Discos de la semana

Wilco, cánticos balsámicos para un mundo al límite

El grupo de Chicago hace un receso en su evolución sonora y entrega un álbum recogido, de tonos acústicos, refugiándose en los modos folk para conjurar los traumas mundanos 

Los nuevos elepés de Raynald Colom, Drive-By-Truckers, Rojuu y Alessio Arena, también reseñados

El grupo estadounidense Wilco, durante un concierto en Cap Roig en 2017.

El grupo estadounidense Wilco, durante un concierto en Cap Roig en 2017. / FERRAN SENDRA

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
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Después de dos décadas trabajando para quitarse de encima la etiqueta de banda neo-country o de country alternativo, experimentando con la electricidad y el formato de canción en torno a un mutante art-rock, Wilco hace una pausa y recupera el lenguaje acústico con vistas a las praderas. ¿Qué ha ocurrido? El estado mental flotante, propiciado por la pandemia, ha llevado a Jeff Tweedy y compañía a buscar confort en las sonoridades más familiares, acaso buscando el calor de hogar.

En realidad, ‘Cruel country’ es el disco folk que Wilco nunca había llegado a grabar, ni siquiera en sus primeros tiempos (el adorado ‘Being there’, de 1996, contenía dinámicos espasmos de rock), ni tampoco en la era previa de Uncle Tupelo. Es ahora, en el año 28º de su formación, cuando entregan esta obra dominada por medios tiempos y piezas de clima recogido, entre vestigios campestres, dinámicas emotivas y algún que otro punto de fuga cósmico, sacando partido de utensilios como el ‘pedal steel’ y el dobro. 

El estado de la nación

Canciones que gravitan en torno a textos meditabundos en los que Jeff Tweedy, autor, una vez más, de todo el temario, cruza sus observaciones de un mundo en pleno ‘shock’ (la espera pandémica, para "que nada cambie", bascula en torno a la reposada ‘The plains’, heredera del Hank Williams más intimista) y esboza sus enmiendas al estado de la nación. Empezando por la declaración del tema titular: "Amo mi país, estúpido y cruel / Rojo, blanco y azul", canta sobre mínimos andamios instrumentales, tras lo cual concluye que "todo lo que tienes que hacer es cantar en el coro". La terapia sobre la identidad norteamericana envuelve ‘Hints’: "¿Recuerdas cuando nos olvidamos de que éramos un continente vacío?".

‘Cruel country’, título que juega con el doble sentido, puede parecer algo lineal en la primera escucha, efecto agravado por su extensión (21 canciones), pero contiene un mundo de modos y acentos provechosos. Con incursiones aventuradas en ‘Bird without a tail / Base of my skull’, la pieza más despegada del suelo, entre pasajes de vaga mística paisajística, y los ocho minutos vaporosos de ‘Many worlds’. Contrastan sin brusquedad con el trote country más canónico de ‘Falling apart (right now)’, el crepúsculo orquestado de ‘Country song upside-down’ o el dulce psicoanálisis de ‘Story to tell’, donde Tweedy habla de la pugna con sus fantasmas en un mundo que "siempre está al límite".

Después de un ciclo de álbumes que no han llegado a cuajar entre el grueso de su público, tal vez Wilco recupere viejas sintonías con esa llamada a las esencias. Canciones con sustancia no le faltan a ‘Cruel country’, álbum grabado en directo en el estudio, invocando el espíritu de grupo, que se trasladará pronto al escenario en Barcelona, el 22 de junio en el Poble Espanyol (Cruïlla XXS). Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

Más de 25 años lleva la banda de Patterson Hood y Mike Cooley asfaltando las autopistas del sonido ‘americana’ con su moderno rock sureño sobre trenes que se alejan y hombres que se pierden. Su nuevo elepé de estudio (el número 14) los aleja de la trinchera política desde la que pergeñaron los tres anteriores álbumes para echar la vista atrás y evocar sus años de formación sin falsa nostalgia y con las voces cómplices de Margo Price, Mike Mills y Llana Schaefer. Hermosa solidez. Rafael Tapounet

Solo es el segundo disco del trompetista Raynald Colom con este cuarteto, pero 'A million dreams' parece cosa de una banda de esas que llevan una vida juntas y da igual lo que toquen -un estándar, una rareza, sus propias partituras-, siempre imprimen a la música algo de misterio, de vértigo. A million dreams', un directo construido sobre el repertorio de su anterior 'The Barcelona Sessions', es hondo y es jondo, intenso y ancho de miras, que no disperso. Por ahora, el mejor disco de Colom. Roger Roca

Rojuu no está nunca quieto. Ni nunca en la misma zona. Con 'Starina' podría haber sacado lustre a sus cartas ganadoras, aquellas en las que traslada elementos del pop a los ojos de un chaval en 2022 (algo así hizo en el sobresaliente 'Kor kor lake', publicado hace cuatro meses). Pero se arriesga a probar cosas tan lejos de lo comercial como este álbum totalmente experimental. Uno se imagina que 'Starina' es como suena internet: estridencia, voces distorsionadísimas y un caos atractivo. Y eso con una combinación de letras superficiales -incluso con tono burlón- y otras llenas de su profundidad emocional habitual. Ignasi Fortuny

Napolitano afincado en Barcelona, Alessio Arena brinda su don vocal a un viaje sentimental que cruza mares y océanos dejándose inspirar metafóricamente por el ejemplo del viajero veneciano. Es ya su quinto álbum, un poco menos barroco, más diáfano, con sus aromáticas fibras acústicas y provechosas incursiones en el fado, el bolero y el cabaret con fondo jazzístico. Un despierto cancionero con cruce de lenguas, aventurero, envuelto en cenefas ensoñadoras y transmisor de apetito vital. J. B.

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