Novedad editorial

Joaquim Carbó, memorias de pandemia y más allá

El autor de 'La casa sota la sorra' reúne a sus casi 90 años en 'Sense futur' recuerdos y reflexiones durante el "carroñavirus" y de personajes que han sido importantes en su vida

Joaquim Carbó, este miércoles en la librería Ona de Barcelona.

Joaquim Carbó, este miércoles en la librería Ona de Barcelona. / RICARD CUGAT

Anna Abella

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Hace dos años, a sus 87, Joaquim Carbó (Barcelona, 1932) vio, igual que el resto del planeta, cómo le cambiaba la vida el "carroñavirus", tal como el autor del clásico juvenil ‘La casa sota la sorra’ (1966) califica al "azote de la pandemia". "Este agosto, si todo va bien, cumpliré 90, y aquellos días, tener que quedarte recluido en casa, todo lo que pasó… me hizo reflexionar sobre lo que mi mujer, Rosa, y yo hacíamos antes de que llegara el coronavirus. Ya no podíamos ir al cine o al teatro... Y las ideas que había ido apuntando para escribir cuentos o alguna novela me parecieron tan superficiales y poco importantes ante lo que le había caído al mundo encima que ya no me servían". De "la constatación de ese fracaso" y de ponerse "a recordar hechos y circunstancias anteriores y personas que habían sido importantes" en su vida surgió ‘Sense futur’ (Destino), que quedó finalista del pasado Premi Pla, al que se presentó sin seudónimo. 

Escrito entre marzo de 2020 y agosto de 2021, antes de la guerra en Ucrania -"tan terrible"-, y pese al aparente pesimismo del título y a frases del libro donde califica el presente que vivimos de "oscuro, peligroso, sórdido y enfermizo", Carbó opina que ante augurios futuros que apuntan a peores consecuencias del cambio climático, guerras o nuevas pandemias, "sea como sea, los humanos debemos sobrevivir". "No quiero que ninguna persona a la que quiero y que me sobrevivirá deba malvivir en un mundo de ciencia ficción catastrofista (...) Sufro por toda la humanidad que quedará y deberá espabilar para encontrar una salida digna a todos los problemas que llaman a la puerta. Nos lo jugamos todo, y entiendo y deseo que se impondrán la razón y el sentido común", escribe.  

El escritor Joaquim Carbó, este martes.

El escritor Joaquim Carbó, este martes. / RICARD CUGAT

Y, ante la prensa, aunque confiesa que aún no se atreve a volver a los cines por el coronavirus, destila vitalidad, aunque es más que consciente de los achaques de los años (colon irritable, ya no puede cortarse las uñas solo…, enumera con una sonrisa resignada). "Intento vivir la vejez y entenderla, pero cuando piensas que dentro de 15 días o tres meses quizá ya no estarás... Estoy contento de haber llegado hasta aquí pero después de los 90 ya quedan pocos", asume. 

Carbó, al que su trabajo por las mañanas en la Caixa le permitía dedicarse a escribir por las tardes -es autor de un centenar de títulos-, fue uno de los fundadores del colectivo Ofèlia Dracs, con el que se prodigó en géneros como el erótico, y es historia viva de ‘Cavall fort’, donde escribió ya desde los primeros números, en 1961, y donde continúa colaborando.

La inmersión lingüística ha servido para hacer más escritores, pero no lectores

Cita otro de sus clásicos de literatura infantil y juvenil, ‘La colla dels deu’ (1969), para recordar cómo llegaron a recriminarle "que era machista" porque en aquella aventura no había niñas. "Pero es que en aquellos años no habría sido realista. En las escuelas niños y niñas estaban separados", razona, enlazando con el caso de Amanda Gorman, la joven poeta negra y activista que se hizo famosa en la toma de posesión del presidente Joe Biden, y que vetó la traducción al catalán de un libro suyo porque el traductor no era mujer ni negra (Víctor Obiols). "Es un poco absurdo llevar la pureza a tales límites. ¿Significa que si escribes de un peluquero debes ser peluquero? ¿O asesino si lo haces de un asesino?".     

De Margarit a Moix

En ‘Sense futur’, además de repasar a varios premios Nobel, Carbó recuerda a figuras ya desaparecidas como los escritores Manuel de Pedrolo, Albert Jané, Estanislau Torres o Jordi Arbonès, el librero de la Maga, Gaspar Aguayo, el dibujante Picanyol o el poeta Joan Margarit, al que conoció poco pero del que señala "la gran repercusión en los medios que tuvo su muerte, imagino que porque también escribía en castellano". También lo hacía Terenci Moix, añade, "que vio que así se podía ganar mejor la vida, y se pasó a la agencia de Carme Balcells. Seguro que es útil tener un agente literario pero yo no habría sabido tener un intermediario". 

Lectores en catalán

Se sorprende Carbó, que medio parafrasea a Raimon con un 'vinc d’un temps molt antic i molt llarg’, ante la cantidad de novedades en catalán que hay en librerías. "La inmersión lingüística ha servido para hacer más escritores, pero no lectores. Los lectores que hay no se corresponden con el número de libros que se escriben", opina quien cada noche apunta un breve resumen del día en su agenda y periódicamente dona a la Biblioteca de Catalunya ‘correspondencia’ en forma de correos electrónicos que considera importantes. Ahora está escribiendo una novela de aventuras para jóvenes sobre niños soldado: "tres chicos y una chica de armas tomar".