Opinión | El microsurco y yo

Ignasi Fortuny

Ignasi Fortuny

Periodista. Principalmente, escribo sobre música.

¿Por qué los 'millennials' compramos discos de vinilo?

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Ayer me hicieron una pregunta: "Joven, ¿por qué compra vinilos?" Y quedé ligeramente colapsado mientras buscaba respuestas. El preguntón, además, no sabía que mi tocadiscos debe de llevar tranquilamente un año con el cable de alimentación partido por la mitad, lo cual habría añadido exclamaciones a la interrogación. Tiene diagnóstico y culpable localizado. Lo del tocadiscos, digo. Todo apunta a mi perra; el jefe de Spotify no debe vivir cerca de casa. 

Me ha poseído música escupida por el altavoz más barato de la tienda. Del bafle más roñoso de cualquier club. O directamente canciones que salían de un móvil colocado dentro de un vaso para amplificar el sonido. Me he escuchado un álbum entero con el ordenador a través de alguna plataforma de ‘streaming’ mientras leía el libreto del disco que me acababa de comprar (para precisar, muy poquitos al año, que no desisto de vivir en Barcelona y lo que eso significa). Dicho así, parezco imbécil. Eo, también he desprecintado, abierto y colocado en el giradiscos elepés esperados, y qué buenos. Pero, ya ven, no soy el melómano que se queda mirando cómo la aguja va pasando por todo el vinilo. Cada uno que viva sus filias a su manera.

Al final, supongo que uno establece un vínculo poco racional con el plástico, y que no es tan diferente del que colecciona sellos, chapas o imanes de nevera (¿han visto alguno que se salve del horror?). A diferencia de estos últimos, los discos tienen o suelen tener un valor estético importante: portadas que son arte. ¿Cuántos discos se deben comprar por la tapa? Un diseño que se sigue cuidando y que jóvenes artistas quieren mimar también (una voz generacional tan presente como Rojuu sacó su último álbum en vinilo con diseño del artista Filip Custic). Se puede leer como un gesto ambicioso, ganas de revestir tu música con un envoltorio de calidad y con significado. O que simplemente le hace ilusión por un motivo equis.

Supongo que tiene gracia que un 'millennial' como yo (negaré haberme bautizado a mí mismo así) compre ahora un objeto más muerto que vivo mientras uno se hacía mayor. De hecho, el vinilo era poco menos que un zombi al que en muchos casos (y tiendas) se había llegado a enterrar. Para ser claros: en mis recuerdos de muy chaval hay casetes a cascoporro. Luego, hay cedés. Luego de luego, internet. Y ahora lo que tengo es una mezcla rara habiendo contado todo lo anterior: cualquier dispositivo móvil y los antiguamente moribundos vinilos.

No sé, supongo que ese objeto acaba teniendo un valor sentimental poco clasificable. Simplemente, lo tienes ahí y, de tanto en cuando, lo desempolvas, lo contemplas y, a veces, lo escuchas como debe ser. El microsurco desprende un aura de calidad totalmente subjetiva y es también, creo, un acto de ‘fidelidad’: primero, a la música; y segundo, al grupo que tienes entre manos. En mi caso, es como comprar una camiseta de tu grupo favorito pero sin que tengas que acertar la talla. Pasan los años y te sigue quedando bien. 

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