Crítica de música
Kazushi Ono dice adiós a la OBC con un gran Mahler
El director japonés deja la titularidad del conjunto catalán interpretando una aplaudida versión de la ‘Sinfonía Resurrección’
Pablo Meléndez-Haddad
Con Gustav Mahler, su monumental ‘Sinfonía Nº 2 en Do menor, ‘Auferstehung’ (‘Resurrección’)’ y una larga –y merecida– ovación de casi un cuarto de hora, el director japonés Kazushi Ono comenzó el viernes a despedirse como titular de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Cataluña (OBC), conjunto a cuyo mando ha estado siete años, incluyendo los de la pesadilla de la pandemia.
El maestro japonés, actualmente director artístico y musical del New National Theatre de Tokio –el principal escenario operístico de la capital nipona– y flamante titular de la Brussels Philharmonic en reemplazo del francés Stéphane Denève, se marcha de la capital catalana dejando una orquesta en un buen nivel general, con instrumentistas virtuosos y motivados, aunque sin haber podido desplegar todos los proyectos que pretendía desarrollar al aterrizar en el Auditori.
Ono, quizás impedido por sus largas estadías desligado del conjunto, no deja una huella propia, ya que poco podía decir sobre la programación de los conciertos que no dirigía, así como de la gestión de la orquesta, a la que llevó a Tokio para interpretar una ‘Turandot’ firmada por Àlex Ollé. Proveniente, entre otras instituciones, del Teatro de La Monnaie-De Munt de Bruselas y de la Opéra National de Lyon, en Francia, la experiencia de Kazushi Ono parecía más indicada para dirigir un teatro de ópera, y por eso causó sorpresa cuando la OBC le fichó.
Su último concierto ha dejado huella, con una versión categórica, matizada y equilibrada, con los músicos siempre concentrados y, por si fuera poco, con un Orfeó Català sobrado en el grandioso ‘In tempo des scherzos’. El coro atraviesa un momento de gloria de la mano de Pablo Larraz, exhibiendo músculo en unas intervenciones que dejaron al descubierto un trabajo esculpido con mimo; el control de las dinámicas expuso un fraseo sensible y expresivo.
De la inmensa obra maestra malheriana quizás el segundo movimiento fue el menos cohesionado, con pasajes borrosos en los ‘pizzicati’ o en los de transición del tercero, ya que en ‘Urlicht’ y en los momentos más energéticos todo fue bien. En el maravilloso ‘Lieder’ que nace de la colección de poemas de ‘El cuerno mágico del muchacho’, la acreditada mezzo Mihoko Fujimura lo dio todo, cantando con clase, aunque se añoró una voz más oscura. Se le unió más tarde una resuelta y eficaz –incluso en el grave– Lydia Teuscher, rematando una prestación que, al acabar, puso al público en pie.
Un breve discurso del director general del conjunto, Robert Brufau, y un ramo de flores marcaron la despedida del maestro, a quien se unió el adiós al violinista Antoni Peña, que ha tocado con la OBC durante 45 años y que se jubilaba este fin de semana.
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