Opinión | Periféricos y consumibles

Javier García Rodríguez

Javier García Rodríguez

Escritor y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Oviedo

'Fast and ferias'

Uno de los puestos de la Feria del Libro de Madrid

Uno de los puestos de la Feria del Libro de Madrid / JGR

El pasado sábado desayuné en un mesón de Madrid cuyo bar estaba adornado con media docena al menos de cabezas de toros disecadas -jandillas, vitorinos, cuvillos-, varias docenas de fotografías de toreros y festejos -en una de ellas, Manuel Benítez El Cordobés con Franco, ambos sonrientes- y un altar acristalado con la imagen de una virgen, varios búcaros con flores de plástico y una chaquetilla torera en blanco y oro sobre un torso de maniquí. Debajo del altarcillo, cuatro policías nacionales jóvenes, guapos y musculosos como tronistas de reality show desayunaban sus cafés con porras. Los toros difuntos tenían su destino grabado en unas placas plateadas: nombre del astado, lugar donde fueron muertos, matador, fecha del toricidio (esto seguro que se lo leí a Vicent) y el juicio del respetable ante la faena. Ferias y farias.

Desayuné entre alamares y comí entre calamares porque, abandonada esta feria de san Isidro privada que me ofreció el mesón del extrarradio, pasé el día en la otra feria, en la del libro, allá por El Retiro, cerquita de Atocha, caladero tradicional de este molusco cefalópodo del orden de los téutidos que, como es sabido, usa la tinta en su defensa y en su ataque, y que tiene ocho brazos y dos tentáculos. Puesto que cada uno habla de la feria según le va en ella (ya se dice en La Celestina, por lo que parece), aceptaré pulpo como animal de compañía y que la mayoría de los que allí andaban firmando con su tinta eran escritores de ambos sexos o más. Mientras me acordaba de aquel dicho de “potros que de feria en feria van, cada día menos valdrán”, vi policías -menos más bronceados que los del desayuno, más municipales, por así decirlo, más castizos- tratando de contener una avalancha de hormonas adolescentes lanzada en pos de una tiktoker, rayos resplandecer cerca de la Puerta de Tannhauser Alcalá, presentadores de informativos, agentes con licencia para contratar, presidenteshhh del gobierno y autonómicos, cantantes negacionistas, instagramers con colas interminables, firmantes sin público de sonrisa congelada, autores a los que les gritaban que se pusieran la toga, autores futbolísimos, hordas de niños al sol de poniente (esa es otra canción de Radio Futura, como la del jardín botánico), el único autor capaz de llevar camisa blanca de mi esperanza de manga larga y que le siente bien.

Saludé brevemente a Álvaro, a Mónica, a Sonia, a Rosa, a Antonio, a Miguel, a Palmira, a Julián, a Daniel, a Adriana, a Nahír, a Maica, a Fabio, a Amanda. Compré libros. Lo recuerdo. Fui feliz. Todo muy rápido. Fast and ferias.

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