Crítica de cine

'Mali Twist': revolución a golpe de cadera

Robert Guédiguian recrea, con poca sutileza pero abundante sensualidad, el agitado Malí de principios de los 60

Una imagen de 'Mali Twist'

Una imagen de 'Mali Twist' / EPC

Nando Salvà

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Durante 40 años, Robert Guédiguian no ha dejado de reflexionar sobre la lucha y el compromiso políticos, el fracaso de la izquierda, los estragos del capitalismo, la fraternidad, el desencanto y la resistencia. Y vuelve a hacerlo en su nuevo trabajo, con el que se aleja puntualmente de su Marsella natal y su habitual ‘troupe’ de intérpretes tanto para recrear el socialismo revolucionario, muerto al nacer, que surgió a principios de los 60 en el Malí recién independizado como para meditar sobre el terrible legado que el imperialismo impuso sobre las antiguas colonias y aún perdura.

Con ese fin, el francés escenifica una historia de amor frustrada por tradiciones opresivas e ideales inestables, y articulada a través de una serie de contrastes: la lucha política frente al hedonismo, la juventud ávida de rock and roll frente a sus reaccionarios mayores, el idealismo frente a la corrupción, y la libertad frente al colonialismo.

En el proceso, Guédiguian vuelve a hacer gala de su desinterés por la sutileza. Su división entre los buenos y los malos es exagerada, sus diálogos suenan excesivamente didácticos, y los paralelismos que establece entre el periplo de sus jóvenes amantes y el de todo un país resultan toscos e ingenuos. En última instancia, la gran baza de ‘Mali Twist’ es la empatía y la fisicidad que su retrato de la ardiente juventud maliense derrocha, y que la convierte en una de las películas más sensuales de su director.

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