LA HISTORIA DETRÁS DE… (V)

'Aquí no hay playa', el himno socialista que partió España: “Hemos llegado a las manos por esta canción”

The Refrescos alcanzaron el estrellato gracias a un tema que nació durante una noche de calor extremo y mientras su líder paseaba al perro de su hermana. Las referencias de su letra a Joaquín Leguina provocó rumores sobre su ideología, aunque ellos se definen como antisistemas

Endulzada por una melodía adictiva, Bernardo recogió en la letra todo lo que Madrid atesora... incluidos sus defectos. Esto hizo que el país se dividiera entre los grandes defensores de la urbe y los que hallaban en ella un motivo de comparación: “La capital siempre genera polémica”

Bernardo Vázquez se trasladó a Madrid para estudiar periodismo, pero la música le conquistó.  /

Bernardo Vázquez se trasladó a Madrid para estudiar periodismo, pero la música le conquistó. /

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Si Joaquín Leguina apoyó o no a Isabel Díaz Ayuso durante la campaña electoral de 2021, nadie lo sabe. Bueno, él sí. Sin embargo, su presencia en un acto conjunto resultó más que suficiente para que fuera expulsado del PSOE. Aquel 6 de mayo, el supuesto cese del ex presidente de la Comunidad de Madrid trasladó a muchos a un país que soñaba en color. Frente a este movimiento, que no terminó consolidándose, surgieron recuerdos sobre la urbe luminosa y rebelde que él gobernaba. Eran los años de Pedro Almódovar, Alaska, Ouka Leele, Juan Carlos Argüello… La Movida puso banda sonora a la caída del muro de Berlín y al nacimiento de Los Simpson. Todo era ilusión. Pero, en mitad de esa vorágine sociocultural, emergió una canción que puso en evidencia a esta región: Aquí no hay playa partió España en dos mitades. “De hecho, hemos llegado a las manos por ella. Siempre hay algún tarado por ahí. Sabíamos que no dejaba indiferente a nadie”, dice Bernardo Vázquez, líder de The Refrescos. Incluso hay quien señala que se convirtió en el himno extraoficial de Leguina.

Su éxito fue repentino. Ni siquiera su creador buscaba una repercusión así. La historia se remonta a Vigo: allí estudiaba filología inglesa a la par que montaba sus grupos. La música le interesó desde pequeño. En especial, la clásica. Tras varias decepciones, decidió poner rumbo a Madrid para ser periodista. “Era una ciudad que me flipaba. Mi madre es manchega y, durante mi infancia, vine bastante por aquí”, relata el artista, que en la actualidad reside en ella. Aquella vez fue diferente: “Vine un 18 de julio y el calor era espantoso. No se podía casi ni respirar”. De esa desesperación surgió un tema que, si bien al principio sonaba a guasa, encumbró a la formación en cuestión de días. “La compuse mientras paseaba al perro de mi hermana. Era de noche y estaba en Majadahonda. De repente, apareció en mi cabeza. Así lo recuerdo yo, aunque mis amigos dicen que lo hice de borrachera en La Vía Láctea”, señala entre risas.

“Podéis tener Retiro, Casa de Campo y Ateneo. Podéis tener mil cines, mil teatro, mil museos. Podéis tener Corrala, organillos y chulapas”, recoge la letra como si de un retrato costumbrista se tratase. Numerosos elogios, hasta que explota el reproche: “Pero al llegar agosto… ¡vaya, vaya! Aquí no hay playa”. “Ese es el gran talón de Aquiles. Especialmente, para los que hemos nacido junto al mar”. Ahora bien, esta reprimenda llevaba consigo otro mensaje que puede leerse entre líneas: el de la diversión, el de la esperanza, el de la creatividad, el de la revolución. España había pasado de vivir en blanco y negro a hacerlo en polícromo. Los jóvenes querían hacer cosas nuevas. Todo era posible aquí: “Fue una etapa increíble. Recuerdo salir de fiesta solo y acabar con personas que no conocía de nada. Eso me gustaba. Hasta ese momento, era el hijo de Lalo Vázquez. Aquí, podía ser yo. Otro país había nacido… hasta que Felipe González volvió a ponerlo igual”.

P. ¿Aquí no hay playa es una canción política?

R. No la considero así. Hablo del Madrid de aquel momento. Aunque, realmente, es extrapolable a cualquier época porque no ha cambiado nada. Por mucho que vayan a abrir próximamente una playa artificial en Guadalajara. Salvo que se derritan los casquetes polares, seguiremos teniendo asfalto en vez de arena. No obstante, es verdad que hemos hecho cosas con este matiz. Pero nunca nos hemos posicionado con nadie, sino contra todos en general. Pura insatisfacción.

P. ¿Dónde está el secreto de semejante pelotazo?

R. Ni idea. Creo que impactó por el momento en el que nació: había una alegría común y queríamos bailar. Es una composición muy ingeniosa que evidencia lo que sabemos. Esto, precisamente, puso sobre la mesa los dos bloques de España: los que ven sus virtudes y los que detectan sus defectos. La capital siempre causa polémica. Hablar de ella nos divide.

Una puñalada


A pesar del estruendo que provocaron, The Refrescos tan sólo mandaron su maqueta a Radio 3. En parte, impulsados por un Bernardo enamorado del Diario pop de Jesús Ordovás. Ahí es dónde comenzaron a sonar. Pero ni por esas este joven se veía en la música. Al menos, profesionalmente: “Cuando firmé el contrato, le dejé claro a la compañía que yo era periodista”. Por las mañanas, el joven trabajaba en el diario deportivo Marca y, por las tardes, se dejaba la piel en el estudio. Para promocionar el álbum, la banda emprendió una gira de 50 conciertos en junio de 1989. Conforme avanzaban las fechas, la euforia se desató. “Cuando regresamos en octubre, me bajé en el portal de mi casa y el portero, con el que jamás había cruzado ninguna palabra, me soltó con retintín: ‘Vaya, vaya’. No fue el único. A partir de ahí, todo el universo sabía quiénes éramos”.

La popularidad no sentó demasiado bien al cantante. No hay que olvidar que él se mudó a Madrid, precisamente, por el anonimato que no tenía en Vigo. “Lo llevé muy mal. No entiendo el afán de famoseo que tiene la peña. La suerte de ser un desconocido es muy valiosa”, subraya. Y especifica aún más: “Viví la fama como una puñalada. Yo era feliz inventándome personajes y, de repente, el que creé para Aquí no hay playa se convirtió en mí mismo”. A eso, hubo que sumar otros efectos colaterales: ya no podía tomar cañas en una terraza, ya no podía salir de fiesta, ya no podía ir de compras… “Me costó asimilarlo y lo rechacé. Esta fue una de las razones por las que paramos. Aun así, cuando nos disolvimos, volvimos a la normalidad rápidamente porque ya había otros ocupando nuestro lugar”.

P. En la canción gritáis: “¡Escucha, Leguina!”. ¿Cree que se convirtió en el himno extraoficial del ex presidente de la Comunidad durante su mandato?

R. No sabría decirte. Jamás le conocí. No me suelo acercar a los políticos. Lo que sí es cierto es que su figura va a perdurar más gracias a nosotros que por sus líos en los juzgados.

P. En más de una ocasión, se han definido como un grupo contrario al sistema. ¿Ha evolucionado esa ideología?

R. Eso fue fruto de la rebeldía que te da la edad. Nadie quiere el mundo que nos han hecho. Está mal en muchos aspectos. Después de años gastando energía y dándome cuenta de que el planeta no se mejora con canciones (aunque ayuden), me he ido relajando. Lo primero es adaptar tu vida y, quizás así, puedas llegar a cambiar el resto. Mi gran legado ha sido la queja.

El pasado está vetado en su casa. Ni tiene el disco de oro ni conserva las fotos. Por ello, sólo regresaría a su juventud si pudiese mantener los conocimientos que atesora hoy. “Lo haría, principalmente, por la energía que guardaba entonces. Era insoportable. La gente pensaba que me drogaba para estar así, pero no. Era una locura. El problema es que no la dirigí muy bien”. En el lado contrario se encontraba su actitud. Esa sí que la modificaría rotundamente: “Nos limitamos a divertirnos en vez de dedicarnos a nuestro negocio. Nos daba igual todo. Preferíamos ir al programa de Concha Velasco que a uno musical”, reconoce. Cuando pusieron en pausa a su carrera, decidieron reescuchar el elepé: “Vimos mil cosas que no nos gustaban. Nosotros no sonábamos así en directo. Éramos más gamberros. Así que nos despreocupamos de él”.

Aquí no hay playa alcanzó el número uno de Los 40 Principales por primera vez el 5 de agosto de 1989. Asimismo, la revista Rolling Stone la calificó como una de las 200 mejores propuestas de pop rock español. “No nos hicimos de oro. Si hubiésemos estado más pendientes de nuestra economía, hubiese sido distinto. Cuando estás a otras cosas, el dinero que entra se va. Además, es muy engañoso. Con el boom, me rodearon cinco millones de amigos y tres millones de novias. Eso no era real. Cualquier otro lo hubiese disfrutado, yo no supe”, concluye Bernardo, que destinó lo que ganó a estudiar y viajar. No tenía grandes pretensiones. Su afán no era hacer una fortuna. Más bien tocar y hacer disfrutar al público: “Cuando ingresé en la escuela de Cristina Rota, deseaba hacer papeles dramáticos. Quería que la gente llorase. Sin embargo, por más que lo intentaba, siempre se partía de risa. A mí eso me parecía fatal. Al respecto, la directora me preguntó por qué quería hacer eso si yo tenía otro don. Desde entonces, intento transmitir alegría”.

P. ¿Qué playa de Galicia se traería a Madrid?

R. Ninguna, pues la destrozarían. En cualquier caso, antes, mi favorita era Barra (Cangas). Y, en la actualidad, es Patos (Nigrán).

P. ¿Qué tema le teletransporta a ellas?

R. El bimbó, de Georgie Dann. 

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