CRÍTICA DE LIBROS

Graeme Macrae Burnet: rompiendo la cuarta pared

El escritor escocés recurre a un juego metaliterario para construir un thriller complejo y reflexivo.

Graeme Mcrae, escritor FOTO JOSÉ LUIS ROCA

Graeme Mcrae, escritor FOTO JOSÉ LUIS ROCA / José Luis Roca

Marta Marne

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En el prólogo de ‘Caso clínico’ (Impedimenta, 2022), Graeme Macrae Burnet (Kilmarnock, Gran Bretaña, 1967) relata cómo la historia que vamos a encontrar en este libro llegó a sus manos. En 2019 recibe un correo electrónico de un tal Martin Grey contándole que obraban en su poder varios cuadernos manuscritos por su prima. En dichos diarios podría hallar una serie de acusaciones hacia el psicoterapeuta Collins Braithwaite, personaje sobre el que Macrae Burnet había escrito en el pasado en un blog.

 Macrae Burnet lee los cinco cuadernos del tirón en un día: los testimonios que se narran en ellos son absorbentes. Pero le falta alguna prueba que demuestre que esas memorias son verídicas. ¿Y si es todo una fábula de Martin Grey? Aunque, bien pensado, ¿qué importa que la información que contienen sea verídica para crear con ella una obra de ficción? De un modo u otro, el escritor escocés de novela negra se lanza a la escritura de ‘Caso clínico’ con los datos que posee.

 Al igual que sucedía en su primera novela ‘La desaparición de Adèle Bedeau’, descubrimos de nuevo un planteamiento de muñecas rusas en el que el lector debe aceptar el juego con el objeto de adentrarse en la narración. Si la información volcada en el prólogo es cierta o no, es irrelevante para la lectura de este libro. Aunque bien es cierto que no nos desprenderemos de la duda constante acerca de si lo que estamos leyendo ocurrió en realidad, y gracias a ella mantendremos el interés por la trama en todo lo alto.

 Rebeca Smyth —con i griega como bien se dedica a puntualizar cada vez que se presenta— es un personaje de ficción creado por la autora de los diarios que Macrae Burnet transcribe aquí. Desconocemos quién se esconde detrás de este apodo, aunque conocemos algunos de los motivos de su elección —Daphne du Maurier y su novela ‘Rebeca’ son nombradas y además resultan más que evidentes—. Rebeca escoge un nombre diferente al suyo para asistir a la consulta de Braithwaite. Quiere comprender las razones que impulsaron a su hermana a suicidarse tirándose a las vías del tren tras algunas sesiones con el psicoterapeuta. Está convencida de que fue coaccionada o sugestionada, ya que Verónica no era el tipo de mujer que acabaría con su vida.

 La historia en primera persona de Rebeca será alternada con la biografía en tercera de Collins Braithwaite. De este modo, se busca contrarrestar el recurso del narrador poco fiable porque la duda sobre el personaje de Rebeca es constante. Ella trata de crear una personalidad alejada de la suya, mucho más despreocupada, desenvuelta y atrevida. Sin embargo, en las sesiones con Braithwaite se cuelan una y otra vez recuerdos reales de su infancia. ¿O también son fruto de su imaginación? ¿Un psicoterapeuta debería percibir esos engaños, o su diagnóstico debe fiarse de la imagen que proyectamos? Todo ello sirve para que cuestionemos, aún más, la ficción dentro de la ficción.

 El autor tensa los límites del engaño hasta hacernos dudar a cada página y demuele la cuarta pared: rompe el pacto ficcional y nos muestra los hilos de la marioneta. Aquellos que disfruten de los juegos metaliterarios encontrarán en esta obra un divertimento apasionante. Pero si no quieres que tu status quo pueda ser cuestionado, no te acerques a este libro.

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