Novedad editorial

Una reina barbuda, dos dentistas antinazis y la hermana lobotomizada de JFK

Daniel López Valle reúne en 'H.EX. (Historias extraordinarias)' una treintena de episodios que demuestran que la historia es una amalgama de gestos sublimes y azares ridículos

Daniel López Valle, autor de 'H.EX. (Historias extraordinarias)'

Daniel López Valle, autor de 'H.EX. (Historias extraordinarias)' / Jordi Otix

Rafael Tapounet

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Si uno piensa en los profesores de historia que tuvo Daniel López Valle (1982) cuando iba al instituto, no puede evitar sentir cierta compasión. Hasta el maestro más competente debió de verse abocado a la impotencia ante el insaciable apetito de nuevos conocimientos de aquel adolescente ilicitano para el que cualquier detalle mencionado de pasada podía convertirse en la puerta que daba acceso a la más fascinante de las historias. “Recuerdo que en clase de historia del arte, el profesor nos habló del tempo de Hatshepsut y dijo que Hatshepsut era una señora que se hacía retratar con barba de faraón. Y yo me quedé pensando: ‘Espera, ¿me estás diciendo que uno de los reyes más poderosos y más importantes de los 3.000 años de civilización egipcia era una mujer y todo el comentario que merece es que de vez en cuando se hacía retratar con barba?’. Y, claro, te pones a indagar por tu cuenta y descubres que ahí hay una historia tremenda”.

Ese tipo de hallazgos inspiradores han sido una constante en la vida de López Valle –“tengo una curiosidad infinita y necesito satisfacerla cuanto antes porque no me gusta tener espacios en blanco en la cabeza”, explica- y ello le ha llevado a acumular un disparatado volumen de información sobre los asuntos más variados, de las guerras púnicas a las Series Mundiales de las Grandes Ligas de béisbol. Erudición sin pedantería que hace unos años le permitió ganar un buen dinerillo en el programa ‘Saber y ganar’ y que ahora vuelca con gracia y emoción (además de sabio, es un narrador de primera) en ‘H.EX. (Historias Extraordinarias)’, un volumen publicado por Blackie Books que reúne una treintena de episodios históricos cuyos protagonistas se mueven entre lo sublime y lo ridículo y que vienen a demostrar, dice el autor, que la especie humana “ha llegado hasta aquí como podría haber llegado a cualquier otro sitio”.

Caos y estupidez

“Con frecuencia nos resistimos a aceptar la casualidad y el factor humano como principio de acción de los grandes acontecimientos, porque hacerlo implica asumir que el caos, la estupidez, la vanidad y las bajas pasiones pueden condicionar el curso de las cosas”, apunta López Valle. Al fin y al cabo, recuerda, Alejandro Magno quemó Persépolis, “la ciudad más fabulosa que había en ese momento en el mundo”, después de que unos amigos le picasen en medio de una gran borrachera. Si algo prueban los relatos incluidos en ‘H.EX.’ es, justamente, que a menudo la historia cambia de forma dramática por detalles mínimos que escapan a nuestro control.

Así ocurrió, por ejemplo, el día de 1919 en que un capitán alemán envió a un tal Adolf Hitler a redactar un informe sobre lo que se decía en una reunión que el insignificante Partido Obrero Alemán celebraba en una cervecería de Múnich. Hitler acabaría afiliándose a esa lamentable organización y transformándola en el temible NSDAP, el Partido Nazi. “El capitán sabía que aquel tipo estaba tan tocado por la guerra que no había podido superar el examen para ser cartero y lo envió ahí pensando que aquello no iba a tener ningún tipo de trascendencia –relata López Valle-. Nos gusta pensar en los nazis como maestros de la manipulación psicológica que hipnotizaron a un país empleando avanzadas técnicas de propaganda, pero en realidad eran un grupo muy numeroso de matones que se dedicaban a ir por ahí pegando palizas y que se impusieron porque estaban dispuestos a llegar mucho más lejos de lo que nosotros estaríamos dispuestos a llegar”.

Proezas ridículas

No todos los episodios reunidos en ‘H.EX.’ han dejado una huella tan profunda y traumática en el devenir histórico. Algunos, de hecho, han pasado totalmente desapercibidos. Como la peripecia de esos dos ingleses destinados en el Real Cuerpo de Dentistas del Ejército que, sedientos de un poco de acción y de gloria durante la segunda guerra mundial, cruzaron el Canal de la Mancha en una barca robada, se infiltraron en territorio ocupado por los nazis, estuvieron tres días escondidos sin hacer nada, emprendieron el viaje de vuelta, se quedaron sin combustible en medio del mar y pasaron dos semanas a la deriva. No es difícil empatizar con una proeza tan ridícula como esa. “Son cosas que en el gran relato de la historia no revisten gran importancia pero que desde un punto de vista humano sí la tienen. O a mí me lo parece”, observa el autor.

Un porcentaje importante de las historias elegidas por López Valle están protagonizadas por mujeres, y ese en un elemento que, así de entrada, distingue su libro del clásico ‘Momentos estelares de la humanidad’, de Stefan Zweig, considerado el gran referente en el ámbito de las colecciones de miniaturas históricas pese a que en sus páginas la presencia femenina es inexistente. “Ni siquiera es algo que hiciera deliberadamente o como una forma de reivindicación –señala-. Por motivos obvios, todas estas historias que tienen que ver con mujeres han sido silenciadas, obviadas y marginadas, y eso es precisamente lo que hace que tengan un especial interés”.

Tenemos que hablar de Rosemary

Y menciona a modo de ejemplo el caso, bastante perturbador, de Rosemary Kennedy, hermana de JFK, a quien su padre hizo lobotomizar en 1941 para evitar que el temperamento volátil de la joven pudiera perjudicar a la carrera política de sus hijos varones. “Del asesinato de JFK y la maldición de los Kennedy se nos ha hablado 2.000 millones de veces, pero, ¿cómo es posible que no haya una película sobre la hermana lobotomizada? Eso es una cosa que me vuelve loco. Y aquí sí hay una intención de decir: de esto hay que hablar”.

Como había que hablar de Julia, la hija de Augusto, cuyo funesto destino hizo arder el río Tíber; y de Anne Bony y Mary Read, juzgadas y condenadas a la horca por piratería; y de Svetlana Iósifovna Stalina, que, tras la muerte de su ominoso padre, fue a parar a una secta de Arizona donde la viuda de Frank Lloyd Wright la tomó por la reencarnación de su hija muerta; y también, sí, de Hatshepsut, aquella mujer asombrosa que en 20 años de reinado llenó Egipto de templos y monumentos, dio estabilidad al imperio tras un largo periodo de caos e impulsó una exitosa expedición a la remota tierra de Punt. Y que, además, se hizo retratar con barba.

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