Controversia en auge

Reinas Lear y una Juana de Arco no binaria: el teatro ama la polémica

Las últimas polémicas en redes sociales contra la diversidad en la serie 'El señor de los Anillos' y el nuevo filme 'La sirenita' sorprenden. En el teatro es más habitual disfrutar de versiones donde ni el sexo ni el color de la piel son distintos al original.

En el terreno de la literatura, los desencuentros han abundado en el debate sobre la afinidad del traductor sobre el original o la apropiación cultural

Núria Espert como reina Lear en el Teatre Lliure.

Núria Espert como reina Lear en el Teatre Lliure. / EPC

Marta Cervera

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El cine, el teatro y la televisión son un reflejo de la sociedad, más o menos fiel. Hace ya años que el mundo monocromo y blanco se abrió a otras tonalidades. Aunque para algunos, la diversidad no sea siempre fácil de aceptar. ¿Podríamos imaginar a un Napoleón 'queer' en una película? Sobre las tablas del teatro, esos experimentos llevan años de ventaja. Si interpretar es un juego de engaño, ¿dónde están los límites?

Incluir a actores negros de la serie 'El señor de los anillos: los anillos del poder' en Amazon Prime Video y la elección de una Sirenita negra han despertado estos días una polémica en las redes. Algunos no aceptan la diversidad. Otros en cambio, la aplauden. 'Los Bridgerton' sorprendió en Netflix y despertó la iras los tradicionalistas, para quienes era demasiado alterar la historia con una ficción romántica de época donde la reina de Inglaterra y el duque de Hastings, entre otros, eran interpretados por actores racializados.

Actrices legendarias como la francesa Sarah Bernhardt (1844-1923) abrieron el camino. La citada intérprete rizó el rizo interpretando a los protagonistas masculinos de 'Hamlet' y de 'Lorenzaccio'. La premiada Núria Espert fue el 'El Rey Lear' en un aclamado montaje de Shakespeare dirigido por Lluís Pasqual en el Teatre Lliure. Y esta semana el Teatro Español de Madrid ha estrenado 'Queen Lear' con la directora Natalia Menéndez con un reparto casi 100% femenino.

La aclamada Blanca Portillo encarnó a Segismundo en 'La vida es sueño', el clásico de Calderón de la Barca, a las órdenes de Helena Pimenta, y a Hamlet en la obra shakespeariana de idéntico título, guiada por Tomaz Pandur. Por no hablar de 'La Celestina' protagonizada por el veterano y sabio actor y director José Luis Gómez.

Más recientemente, Cristina Plazas ha encarnado a Satán en la adaptación de 'El paraíso perdido' de Milton, llevada a escena por Andrés Lima, que esta temporada se verá en Madrid y Barcelona tras su estreno en el Grec este verano. Y Míriam Iscla fue elegida por Pau Carrió para interpretar al comisario Petrovna en su adaptación de 'Crim i càstig' estrenada en el Lliure la temporada, donde tuvo que medirse con Pol López en escena.

No hubo escándalo alguno con esos cambios de sexo de los personajes. Sin embargo, la reciente producción de 'Yo, Juana', una obra sobre Juana de Arco protagonizada por una personaje no binario ha levantado ampollas. Esta obra escrita por Michelle Terry, directora del Shakespeare's Globe Theater de Londres, es para muchos académicos y feministas es un sacrilegio. Los primeros lo ven como un saqueo a la historia y las segundas consideran que esta versión resta relevancia a una de las pocas heroínas de la historia de Francia que ya tuvo bastante tras un juicio injusto que la condenó a la hoguera por hereje. Y eso ocurre en un país donde desde existen compañías teatrales como Propeller, formada únicamente por hombres y especialista en las obras de Shakespeare que representan tal y como se hicieron en el periodo isabelino, cuando se prohibió la presencia de mujeres en el escenario.

Los descontentos en la literatura

Pocas son las polémicas sobre la diversidad que saltan en un terreno en principio tan libre y tan poco mediático como el literario. Pero en estos tiempos de ultracorrección política con la sensibilidad contra la apropiación cultural y étnica y la fuerza del Me Too situada en niveles máximos si se han oído algunas voces descontentas con determinadas decisiones editoriales. La más conocida saltó en Catalunya con la poeta afroamericanaq Amanda Gorman, que saltó del cero al infinito de la fama al leer uno de sus bienintencionados poemas en la toma de posesión de Joe Biden. La veinteañera rechazo a través de sus agentes que su libro, titulado en catalán como 'El turò que enfilem', fuera traducido por un hombre. No fue la única de sus exigencias, también debía de ser activista y, preferiblemente, negra. El seleccionado en un principio, Víctor Obiols, tuvo que apearse del proyecto y el asunto levantó bastante polvareda.

Parecida, pero sin polémica por medio, fue la selección por parte de Blackie Books de una traductora trans para la versión en castellano del libro de crónicas, ‘Trans’, en el que la periodista británica Shon Faye denunciaba el acoso sufrido por su condición. La que sí dio que hablar fue la novela de Jeanine Cummins, ‘American Dirt’ que Don Wislow saludó como “las ‘Uvas de la ira’ de nuestra era”. A Cummins, anglosajona al cien por cien, la acusaron de apropiación cultural pero sobre todo de “mostrar estereotipos” que dañan a la comunidad latina y un profundo desconocimiento de la cultura que se proponía retratar.- Elena Hevia

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