45 años sin el Rey

Orion: la trágica historia del cantante que se hizo pasar por el fantasma de Elvis

Tutelado por un productor sin escrúpulos, Jimmy Ellis se ocultó tras una máscara para explotar el culto necrófilo generado por la muerte del astro de Tupelo

Jimmy Hodges Ellis, caracterizado como Orion

Jimmy Hodges Ellis, caracterizado como Orion / EPC

Rafael Tapounet

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De todas las historias y leyendas nacidas a raíz de la muerte de Elvis Presley hace 45 años, acaso ninguna retrata con tanta vividez y crueldad el grado de culto necrófilo y de explotación sinvergüenza que rodeó al maltrecho cadáver del Rey como la de Orion, el cantante enmascarado. Es una historia de apariencia tan inverosímil como todas aquellas que hablaban de apariciones ‘post-mortem’ del ídolo en gasolineras y hamburgueserías, pero esta es real. Y tiene un final trágico.

El villano del cuento se llama (se llamaba; murió en 2009) Shelby Singleton y era un ejecutivo discográfico especializado en música country de cuyo diccionario había desaparecido la página que contenía la palabra “escrúpulo”. En 1969, Singleton, que había abandonado la vicepresidencia de Mercury Records para fundar una compañía independiente, adquirió el glorioso catálogo de Sun Records en una operación de la que quedaban excluidas las grabaciones que Elvis Presley había hecho para el legendario sello de Memphis, cuyos derechos pertenecían a RCA. Poco después de la compra, llegó hasta sus oficinas una cinta grabada por un desconocido cantante de Pascagoula, Mississippi, con un timbre vocal muy parecido al de Elvis. Y Singleton empezó a maquinar un plan de lo más turbio.

Un signo de interrogación

La voz de la cinta pertenecía a Jimmy Hodges Hollis, un tipo que había hecho sus pinitos como artista interpretando el repertorio de Elvis en clubs de Georgia y Alabama y que, después de ver cómo su primer ‘single’ desaparecía sin causar el menor impacto, se ganaba la vida adiestrando caballos. Singleton lo convenció para grabar dos canciones, ‘That’s all right’ y ‘Blue moon of Kentucky’ (justamente, los dos primeros números que Elvis había grabado en Sun), y las publicó en un ‘single’ en el que el nombre del cantante fue sustituido por un gran signo de interrogación.

La tosca superchería apenas despertó el interés de nadie (más allá de RCA, que amenazó con una demanda) y un segundo ‘single’, con la canción original ‘Changing’, no corrió mejor suerte. Jimmy Ellis se desvinculó de Sun y en los años siguientes publicó con su nombre varios discos en Boblo Records, una pequeña discográfica de Macon, Georgia. Su último ‘single’ para Boblo se tituló ‘I’m not trying to be like Elvis’ (no pretendo ser como Elvis).

Y entonces, en agosto de 1977, Elvis se murió.

La estrella que fingió su muerte

Quiso el azar que, unos pocos meses después de la muerte del Rey, Shelby Singleton topara con el manuscrito de una novela escrita por Gail Brewer Giorgio y titulada ‘Orion: The living superstar of song’ en la que se relatan los avatares de un popularísimo cantante obeso y adicto a las drogas que vive recluido en una mansión -Dixieland- y que simula su propia muerte para zafarse de las obligaciones de la fama y de la tiranía de un mánager ultracontrolador. Singleton lo vio claro: había que recrear la historia con un Orion de carne y hueso. Y volvió a reclutar a Jimmy Ellis.

La primera fase de la operación consistió en publicar un disco de supuestos dúos (‘Duets’, se llamó) en el que la voz de Ellis se superpuso a unas antiguas grabaciones de Jerry Lee Lewis. En los títulos, el misterioso cantante aparecía acreditado únicamente como “Friend” (amigo), pero se hizo correr la especie de que en realidad se trataba de Elvis. Esta vez, fueron muchos quienes se tragaron el anzuelo (el disco superó el millón de ejemplares vendidos), hasta que la discográfica salió a desmentir los rumores y a anunciar, con toda seriedad, que el hombre que acompañaba a Jerry Lee en el estudio era… Orion.

El renacido

Fue entonces cuando vio la luz el primer elepé de Orion, titulado ‘Reborn’ (renacido), un vinilo de color dorado con el sello de Sun Records y envuelto en una portada de gusto dudoso en la que un cantante enmascarado muy parecido a Presley salía de un ataúd. La publicación, casi simultánea, de la novela de Gail Brewer Giorgio y el afán de los tabloides en alimentar el mito de que Elvis seguía con vida empujaron la carrera del fantasmal ‘impersonator’ de nombre galáctico, que entre 1978 y 1982 grabó nada menos que 11 álbumes y se hinchó a hacer giras por los estados del sur (llegó a ser telonero de Kiss).

Discos de Orion.

Discos de Orion. / EPC

El único problema era que Jimmy Ellis odiaba ser Orion. Obligado por contrato a aparecer siempre en público ataviado como el Rey y con la máscara puesta (incluso cuando salía a comer a un restaurante), el cantante de Pascagoula se sentía anulado como artista y como persona y empezó a sufrir trastornos mentales (se aferró a la convicción delirante de que su padre biológico, a quien nunca conoció, era en realidad Vernon Presley, el padre de Elvis). El 31 de diciembre de 1983, al término de una actuación en una feria agrícola en West Springfield, Massachussets, Ellis se arrancó la máscara y, ante un público de 5.000 personas, proclamó su verdadera identidad. Shelby Singleton, sintiéndose ultrajado, rescindió todos los contratos que vinculaban a Jimmy Ellis con Sun Records y dio por cancelada la singladura de Orion. 

Llegados a este punto, no hace falta un máster en Grandes Tragedias Americanas para intuir que la historia va a acabar mal. El cantante intentó mantenerse actuando bajo diferentes nombres (y, curiosamente, a menudo enmascarado), pero los ingresos menguaron de tal manera que se vio obligado a abrir varios negocios para subsistir. En uno de ellos, la casa de empeños Jimmy’s Pawn Shop, en Orrville, Alabama, le sorprendió el 12 de diciembre de 1998 la visita de un ladrón armado. Jimmy Hodges Ellis, el hombre que invocó el espíritu de Elvis disfrazado de Orion, murió de un disparo a los 53 años. Su extraordinaria peripecia fue reconstruida en 2015 por la cineasta Jeanie Finlay en el documental ‘Orion. The man who would be king’. Como dicen los ingleses, más extraño que la ficción.

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