanza muy lentamente en la escritura, esa novela que se unirá a las novedades de la autora que acaban de recuperar los sellos Anagrama ('Sóniechka', 'Mentiras de mujeres', 'Sinceramente suyo, Shurik' ) y Lumen ('Los alegres funerales de Alik'), trata sobre el exilio de los ciudadanos rusos que decidieron abandonar su país tras la revolución y luego regresaron. “Ese movimiento de ida y vuelta me interesa mucho” asegura la autora, que de momento y dadas las circunstancias parece tener muy lejos el regreso.  

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