Libertad de expresión

Rugido desafiante: el gran mundo literario de Nueva York cierra filas con Salman Rushdie

Usando textos y palabras del escritor, destacados autores claman por la libertad de expresión y contra la intolerancia en la Biblioteca Pública de la ciudad

Acto en apoyo al escritor Salman Rushdie y por la libertad de expresión frente a la Biblioteca Pública de Nueva York.

Acto en apoyo al escritor Salman Rushdie y por la libertad de expresión frente a la Biblioteca Pública de Nueva York. / AFP/TIMOTHY A.CLARY

Idoya Noain

Idoya Noain

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Paciencia y Fortaleza son los nombres de los dos leones de mármol que presiden la entrada de la sede central en Bryant Park de la Biblioteca Pública de Nueva York, una institución que homenajea cada año a figuras de las letras y las artes por sus logros dándoles el título honorífico de, precisamente, leones. Salman Rushdie recibió ese reconocimiento en 2008. Y este viernes, sus palabras y su mensaje a favor de la libertad de expresión, inquebrantable y como esos leones de mármol también paciente y fuerte, han rugido como un desafío a la intolerancia desde el corazón de Manhattan.

Con el autor de ‘Los versos satánicosrecuperándose en un hospital de Pensilvania de las graves heridas que sufrió el pasado día 12 en el intento de asesinato cometido por un joven estadounidense de raíces libanesas radicalizado en sus creencias religiosas, otros escritores, muchos amigos personales de Rushdie, se han encargado de hablar sobre él y, ante todo, por él, a través de sus escritos. Y bajo un sol abrasador, en un acto organizado al aire libre por la Biblioteca y la organización PEN, se ha clamado no solo en apoyo al escritor, que según se ha informado estaba siguiendo la retransmisión por internet, sino también “en defensa de la libertad de escribir”.

Horrores del pasado presentes

“Cuando un aspirante a asesino hundió el cuchillo en el cuello de Salman Rushdie rompió más que la carne de un conocido escritor, golpeó a través del tiempo, sacudiéndonos a todos para reconocer qué horrores del pasado eran inquietantemente presentes”, ha dicho para abrir el acto Suzanne Nossel, consejera delegada de PEN America. “Pero ni siquiera el acero pudo robar la voz de Salman Rushdie, ni por un minuto”.

 Nossel ha hablado de los 33 años de la “vendetta” que han transcurrido desde que el ayatolá Jomeini emitió su letal fetua, una “declaración de una guerra sin final contra las palabras”. Y ha prometido celebrar a Rushdie “por lo que ha soportado, pero más importante, por lo que ha engendrado: las historias, los personajes, las metáforas y las imágenes que ha dado al mundo. Quizá, sobre todo”, ha añadido, “celebremos su perseverancia creativa, la perseverancia frente al peligro, su perseverancia en nombre de ideales y principios que debemos reconocer”.

Ha empezado entonces el desfile de autores y la lectura de textos que ponían en palabras de Rushdie esas muestras de perseverancia. Han pasado por la blanca escalinata, entre otros, Gay Talese, Jeffrey Eugenides, Roya Hakakian, el pintor Francisco Clemente, Andrew Solomon, Amanda Foreman y Andrea Elliot.

Unos han leído textos literarios, pasajes de libros, ensayos o relatos cortos. De la voz de Hari Kunzru, por ejemplo, ha llegado el inicio de ‘Los versos satánicos’, no sin que antes el autor  recordara que “alguien escribió que el papel del escritor es nombrar lo innombrable, apuntar a los fraudes, tomar partido, empezar discusiones, dar forma al mundo y evitar que se duerma” y asegurara que esa era la razón del acto: “le debemos (a Rushdie) mantenernos despiertos”.

También Colum McCann ha hecho su propia introducción antes de leer de ‘Out of Kansas’, un texto de Rushdie para ‘The New Yorker’, y con ecos de la solidaridad que se vivió tras el atentado contra 'Charlie Hebdo' ha proclamado: “Nous sommes Salman” (Somos Salman).

Censura

Otros, en cambio, han elegido discursos de Rushdie. Es lo que hacía A. M. Homes, que resucitaba un extracto de una conferencia que el autor pronunció en 2012. “El gran arte, o dicho con más modestia el arte original, nunca se crea en el terreno intermedio seguro, sino siempre en los márgenes. La originalidad es peligrosa. Reta preguntas, da la vuelta a asunciones, perturba códigos morales, falta al respeto a vacas sagradas o entidades parecidas. Puede ser escandaloso o feo o controvertido. Si creemos en la libertad, si queremos que el aire que respiramos siga siendo abundante, este es el arte cuyo derecho de existir no solo debemos defender sino celebrar. El arte no es entretenimiento, en su mejor expresión es una revolución”.

También Tina Brown ha elegido otro discurso, en su caso uno que Rushdie ofreció en 1996 ante la Asociación de Editores de Prensa de Estados Unidos, en el que dijo que “en una visión de una sociedad libre el valor de la libertad de expresión debe ser el primero. Es la libertad sin la que todas las otras libertades fracasarán. El ejercicio de la libertad es la mejor defensa de la libertad”.

Las palabras de aquel discurso, como ha recordado Brown, suenan hoy “más ciertas aún”. Y no parece que hayan pasado 26 años desde que Rushdie dijera que “vivimos en una era de cada vez más censura. Se está erosionando constantemente la aceptación internacional de los valores de la primera enmienda. Muchos grupos de intereses especiales, atribuyéndose la más elevada moral, piden la protección del censor. La corrección política y el auge de la derecha religiosa dan al lobi pro-censor más séquito”.

En aquel discurso Rushdie aseguraba también que “en las sociedades libres debe darse el libre juego de ideas”, decía que esas sociedades “son dinámicas, ruidosas, turbulentas y están llenas de desacuerdos radicales”. “Una sociedad libre no es un lugar tranquilo”, recordaba. “Ese es el tipo de sociedad estática muerta que intentan crear los dictadores”.

Ola ultra en EEUU

Paul Auster y Siri Hudsvert han leído fragmentos de las memorias de Rushdie 'Joseph Anton'. La autora lo ha hecho después de apuntar que leía “en honor de un sueño de perspectiva auténticamente democrática de pluralismo, pluralismo que reconoce no solo las realidades complejas e impuras de la historia, sino de la híbrida historia de cada persona convirtiéndose en ella, él o ellos mismos, así como sus derechos de libre expresión en ficción y no ficción con sinceridad descarnada o salvaje ironía. Sin esta libertad”, ha dicho, “la literatura no es más que una cámara de resonancia de los lugares comunes efímeros y verdades de perogrullo que afectan a todas las culturas”.

Hudsvert ha hablado también luego con los periodistas y ha subrayado la trascendencia del momento en que se ha producido el intento de asesinato, justo cuando en EEUU la derecha conservadora religiosa, está promoviendo el veto de libros en bibliotecas escolares. “Debemos estar en guardia ante este tipo de intolerancia rampante”, ha declarado. “Está pasando en todos sitios, como el desprecio a la democracia. Necesitamos una pluralidad de voces, no la voz uniforme de la teocracia”, ha añadido Hudsvert, que ha pedido “ser muy claros sobre el enemigo más serio en EEUU: es la extrema derecha, que ahora incluye a todo el Partido Republicano”.

Al acabar el acto todos los autores y presentes han posado para una foto de grupo. Han gritado “Apoyamos a Salman’. Y han cerrado una cita cuya importancia había resumido el poeta negro Reginald Dwayne Betts, el primero de los autores que había hablado. “Las palabras de Salman importan”.

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