Crítica de cine

'Costa Brava, Líbano', el vertedero como metáfora

La película de Mounia Akl es interesante no solo por su carácter eminente de denuncia social, sino por la forma de mostrar el problema desde cuatro o cinco puntos de vista

Un fotograma de 'Costa Brava, Líbano', de Mounia Akl

Un fotograma de 'Costa Brava, Líbano', de Mounia Akl / Avalon

Quim Casas

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La directora de ‘Costa Brava, Líbano’, Mounia Akl, explicaba en su reciente visita a Barcelona, para presentar la película en el festival D’A, que el curioso título, al menos para nosotros, no tiene nada que ver con la Costa Brava, aunque hay una zona de Beirut a la que las autoridades decidieron ponerle ese nombre pensando en la costa catalana. Porque el filme parte de situaciones reales para construir una ficción en torno a una familia que se ha alejado de la gran ciudad, pero observa impotente como la ciudad regresa a ella: al lado de la casa en la que viven, situada en una colina lejos del mundanal ruido, se construye un vertedero público.

Protagonizada por la también directora Nadine Labaki (‘Caramel’), ‘Costa Brava, Líbano’ es interesante no solo por su carácter eminente de denuncia social, sino por la forma de mostrar el problema desde cuatro o cinco puntos de vista, tantos como miembros tiene la familia. Si la construcción del vertedero indigna al padre, la hija adolescente descubre, al contacto con los jóvenes obreros, el primer deseo amoroso. En este sentido, el filme, coescrito con la directora catalana Clara Roquet, resulta armonioso. En el choque entre los integrantes de esta familia que ve peligrar la utopía en la que habían creído reside la fuerza de un filme que tiene algo de cine de resistencia, o el vertedero como metáfora de la corrupción imperante en el Líbano.

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