Fusión con denominación de origen

La Plazuela: el dúo que solo podía surgir en Granada

En la música del joven grupo se citan flamenco, electrónica, nu funk y rock

La Plazuela

La Plazuela

Luis Troquel

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Tuvo que ser en Granada donde algo así se gestara; epicentro en las últimas décadas de los más osados romances entre el flamenco añejo y las nuevas corrientes foráneas, del indie al trap. Como una rara avis que sobrevolara los peñascos de Sierra Nevada, estos dos amigos de 24 años, que vinieron al mundo con solo un día de diferencia, sientan plaza en la escena. O más que plaza, Plazuela.

Manuel Hidalgo ‘Indio’ y Luis Abril ‘Nitro’ pilotan una propuesta musical con visual impronta. "Es verdad que nos gusta jugar con el simbolismo de las cosas, y que nuestra imagen diga algo, no necesariamente concreto…", admiten. "Incomodar a veces, incluso, pero no dejar indiferente. A fin de cuentas, la estética es un lenguaje más".

Tenían tres años cuando se conocieron. "Pero yo me acuerdo perfectamente de ese primer día que fuimos al colegio y coincidimos en la misma clase", afirma Manuel. "Siempre éramos los dos que estábamos hablando de música y fantaseando con tener una banda".

Distanciados

Lo de hacerse llamar La Plazuela vendría mucho más tarde, tras una adolescencia distanciados, sobre todo durante el tiempo que Luis estuvo viviendo con su familia en México. Manuel llevaba desde los 13 años enloquecido con el flamenco tras escuchar un cante por alegrías de Camarón. Y no mucho después, ya se subía a escenario como palmero. "Yo nací en el barrio del Albaicín y de repente, sentí como si el flamenco me explicara todo ese entorno que siempre había estado ahí". Luis tiraba más por el rock y hasta llegó a tener un grupo de versiones, Balas Perdidas, con el que empezó a traer muy pronto dinerito a casa. "Ahora tenemos la gran suerte de vivir de nuestras propias canciones -reconoce-, porque yo si tuviera que volver a tocar versiones buscaría otro tipo de trabajo, por bonito que muchas veces fuera".

La Plazuela Techá, fue el primer nombre que tuvo su asociación musical. "Por el techillo que tenía el primer sitio donde componíamos juntos. Cuando empezaba a hacer frío ya no podíamos tocar en la plaza y nos refugiábamos en una especie de trastero, un zulo casi, que tenía mi abuela".

Encrucijada de estilos

Si cualquier plazuela tiene algo de remanso, esta es más bien una encrucijada de estilos: por la que transita desde el flamenco ancestral al fusionado, de la electrónica al nu funk, del rock andaluz al callejero más canastero…Con evocaciones estéticas a la era quinqui. "Pero tampoco nos sentimos como quien reivindica un nuevo quinqui. Entre otras cosas porque los nuevos quinquis no vestirían como nosotros ni les gustarían muchas de las cosas que nos gustan… El verdadero equivalente a los antiguos quinquis son otro tipo de personas".

Y aspectos como la impactante portada del single ‘Campanas del olvido’, están mucho menos buscados de lo que se diría. Lo que puede parecer una cuidada puesta en escena, queda en realidad al lado de la casa donde ahora viven (y comparten con otros destacados músicos de la escena granadina). "No teníamos ni vídeo ni fotos y urgía una portada. Entonces pensamos en hacerla en un vía crucis de piedra que hay en el barrio, por el que siempre pasamos, y que termina en esas tres cruces".

Pero lo más sorprendente musicalmente llegaría al final de esta pasada primavera con el EP ‘Jamila’, que es como se llama a una secreción maloliente y oscura que se desprende durante la elaboración del aceite de oliva. "Tres canciones con tres productores diferentes". Antonio Narváez (de Dellafuente), Lorenzo Cavanillas (de Califato ¾) y Chico Blanco. Y donde ritmos y sonidos inequívocamente actuales se mezclan con referencias a la cultura popular andaluza, incluso trozos de cantes o de las tonadas anónimas que recopiló García Lorca. "Son cosas que han ido de voz en voz, y a las que se puede seguir dando nuevas vueltas".

‘Mi Tarara’ hace honor a su título. Pues aunque alude en letra y música a ‘La Tarara’, es realmente suya: una excepcional creación nueva, firme candidata a figurar entre las mejores canciones de este 2022. Y ‘La antigua Judería’ se inicia también con citas al ‘Café de Chinitas’ (que entre sus muchas adaptaciones se cantó con letra revolucionaria en la República). En consonancia, uno va vestido de gitano cabal y el otro de torero en el videoclip. Todo un delirio visual en el que también aparece una granada madura con espadas clavadas como si de un sagrado corazón se tratara, burkas inquietantes, marujas con rulos, media luna taurina, tatuaje sangrante en las cuadras, cante en los olivares y pelea a lo ‘Duelo a garrotazos’ de Goya. 

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