Crítica de cine

'La ley de Teherán': un ejercicio de neorrealismo 'noir'

Saeed Roustayi se aleja de los lugares comunes asociados al cine iraní para ofrecer un relato musculoso sobre la lucha contra el narcotráfico

Una imagen de 'La ley de Teherán'

Una imagen de 'La ley de Teherán' / EPC

Quim Casas

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Hay tanto de cine policiaco ‘hard boiled’ como de neorrealismo en esta sorprendente película sobre la lucha contra el narcotráfico en Irán. En las primeras secuencias, la de la redada y las posteriores en la cárcel donde los adictos al crac detenidos se amontonan, medio desnudos, en celdas cochambrosas y asfixiantes, el neorrealismo es ley. Es difícil discernir si las decenas de figurantes son eso, figurantes, o drogadictos reales que miran al vacío sin ver y se mueven como zombis.

Con un ritmo inicial trepidante y un desarrollo posterior que se toma su tiempo para retratar a los personajes principales –dos policías enfrentados entre ellos y un poderoso narcotraficante– en los escenarios lúgubres de la cárcel y la comisaría, el director Saeed Roustayi se distancia de lo que en Europa conocemos del cine iraní para ofrecer un retrato musculoso, realista y en absoluto moralista del problema.

El filme compitió en Venecia en 2019, su estreno en Irán fue un gran éxito, quedo parado por la pandemia y en 2021 ganó en el festival de Reims, consagrado al cine negro. Y es eso, una brillante pieza ‘noir’ que contempla sin ambages, frontalmente, el conflicto del que habla, trufada de grandes momentos como el del interrogatorio a la expareja del traficante, la redada inicial o todo lo que concierne a un niño de 12 años a quien su miserable padre quiere inculpar para librarse él de la cárcel.

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