Mastodonte musical

Poder de las guitarras en el reinicio del Primavera Sound 2022 en el Fòrum

El severo pospunk de Interpol, el autohomenaje ‘shoegazing’ de Ride y el descarado rock garajero de Amyl and the Sniffers imprimieron carácter en el arranque del segundo fin de semana del festival, de nuevo entre multitudes y sin atascos significativos en el servicio de barras

Festival Primavera Sound. Concierto de Interpol en el Parc del Fòrum.

Festival Primavera Sound. Concierto de Interpol en el Parc del Fòrum. / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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El ecléctico Primavera decantó la brújula hacia la tensión guitarrera en el reinicio de la 20º edición del festival, este jueves en el Parc del Fòrum, tras el programa de estos días centrado en los clubs. Rock con peleones acentos punk y aroma cervecero con Amyl and the Sniffers, cortinas sónicas apuntando a abismos interiores en el pase de Ride y la solemne cirugía pospunk de Interpol encauzaron la jornada, de nuevo entre multitudes, como pórtico de un fin de semana que se prevé capitalizado por atracciones como The Strokes, Lorde, Dua Lipa, Tyler, The Creator o Antònia Font.

Regresó el desfile de bandas en un ambiente en el que podía percibirse una menor ansiedad que en el llamado ‘weekend 1’, sofocadas las urgencias y apaciguados los ánimos tras una semana de conciertos de todos los tamaños. Público quizá más dispuesto a disfrutar de la música con serenidad, que acudió al Fòrum de un modo algo más escalonado que el primer jueves, y un servicio de barras que funcionó con el dinamismo que uno puede esperar en un macrofestival de este calibre. Nuevo guiño a favor de la amistad Barcelona-Madrid: el mural con el beso de Ada Colau e Isabel Ayuso fue suplido por el de Pep Guardiola y José Mourinho en idéntico acto de amor.  

Deslenguada ‘frontwoman’

La tensión se centró en el escenario, en pases como el de Amyl and the Sniffers. La pandilla australiana nos compensó por la suspensión del pasado diciembre, a causa de la infección de covid de su cantante, Amy Taylor, y su bajista, Gus Romer. Lucieron lozanos y chulescos en el Fòrum a lomos, sobre todo, de la orgía de ‘riffs’ garajeros y rimas furiosas de su segundo álbum, ‘Comfort to me’. Material de pub humeante como ‘Freaks to the front’ y ‘Hertz’, donde Taylor, romántica ella, pidió a gritos (literalmente) que la llevaran de paseo por la playa, a la vez que se retorcía y marcaba musculatura como una sobrina lejana de Wendy O. Williams.

Otro tipo de lenguaje eléctrico, tendente a los espacios flotantes y las cortinas con doble fondo, se abrió paso con Ride, que si el miércoles procedió a recorrer su segundo álbum, ‘Going blank again’ (1992), en su 30º aniversario, esta vez se centró en el primero, ‘Nowhere’ (1990), cuyo cumpleaños fue torpedeado por la pandemia. Álbum seminal del ‘shoegazing’, aquella escuela de músicos que tocaban mirándose los zapatos, cinco minutos antes del Brit-pop, no trajo temas pop cristalinos al estilo de ‘Twisterella’, sino densas marejadas: de ‘Seagull’ a la tempestuosa ‘Dreams burn down’ y la atmosférica pero marcial ‘Paralysed’.

Sorteando el ‘revival’

En materia de ritmos severos, premio para Interpol, una banda capacitada para ejercer de atracción festivalera pese a su gen oscurantista heredero de Joy Division, The Chameleons, los primeros Echo & The Bunnymen, etcétera. Pero estos neoyorkinos trascendieron el ‘revival’ moviéndose desde la lejana ‘Untitled’ hasta un par de apreciables temas nuevos (‘Fables’ y ‘Toni’), anticipo de su nuevo álbum, ‘The other side of make-believe’, que saldrá el 15 de julio.

Paul Banks y compañía supieron construir un concierto de palpitación creciente, a través de la cadencia sonámbula de ‘Pioneer to the falls’ y acudiendo a las citas a su primer disco, como ‘Obstacle 1’ y ‘PDA’. Lo suyo fue un antídoto pospunk a la sesión previa, bastante hippie, de Khruangbin, combo tejano suscrito a un rock psicodélico de largas y ambientales composiciones tocadas por la mística soul y con aromas blues del desierto, adecuado para decorar un lánguido atardecer de festival.

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