Crítica de cine

'El mediador': una intriga sonámbula

 Liam Neeson encarna a un agente secreto que descubre un programa del FBI cuyo fin es asesinar a civiles

Liam Neeson y Emmy Raver-Lampman, en un fotograma de 'El mediador'.

Liam Neeson y Emmy Raver-Lampman, en un fotograma de 'El mediador'. / El Periódico

Nando Salvà

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La nueva película de acción protagonizada por Liam Neeson se parece tanto a casi todas las que lleva haciendo como churros desde 2008 que resulta francamente difícil decidir si es mejor o peor que la mayoría de ellas. Pero sin duda, eso sí, es más aburrida.

En ella, el actor encarna a un agente secreto que descubre un programa secreto del FBI cuyo fin es asesinar a civiles, y que entretanto -como dicta el canon ‘neesoniano’- intenta proteger su vida familiar. Si el director Mark Williams se hubiera molestado en explorar siquiera superficialmente la conspiración gubernamental que ocupa el centro de la trama, la película podría haber funcionado como una intriga política sucedánea de ‘thrillers’ conspiranoicos de los 70 como ‘El último testigo’ (1974) y ‘Los tres días del Cóndor’ (1975), pero no es el caso.

Actitud sonámbula

La narración no posee el mínimo de complejidad o atención al detalle necesarias para interesarnos en qué sucede y a quién, ni el ritmo o energía dramáticos que se requieren para generar tensión dramática. A lo largo de su metraje, Neeson avanza con actitud sonámbula a través de escenas plagadas de diálogos repetitivos y secuencias agresivamente olvidables de persecuciones y tiroteos, probablemente con la única intención de pasar el rato hasta que llegue el momento de interpretar otra película de este tipo más.

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