Novedad editorial

El Stradivarius maldito que Goebbels regaló a una japonesa

Yoann Iacono rescata en la novela 'El violín de Goebbels' la poco conocida historia real de la joven prodigio Nejiko Suwa, marcada de por vida por un obsequio del ministro nazi

El ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, entregando un Stradivarius a la violinista japonesa Nejiko Suwa, en 1943.

El ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, entregando un Stradivarius a la violinista japonesa Nejiko Suwa, en 1943. / ARCHIVO

Anna Abella

Anna Abella

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Da testimonio una foto en la prensa de la época: una joven violinista japonesa de 23 años, solista en la Filarmónica de Berlín, Nejiko Suwa, recibe un valioso pero envenenado regalo, de manos del terrible ministro de Propaganda nazi, un sonriente Joseph Goebbels ataviado aquel 22 de febrero de 1943 con traje a rayas. Aquel acto fortalecía simbólicamente la alianza germano-japonesa durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el obsequio era un codiciado violín Stradivarius del siglo XVIII, un tesoro de dudoso origen y sobre el que se cernía la sospecha de haber sido expoliado a judíos asesinados por el régimen de Hitler, unos rumores que acompañaron a la solista hasta su muerte en 2012, a los 92 años. De tirar del hilo de esta poco conocida historia se ocupó durante una investigación de tres años el francés Yoann Iacono (Burdeos, 1980), que optó por la ficción para contarla llenando las muchas zonas de sombra que aún la rodean. El resultado, su debut en la novela, ‘El violín de Goebbels’ (Duomo / Edicions de 1984). 

El propietario desconocido

Iacono especula en el libro sobre el anterior y desconocido dueño del Stradivarius. Pero a su paso por Barcelona revela novedades. "Después de publicarse en Francia una mujer contactó conmigo desde Suiza. Era la nieta de Boris Kamensky, que fue el último maestro de la joven Nejiko cuando esta fue a París a estudiar en 1938", explica. "Me dijo que su abuelo, que era judío, tenía un Stradivarius, pero que a su muerte el instrumento no apareció por ninguna parte en la herencia. Ella cree que pudo ser el suyo, porque Nejiko llegó a decir que le gustaría tener un violín como el de su profesor. Kamensky sobrevivió a la guerra [murió en 1949] y la teoría de su nieta es que los nazis se lo expropiaron a cambio de no matarle. Tampoco habría tenido opción".   

La violinista japonesa Nejiko Suwa, en 1943.

Para el autor, si esa hipótesis fuera cierta, es probable que la violinista japonesa, que había despuntado como niña prodigio con 10 años, "supiera que se lo habían robado a su maestro". Las sospechas sobre el Stradivarius de Suwa empezaron a surgir en los años 60, pero ella, que pronto caería en una depresión, siempre evitó responder sobre el tema a preguntas de la prensa estadounidense o bien "negó sistemáticamente conocer su origen. Igual que su sobrino, quien admitió haber heredado el violín, pero tampoco quiso dar explicaciones". 

No considero a Suwa cómplice del nazismo. No creo que fuera antisemita o racista sino más bien egoísta

Lo que sí llegó a declarar la violinista, a su regreso a Japón a finales de 1945, es que lo había protegido con su vida mientras lo tocaba en gira por media Europa en guerra para animar a los alemanes heridos. "Mientras iba en trenes que eran bombardeados no se separó de él. Aunque se podría decir que en lugar de protegerlo lo había expuesto a la destrucción", apunta Iacono.   

Yoann Iacono, este miércoles en Barcelona.

Yoann Iacono, este miércoles en Barcelona. / Joan Mateu Parra

"Más allá de decir si Suwa es culpable o no, me interesa más entender cómo pudo vivir tanto tiempo con un violín tan valioso que sabía que no le pertenecía. Si los violines, como dicen, tienen alma, tuvo que llegar a pensar que había sido expoliado a un judío", explica. "El simple hecho de que Goebbels se lo regalara ya era sospechoso. Puedes pensar que entonces era demasiado joven, pero después no se puede justificar que no rindiera cuentas. Aunque personalmente no la considero cómplice del nazismo. No creo que fuera antisemita o racista sino más bien egoísta. Muchos artistas lo son", opina.

Fue duro meterme en su cabeza. Suwa era una persona muy misteriosa y compleja. No podía saber si fue mezquina, individualista o ingenua

"Para la novela fue duro meterme en su cabeza. Era una persona muy misteriosa y compleja. No podía saber si fue mezquina, individualista o ingenua –continúa Iacono-. Así que construí un personaje ambivalente, para que cada lector juzgue si fue víctima o egoísta". 

La tía política de Yoko Ono

Suwa creció y empezó sus estudios en Japón, donde una de sus profesores fue su tía rusa Anna Bubnova-Ono, a su vez tía política de Yoko Ono, y que empujó a su sobrina a abrir horizontes en París, estudiando con Kamensky. Iacono achaca a "la psicología de los japoneses", que no se hiciera, como sí pasó en Alemania tras la guerra con su pasado nazi y la culpa individual y colectiva, "un trabajo de reflexión y cuestionamiento de su historia que implicaba a las nuevas generaciones. En Japón es muy difícil obligar a nadie a rendir cuentas por el pasado".  

Nejiko Suwa, en 1932.

"De lo que no hay duda es de que la culpa debe recaer sobre Herbert Gerigk". Miembro primerizo del Partido Nazi, antes de la guerra ya había escrito un glosario de músicos judíos que después serviría para identificarles, localizarles y deportarles. Además de perseguir la música de compositores judíos como Felix Mendelssohn o Gustav Mahler, dirigía el expolio y saqueo de instrumentos, partituras y otros bienes musicales en los países ocupados y organizaba el transporte a Alemania, donde se donaban a las orquestas. "Gerigk quedó impune y después ejerció como periodista musical viviendo en Dortmund sin que nadie le molestase. Según los especialistas, los nazis expoliaron centenares de miles de instrumentos, pero menos de mil han sido devueltos a sus dueños originales o sus herederos. Hoy hay una asociación en Francia, Musique et Spoliations, que trabaja en ello".

Iacono, que inicialmente pensó en hacer un documental, ha vendido ya los derechos cinematográficos a la productora Sundey Filmes, que baraja la posibilidad de que lo dirija Sofia Coppola. Mientras, prepara nueva novela, esta vez sobre "un poeta ruso de los años 20 y su relación con el poder".  

Tocando a Mendelssohn

Con la liberación de París por parte de los aliados, Suwa volvió a Berlín. Y con la caída del Tercer Reich huyó con los miembros de la embajada japonesa a Austria, donde los aliados les hicieron prisioneros y enviaron a Nueva York hasta después de la rendición nipona. En 1951, la violinista fue invitada por Estados Unidos a tocar en un concierto benéfico en Los Ángeles, con motivo de la ratificación del tratado de paz con Japón, con Bob Hope de maestro de ceremonias. Con el Stradivarius que le regaló Goebbels y, con numerosos músicos judíos entre el público, Suwa interpretó una pieza de Mendelssohn. "No sé si ella lo tenía calculado".    


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