Concerts Simfònics al Palau

Un ferviente hasta pronto

La OSV, dirigida por Edmon Colomer, despide su curso en el Palau con un ambicioso programa y un gran éxito de público

La OSV, dirigida por Salvador Brotons, despide su curso en el Palau con un ambicioso programa y un gran éxito de público

La OSV, dirigida por Salvador Brotons, despide su curso en el Palau con un ambicioso programa y un gran éxito de público / Lorenzo Duaso

Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

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La 26ª edición del ciclo Concerts Simfònics al Palau, una coproducción entre el auditorio modernista y la Orquestra Simfònica del Vallès (OSV), despidió este sábado su curso con un ambicioso programa –pospuesto por la pandemia– que incluía dos obras de gran complejidad: el ‘Cant Espiritual’ de Montsalvatge (1960) que se inspira en el poema homónimo de Joan Maragall, y la ‘Sinfonía Nº 9 en Re menor, Op. 125, ‘Coral’’ de Beethoven (1824), cuyo cuarto movimiento pone en música la ‘Oda a la alegría’ de Friedrich Schiller, que en este caso se ha escuchado en la versión catalana que realizara el propio Joan Maragall, 'Cant de joia'. En Barcelona la obra se estrenó en el Liceu en 1900 con el debut liceísta del Orfeó, conjunto que, junto a la Sinfónica de Madrid, lo llevó al Palau en primera audición en 1910.

Ambos compositores se inspiran en textos que inciden en la fraternidad y si uno se decanta más por el cuestionamiento de la fe religiosa, el otro apunta al humanismo. Un Montsalvatge ecléctico y en plena etapa de experimentación consigue que el Orfeó Català y la Simfònica de Barcelona le estrenaran su cantata para coro mixto y orquesta en el 50º aniversario del Palau, ahora recreada por el Cor de Cambra del Palau que –dirige Xavier Puig– junto al Cor de la Diputació de Girona y a la Simfònica del Vallès (OSV), todos bajo la batuta de Edmon Colomer. A pesar de que el programa llegó al Palau no solo suficientemente ensayado, sino también estrenado –el jueves en el Anfiteatro Parc Catalunya de Sabadell–, sorprendió cierta falta de equilibrio entre una masa coral sutilmente matizada y una OSV poderosa, con ganas de fiesta; quizás faltó una prueba de sonido algo más rigurosa.

Poderío artístico y popular

La ‘Novena’ de Beethoven, cuatro veces más extensa que el poema sinfónico-coral de Montsalvatge, sonó más equilibrada en el ‘Finale’ cantado gracias al coro ampliado con ‘cantaires’ de agrupaciones gerundenses y, una vez más, dejó claro su poderío artístico y popular (el programa se repetirá en Terrassa y Girona y se recupera en agosto).

Hubo suficiente acción de conjunto incluso en el difícil 'Molto vivace', con más nervios de lo requerido en los bronces en el primer movimiento, pero con una lectura general entusiasta y eficaz con excepción de la introducción del 'Finale'. Contando con una plantilla solista de voces muy solventes capitaneadas por la consagrada soprano Marta Mathéu y los ascendentes Anaïs Masllorens (mezzo), Antoni Lliteres (tenor) y Elías Arranz (barítono), el resultado acabó siendo más que satisfactorio, con el público de un Palau lleno puesto en pie agradeciendo la generosa entrega de los intérpretes.

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