Entrevista

David Lagercrantz: "Se necesitan ‘hackers’ como Lisbeth Salander para hacer frente a Rusia"

El escritor sueco deja atrás su etapa 'Millennium' con 'Obscuritas', inicio de serie negra protagonizada por el psicólogo bipolar Rekke y la policía chilena Vargas

David Lagercrantz, este jueves en Barcelona.

David Lagercrantz, este jueves en Barcelona. / JOAN CORTADELLAS

Anna Abella

Anna Abella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Se necesitan ‘hackers’ como Lisbeth Salander para hacer frente a Rusia", opina el escritor y periodista sueco David Lagercrantz (Solna, 1962), despidiéndose del icónico personaje creado por su desaparecido compatriota Stieg Larsson y "contento" de abandonar, tras tres novelas, la saga ‘Millennium’, un fenómeno editorial que en 2015 asumió el reto de continuar. "Me encanta Lisbeth, la adoro, aunque es demasiado dura para mí. Aprendí mucho de Larsson pero necesito crecer como autor, hacer otras cosas". Y trae bajo el brazo el inicio de una pentalogía, 'Obscuritas' (Destino / Columna), ‘thriller’ en la Suecia de 2003, con ramificaciones en el Afganistán de los talibanes y la guerra de Irak.

En ella presenta tándem protagonista: la policía Micaela Vargas, hija de exiliados chilenos torturados por la dictadura de Pinochet, y el psicólogo, bipolar y adicto a los opiáceos, Hans Rekke. Ambos se obsesionan con resolver el asesinato de un árbitro de fútbol afgano, refugiado político de los talibanes. El primer sospechoso es un inmigrante italiano alcohólico que lo increpa durante un partido de juveniles. 

Putin es el villano perfecto para una novela negra

"En la literatura me apetece penetrar en oscuridades de las que escaparía en la vida real", dice quien en 'Obscuritas' se adentra en los pozos negros de la tortura y la depresión. "Intento explorar la oscuridad del alma. Hay cosas que temo, como la profunda depresión de Rekke, que tiene un trastorno bipolar y no sabes si es un genio brillante o un loco. La depresión es una fuerza tan irracional que de repente te sume en la oscuridad y distorsiona tu forma de ver las cosas. Me fascina y me horroriza por igual, porque nos puede pasar a cualquiera. Y yo no soy muy valiente”, confiesa. 

David Lagercrantz, este jueves en una calle de Barcelona.

David Lagercrantz, este jueves en una calle de Barcelona. / JOAN CORTADELLAS

Rekke es, admite Lagercrantz, un homenaje a Sherlock Holmes. "Está contento si tiene un caso pero le deprime que en su intelecto no pase nada. Necesita su droga. Entonces ve las cosas de forma más afilada". Y tiene tendencias suicidas. "El suicidio es la consecuencia última de la depresión. Vargas, que es una refugiada que vive en un suburbio deprimido de inmigrantes, se pone furiosa con él, un aristócrata que representa todo lo que ella no puede tener. No entiende que pueda caer tan abajo cuando es un privilegiado. Él puede permitirse ser débil pero ella, que para sobrevivir ha tenido que ser fuerte, no".      

Los torturados no acaban diciendo la verdad sino lo que creen que los torturadores quieren oír para que dejen de torturarles

El contraste entre ambos es, explica, espejo de "la brecha entre clases sociales que hoy vive Suecia, que en su día fue famosa por ser la sociedad más igualitaria del mundo". "Lo experimenté cuanto escribí la biografía del futbolista Zlatan Ibrahimovic, que, como Micaela, venía de un barrio marginal, mientras que yo vengo de clase alta. Aunque nos criamos en mundos diferentes nos entendimos y aprendimos el uno del otro. Hay que romper esos muros", señala este antiguo periodista de sucesos.   

Tras el 11-S

La otra temible oscuridad de la novela es la tortura. "No sé cómo reaccionaría yo. Al investigar, pensé, ¿hasta qué punto soy fuerte? ¿qué pasa tras ser torturado?". "Tras el 11-S pensamos que el mundo estaría más unido pero con las guerras de Irak se ha roto más y Estados Unidos dejó de ser la nación de la justicia para ser la que tortura -continúa-. Rekke se da cuenta de que la tortura tiene marcas culturales, que tras ella hay una ideología. Sabe si han torturado los americanos o los talibanes. Los torturados no acaban diciendo la verdad sino lo que creen que los torturadores quieren oír para que dejen de torturarles". 

Espero que se acabe con Putin porque si no le paramos tengo la sensación de que volveremos a 1938

"Hay tortura en todo el mundo. La guerra de Irak empezó con la mentira de las armas de destrucción masiva. Fue la primera guerra mundial de nuestro milenio y la madre de tantísimas crisis que han venido después", lamenta para enlazar con Ucrania. "Quién sabe lo que nos deparará esta guerra, pero seguro que nos afectará durante generaciones. Espero que se acabe con Putin porque si no le paramos tengo la sensación de que volveremos a 1938. Es imposible negociar con un personaje como él. Es un mafioso de manual para una novela negra, un hombre chiquitín con aires de grandeza. Es el villano perfecto", opina el autor, quien está de acuerdo con que su país haya pedido entrar en la OTAN ante la amenaza rusa. "Entre democracia y dictadura no hay discusión". 

¿Cómo puede ser una amenaza la música, la belleza o que una mujer enseñe el rostro?

Los talibanes

Cuando el año pasado Estados Unidos abandonó Afganistán y los talibanes volvieron al poder, Lagercrantz sintió una nueva oscuridad. En el libro, estos asesinan a una violinista. "Tras miles de muertos en dos guerras se volvió a la casilla de salida. Mataron a muchos músicos. Es odio. ¿Cómo puede ser una amenaza la música, la belleza o que una mujer enseñe el rostro? Solo si la deseas y es inalcanzable para ti puedes tener el impulso primitivo de cargártela". 

Suecia es el segundo país de la UE con más población extranjera. "Eso ha ayudado a la extrema derecha y la xenofobia a crecer, sin prisa pero sin pausa. Y Putin ha disfrutado con ese auge y con el Brexit y Trump. Y es triste, pero hay doble rasero con los refugiados ucranianos. Están a favor de acogerlos porque dicen que son europeos. Pero no pasó lo mismo con los sirios".   

La continuación de 'Millennium'

‘Millennium’, saga negra con más de cien millones de lectores en 50 países, ya tiene quien la continúe: Karin Smirnoff. "Ella no escribe novela negra y tiene una prosa muy peculiar". ¿Un consejo? "Yo fui muy fiel a los personajes de Larsson porque a mucha gente no le gustó la idea de que otro la escribiera y generó polémica. Le diría que se desmelenara, que fuera más atrevida que yo para ver hasta dónde puede evolucionar Lisbeth. Yo abrí el camino, ya no se enfadarán tanto". Mientras, él ya tiene a sus personajes. Antes de fin de año debe tener lista la segunda entrega. 


Suscríbete para seguir leyendo