La gran fiesta del rock duro

Alice Cooper conquista el Rock Fest desde su castillo del terror

El cantante de Detroit deleitó al público de Can Zam con un delirante espectáculo y un arrollador repaso a sus clásicos en una jornada festivalera que registró otras actuaciones destacadas, como la de UFO en su gira de despedida

Rock Fest. Concierto de Alice Cooper en Can Zam.

Rock Fest. Concierto de Alice Cooper en Can Zam. / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

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Las huestes del metal, abundantes pero discretas, se ven las caras estos días en un Rock Fest que ha sufrido lo suyo para consumar su regreso tras las suspensiones pandémicas de 2020 y 2021. Baño liberador de hard rock y acentos ‘heavy’ de toda condición, este viernes en el parque de Can Zam en torno a un desfile de bandas que coronó uno de los inventores del cotarro, Alice Cooper, trepando por los torreones de su castillo de pesadilla a lomos de los clásicos del ‘shock rock’.

Si hay espectáculos que hay que ver al menos una vez en la vida, el de Vincent Furnier figura entre ellos. Rock teatralizado de primera hora, que a los escépticos vitales les parecerá acartonado, pero que conserva la gracia y el trazo de inocencia desde el tema de apertura, ‘Feed my Frankenstein’, con ese adefesio encadenado amenizando la parada. El señor cantante, con larga levita y sombrero de copa, mostró un buen estado vocal a los 74 y, dejando de lado su último disco, ‘Detroit stories’ (2021), ahondó en un ‘greatest hits’ que cubrió distintas etapas de su carrera, porque él no es de los que dependen de uno o dos álbumes: desde el principio, temas de entretiempo como ‘Bed of nails’, ‘Hey stoopid’ o ‘Poison’, con tacto más metalero-AOR, cruzaron caminos con los viejos trofeos, más ‘hard’, del calibre de ‘No more, Mr. Nice Guy’ y ‘Be my lover’, esta de los tiempos en que Alice Cooper era el nombre de una banda.

La entrañable guillotina

Banda de superproducción, con tres guitarristas, y desarrollo de opereta rock muy ágil, sin pausas, aderezando las páginas ilustres (más clásicos: ‘I’m eighteen’, ‘Under my wheels’, ‘Billion dollar babies’) con números jocosos: la figurante con látigo, el bebé diabólico esparciendo confeti, la novia con la falda ensangrentada y, presagiando el clímax, el número de la decapitación rumbo al cántico zombi ‘Escape’. Y el canto a la eterna rebeldía juvenil de ‘School’s out’. Oigan, nos divertimos mucho.

Antes de Alice Cooper, mención honorífica para una veterana banda británica, UFO, en esa gira de despedida que, pandemia mediante, lleva coleando desde 2019. Al frente del artefacto, Phil Moog, voz distintiva, siempre situada entre la aspereza y la sensibilidad, con la compañía de otro miembro original, el batería Andy Parker, y del repescado titular ochentero Neil Carter (en la plaza de Paul Raymond, fallecido hace tres años), pasando este del suministro de ‘riffs’ guitarreros en ‘Only you can rock me’ a los arpegios de teclado en la sentida ‘Love to love’. Concentrado de hitos de los 70, con el ‘tour de force’ de ‘Rock bottom’ (Vinnie Moore, desmarcándose del solo original de Michael Schenker), y las jaleadas ‘Doctor doctor’ y ‘Shoot shoot’.

La hora del pachanga-metal

Otra marca de largo historial, Diamond Head, fue baja a última hora por un retraso en su vuelo, si bien su actuación se reubicó para este sábado. Su plaza la ocupó BlackØwl, banda barcelonesa chiflada por los AC/DC de Bon Scott, de quienes recreó un aplicado ‘Let there be rock’, además de recorrer su primer álbum, ‘Fly away’. Les siguieron un par de propuestas pintorescas: Kontrust, combo austriaco con cantante polaca, metal de coros y danzas con trajes regionales y canciones saltarinas ricas en graves (al menos, con la sonorización del Rock Fest), y Alestorm, tropa de escoceses adscritos a un pachanga-metal de taberna en ‘happy hour’, choque de Blind Guardian y Celtas Cortos con violines folk (resueltos con sintetizador y ‘keytar’) y temas con títulos como ‘Los zombies se comieron mi barco pirata’.

Más serio fue lo de Crisix, grupo de Igualada que se mantiene fiel a las esencias de ese género un día considerado extremo llamado thrash metal, con sus texturas saturadas en honor a Kreator, sus citas del reciente ‘Pizza EP’ y un ‘medley’ a base de Metallica, Anthrax y Pantera. Crisix se situó a las antípodas del ‘flower power’: “el odio es algo necesario en nuestras vidas, todos somos unos putos ‘haters’”, exclamó el cantante, Juli Baz, aunque todos sabemos que, más allá de las apariencias, como decía el eslogan, “el heavy no es violencia”.

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