Entrevista

Mariona Carulla: "Superado el escándalo Millet, el Palau de la Música se autofinancia ahora en un 87%"

A los 78 años, deja la presidencia del auditorio modernista tras 13 al frente. Se va satisfecha de la labor hecha tras asumir el cargo en el peor momento de la entidad, después de estallar el caso Millet

Mariona Carulla

Mariona Carulla / Ricard Cugat

Marta Cervera

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¿Qué ha sido lo mejor de su experiencia en el Palau?

Los últimos años, exceptuando el paréntesis de la pandemia, claro. En los últimos cinco años he disfrutado mucho porque ya habíamos superado lo que faltaba por hacer en el Palau. Cuando llegué, había que arreglar muchas cosas. Por un lado, la gobernabilidad; por otro, la recomposición de la fundación para que el Orfeó Català fuera el centro. También hubo que reponer a toda la gente que se fue o que sacamos. Pero una vez tuvimos el equipo ensamblado, con Joan Oller al frente, pudimos crear el Palau actual.

¿Y lo peor de estos 13 años?

Los comienzos. El primer año y medio fue duro, después todo fluyó. Incorporar a Oller fue clave. Lo fui a buscar con Joan Llinares, gestor que paró el primer golpe tras el escándalo. En estos años hemos regenerado y puesto en valor el Palau. 

Tuvo que ser duro descubrir que Fèlix Millet había estafado a amigos y promotores de la entidad como usted, que fue durante 10 años vicepresidenta de la junta.

Al principio no me lo podía creer. Ni yo ni nadie. Hasta que una minuciosa auditoría demostró que se había llevado dinero, no me lo creí. Temí que el prestigio del Palau se echara a perder, que afectara a la confianza en la entidad, a su credibilidad. Muchas personas que nunca han estado aquí aman el Palau. Es un referente para el pueblo catalán, uno de los iconos que representan los valores del país. No podíamos echarlo a perder. Por eso en agosto, durante las vacaciones, se trabajó tanto en la auditoría y en septiembre abrimos y retomamos la actividad.  

Su vida cambió radicalmente. 

Vengo del mundo de la empresa pero no estaba habituada a ir a una comisión del Parlament a dar explicaciones ni a un juicio a declarar durante más de dos horas. Lo tuve que afrontar. Fue un mal trago, pero también una experiencia interesante porque de todo aprendes. Y con este proceso... ¡ya tengo casi media carrera de Derecho hecha! Domino la terminología legal.

Entre los cambios importantes figuran los nuevos estatutos.

Hemos reformado muchas cosas en ellos, como que se contemple un proceso electoral, algo que no existía. Por eso los presidentes antes estaban años en el cargo. Insistí para que no se pudieran superar más de tres mandatos, de cuatro años cada uno. Es tiempo suficiente para desarrollar un proyecto. Siempre he creído en la renovación. Los cambios son buenos, aunque muchas veces no se respetan los estatutos y la gente se agarra al cargo. Sé de muchos casos, pero no me pregunte que no diré nombres...

Su sucesor es Joaquim Uriach; conoce la casa, pues ha sido miembro de la junta.

Y es más joven que yo, tiene 55 años. Superarme no será difícil. No tengo una gran virtud en nada, pero sí gran sentido del compromiso. Aunque seguro que no tendrá ese toque femenino, esa atención al detalle que me ha llevado a fijarme en esa puerta del lavabo que no cierra bien y a decorar la escalera, donde he hecho poner programas históricos de recitales importantes.

Ha asistido a infinidad de conciertos durante su mandato. ¿Mantendrá el ritmo a partir de la próxima temporada?

He ido a muchísimas actuaciones en el Palau y siempre que he podido he viajado con el Orfeó Català. A partir de ahora, los seguiré pero de otra forma. He comprado un abono para Palau 100. Y eso que la empresa Carulla, como mecenas del Palau, tiene derecho a entradas. Pero yo a partir de ahora estaré en la sombra. No iré a los palcos, sino que me sentaré en una de las filas del primer piso para no perderme las indicaciones del director a la orquesta. Desde luego, cuando me marche, no me voy a aburrir. Soy una persona muy curiosa, tengo una familia y muchas entidades y foros en los que estoy implicada, como la Fundació de la Sagrada Família y el Concurs Maria Canals.  

Su familia creó Gallina Blanca. ¿Le sirvió la experiencia previa?

Hay aspectos de la gestión que sirven para todo tipo de entidad. El primero, disponer de un plan a tres o cinco años vista que además debes tener el rigor de cumplir. Y hablando de cumplir, en segundo lugar, es básico ceñirse al presupuesto con el que cuentas para no dejar deudas. Nosotros lo hemos cumplido cada año. Oller, el director general, tiene mucho mérito. Lo ha logrado mirando cómo se podía captar más con las visitas al edificio, las entradas de los conciertos y el alquiler de salas, que suponen nuestros ingresos más importantes. El Palau funciona hoy como una empresa privada porque se autofinancia en un 87%. Debemos esforzarnos.

¿También en el aspecto social? 

También. Ya contamos con Palau Vincles, que llega a niños de escuelas e institutos del barrio donde se ubica el Palau, pero también a otras poblaciones que nos lo han pedido. Hay unos 800 inscritos a quienes enseñamos a cantar en un coro. No solo aprenden música, sino otros valores como la disciplina, la responsabilidad y el trabajo en equipo. Además, cantar en el Palau es empoderador y algo que trasciende y llega a sus familias. Este es un proyecto social real, no está para cubrir el expediente como ocurre muchas veces. 

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