Hotel Cadogan
Los libros recomendados por Olga Merino: una Venus 'cockney'
Sexto Piso, que viene recuperando la obra de Angela Carter, demasiado tiempo descatalogada, publica ahora ‘Noches en el circo’, delirante peripecia de una trapecista con alas, criada en un burdel victoriano

La escritora británica Angela Carter. /
Cada mañana, planchamos 'The Times' hoja por hoja para evitar que los huéspedes se manchen de tinta. Dominamos al detalle los rituales del té, el instante exacto en que deben servirse tanto los emparedados como los 'petits fours'.También llevamos grabado en el hipocampo el manual de etiqueta victoriana. Pero, en el fondo, los moradores del Hotel Cadogan somos espíritus silvestres, encanallados, peces de las honduras del barro, pasionales y escurridizos, como nuestra invitada de hoy, Angela Carter, de cuyo 'passing away' se cumplieron 30 años en febrero. Aun cuando la muerte prematura (a los 51) catapultó su fama, fue una escritora nacida a destiempo: 10 años demasiado vieja (y demasiado mujer) para haber sido encumbrada en los altares de la literatura británica de los 90, junto con Martin Amis, Julian Barnes y Ian McEwan; y 20 años demasiado joven para pertenecer al olimpo alternativo formado por Iris Murdoch, Doris Lessing y Muriel Spark, autoras nacidas en los años 20.
En cualquier caso, nos llena de orgullo y satisfacción que la editorial Sexto Piso esté recuperando su obra, exquisita y sacrílega a la vez. Venimos haciendo el pino con una sola mano tras la lectura apasionada de 'Noches en el circo': barroca, gótica, excesiva, sensual, sarcástica, hilarante, a veces vulgar…, ¡qué 'follie' de novela! La misma Carter la definió como un «'dickens' psicodélico» por su peculiar mezcla de realismo duro y fantasía. La historia arranca con la entrevista que un reportero norteamericano le hace en su camerino a Sophie Fevvers, una trapecista de fama mundial, rubia peróxido, un metro ochenta y siete descalza, una 'Venus cockney' que nació —o eso alega— con una protuberancia entre los omóplatos de la que le brotaron dos alas en la pubertad. Dispuesto a desenmascararla, el periodista la sigue en una 'tournée' delirante que los llevará desde Londres hasta la Rusia imperial de las postrimerías del siglo XIX.
Nada es hueco, ni el más prescindible adjetivo. En medio del juego y las sombras, siempre se embosca un aullido, en este caso la dificultad de abrir las alas para demostrar quién es uno en verdad. Por eso la madama del burdel donde se crio Fevvers exclama en cuanto aparecen las alas: «Debes de ser la hija del siglo que está a punto de empezar, la Nueva Era en que las mujeres no estarán sujetas a la tierra». Irrepetible, Carter; se cuenta que dejó su alianza de boda en un cenicero del aeropuerto de Hong Kong.
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