Hub de pensamiento Àfora-Focus

Satanás, visto para sentencia en el Teatre Romea

 Sergi Belbel y Andrés Lima pasan revista a la figura del Maligno apoyados en las lecturas dramatizadas que los actores Cristina Plaza y Jordi Boixaderas hacen de Molière y John Milton en el Teatre Romea.

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a / Manu Mitru

Elena Hevia

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Dijo Charles Baudelaire que el mejor truco del diablo es hacer creer a los hombres que no existe. Pero a dos perros viejos teatrales como Andrés Lima y Sergi Belbel no los va a engañar. Los directores de escena saben muy bien, y lo demostraron ayer en el escenario del Romea, que Satanás, Lucifer, el Ángel Caído, el Enemigo, el Maligno o el Adversario no solo existe sino que ha sabido adoptar las más variadas formas. Porque como dijo Félix Riera, director de Àfora, el mal se adapta a los hombres y evoluciona y así le conocemos en una de sus peores encarnaciones de la historia, el nazismo, mientras que el bien es algo estático e inalterable. La sesión forma parte del proyecto de pensamiento y debate, Àfora, que impulsa el grupo Focus. Y todo ello ante el decorado del 'Safo' de Christina Rosenvinge que estará en cartel hasta el día 24.

El encuentro tomó una forma especular. A la izquierda del escenario, el director madrileño que ha llevado a la contemporaneidad, una obra densa y barroca, como el 'Paraíso perdido' de Milton.(y que podrá verse en el Teatre Grec el 26 de julio).

 A la derecha, Bebel defiende a un autor coetáneo del británico que no podía ser más distinto y vital, Jean-Baptiste Poquélin,es decir, Molière a través de obras como 'Don Juan', 'Tartufo' o 'El misántropo' mostró formas malignas más terrenales y reconocibles. 

El libre albedrío

Tan influyente como la 'Biblia', el poema de Milton relata cómo Adán y Eva perdieron el paraíso porque Dios les hizo el regalo del libre albedrío, es decir de la libertad de obrar como consideraran, y muestra la inevitable -porque Dios lo quiso así- caída de Satanás, el más brillante de los ángeles celestiales. «Me críe agnóstico, proclama Lima, y esta adaptación camina desde el respeto a Milton a una mirada mucho más contemporánea. Satanás me reta a hacerle preguntas a ese que se llama Dios, autor, creador, porque a los que no obedecemos se nos reservan las tinieblas». Y la pregunta que hace Satán es ¿por qué el árbol de la ciencia, es decir, del conocimiento, está prohibido?

Es una forma de leer un poema que ha sido interpretado en un sentido mucho más literal por los liberales ultraconservadores. Ese es el poder de los clásicos, las múltiples lecturas.

Maldito Aristóteles

Belbel, por su parte, hizo un encendido elogio de la comedia, el género que mejor se le daba a Molière cuya «mayor tragedia era no estar dotado para la tragedia» y echó mano de la 'Poética' de Aristóteles y de ese libro que no se llegó a escribir, se perdió o se destruyó en el monasterio de 'El nombre de la rosa' de Umberto Eco, la 'Comedia'. «Fue Aristóteles quien tuvo la culpa del menosprecio de la comedia a la que considero baja cultura».

Hubo buenos momentos como el intercambio de butacas de los directores para explicar lo que es el teatro: ponerse en el lugar del otro. O Andrés Lima adoptando, modestia aparte, el papel de Dios, el dios que como bien recuerda el diablo creó la hipocresía y el fingimiento. «Yo solamente hice de ellos un oficio. Tú castigaste mi revolución pero yo inventé el teatro». Palabras de Satán.

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