Crítica de cine

'Live is life. La gran aventura': memoria y nostalgia juvenil

Adaptación de un guion de Albert Espinosa, el filme de Dani de la Torre parte de la memoria íntima para apelar a la memoria colectiva, un poco al modo de 'Verano azul'

Fotograma de 'Live is life: la gran aventura', de Dani de la Torre

Fotograma de 'Live is life: la gran aventura', de Dani de la Torre / EPC

Beatriz Martínez

Beatriz Martínez

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En su ensayo 'Verano azul: unas vacaciones en el corazón de la Transición', Mercedes Cebrián reflexionaba sobre qué había significado esa serie para la sociedad española del momento, inscrita en una fractura generacional entre las viejas y las nuevas estructuras, entre el puritanismo y la necesidad de cambio y libertad. Dani de la Torre recupera este espíritu en 'Live is life', cambiando Nerja por la Ribeira Sacra, donde él mismo pasaba las vacaciones, para configurar una aventura preadolescente en la que hay acampadas, persecuciones en bici y muchas dosis de aprendizaje. También, de paso, una mirada a cómo éramos entonces a través de la inocencia en un espacio y una época en la que todo era posible. 

El director adapta un guion de Albert Espinosa e intenta llevárselo a su terreno, el de la nostalgia, su amor por los paisajes de filma, la camaradería de la pandilla de niños y las referencias cinéfilas en las que hay espacio, por supuesto, para 'Los Goonies' y'Cuenta conmigo'. Sin embargo, no siempre consigue alejarse de cierto tono sensiblero y condescendiente propio de las novelas de Espinosa, quedando la película en un híbrido entre dos universos que chocan y no terminan de encajar. 

'Live is life' parte de la memoria íntima para apelar a la memoria colectiva. Lo hace de manera honesta a través de una narración juvenil que, como ocurría en 'Verano azul', dice mucho más de lo que pensamos acerca de lo que fuimos y de lo que somos. 

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