Crítica de música
Rubén Blades, magia y justicia en las cumbres del Cruïlla
El maestro panameño ofreció un exuberante y emotivo concierto en la jornada final del festival del Fòrum, arropado por la Roberto Delgado Orquesta y recorriendo sus clásicos, de ‘Pablo Pueblo’ a ‘Pedro Navaja’, ante más de 25.000 personas
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Había propuesto al Cruïlla un concierto de cinco horas. Imposible de encajar, le dijeron, con toda lógica. Se quedó en dos y cuarto, y fue igualmente una experiencia exuberante, con la calidez y rigor, la elegancia y la pedagogía, que Rubén Blades lleva cinco décadas practicando, esta vez ante su audiencia mayor y más diversa en Barcelona (unas 25.000 personas), en un concierto único en Europa, este sábado en el clímax del Cruïlla.
Fue un espectáculo para recordar, que hizo que no le tuviéramos en cuenta la falsa alarma de hace cinco años, cuando vino al Poble Espanyol con el eslogan de su “última gira de salsa”. ¿Diferencias con entonces? Los sutiles acentos jazz, solo un poco más desarrollados, a cuenta del ‘grammyzado’ álbum ‘Salswing!’, que permitió al panameño ejercer de fino ‘crooner’ en los estándares ‘Watch that happens’ y ‘The way you look tonight’. Por lo demás, el magisterio tropical fue abrumador desde el arranque con ‘Caminando’, arropado por la Roberto Delgado Orquestra, que se hizo oír en el Fòrum con una calidad inhabitual en un formato de ese calibre.
Madres sin vacaciones
El Cruïlla quiso este año poner a figuras latinas como cabezas de cartel en un gesto de reconocimiento, desmarcándose de la hegemonía ‘anglo’, y el mismo Blades se ajustó a esa idea cuando, nada más empezar, mencionó a las otras dos ‘vedettes’ del cartel, Residente y Juan Luis Guerra, y a Stay Homas, así como a la Orquestra Plateria (que le dieron, dijo, “la oportunidad” de popularizar su ‘Pedro Navaja’), a Rosalía y a Serrat. Revertir ciertas tendencias históricas está en la base de su obra, como deslizó cuando, tras recorrer ‘Decisiones’ y la iniciática ‘Pablo Pueblo’, y antes de perderse a gusto por ‘Las calles’, recordó las raíces de los músicos de salsa en “las clases populares”, en familias “cuyas madres mueren sin vacaciones”.
Radiante en voz y estampa a punto de cumplir los 74 (el 16 de julio), Blades consumó un viaje enciclopédico por su catálogo discográfico, entre citas a Ray Barretto y Willie Colón, hablándonos desde su Hispanía. “Ese lugar mítico desde el que escribo todas mis canciones”. Insistió en su condición de “ser humano cualquiera” en la conmovedora ‘El cantante’ y, fabricante de frases lapidarias como es, hizo notar que “la muerte empieza por el olvido” como preámbulo de ‘Prohibido olvidar’.
Todo ello, entre oleajes de seda caribeña, una exquisita amalgama de metales y percusiones que fluyó hasta el clímax con ‘Pedro Navaja’ y ese manifiesto llamado ‘Patria’, donde nos invitó a desconectar la palabra de “dictaduras o encierros” y a asociarla a “tantas cosas bellas”. Blades, emocionando hasta el último aliento de una noche envuelta en un aura de magia y dignidad.
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