Crítica de teatro

'Company', con el sello de Broadway

Antonio Banderas vuelve a BCN con otro clásico del género musical de Stephen Sondheim servido en el Apolo con factura impecable y un gran equipo artístico

Company

Company / Zowy Voeten

José Carlos Sorribes

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Dichosa casualidad y rendido agradecimiento a Antonio Banderas y a su Teatro del Soho de Málaga. Ahí es nada tener dos grandes musicales en la cartelera barcelonesa. 'A chorus line' regresó al Tívoli tras la suspensión obligada por la pandemia, mientras 'Company' ha aterrizado en el Apolo al mismo tiempo. Es este uno de los musicales más aclamados del genial Stephen Sondheim, y su estreno en la capital catalana llega como el mejor homenaje tras su fallecimiento el pasado 26 de noviembre. Por un motivo que no admite reproche: una pieza –igual que sucedió con 'A chorus line'- servida de forma tan convencional como impecable.

'Company', estrenada en 1970, abrió nuevas fronteras en el género. A partir de un soltero cotizado (Robert, Bobby o Bob, según el momento) desgrana un retrato del matrimonio, de la vida en pareja, del amor y el desamor, de la soledad... En definitiva, de recovecos de la conducta humana más íntima. Todo con los rascacielos de Manhattan de marco y alrededor de un grupo de amigos de esa clase media de la ciudad, tan genuinamente neoyorquinos. A lo largo de una serie de escenas/encuentros, con parejas de amistades y citas con algunas amigas, Robert inicia su particular juego del matrimonio como si fuera el de la oca. De escena en escena, de casilla en casilla.

Arranque algo bajo

El sello clásico de Broadway y el del West End londinense está en todas las producciones de Banderas. Aquí coge forma con un reparto magnífico (las audiciones y casting del artista malagueño son exhaustivos), una música en directo a la misma altura (la partitura de Sondheim es siempre un regalo para el oído) y un envoltorio lustroso con la escenografía de Alejandro Andújar y la iluminación de Juan Gómez-Cornejo y Carlos Torrijos.

Arranca el montaje con un tono algo bajo con un par de escenas a las que igual les sobra edulcorante y les falta brío, pero son, de alguna manera, como un calentamiento para lo que vendrá después. Y le corresponde a Anna Moliner dar el toque de corneta con una escena en la que es por igual Mary Santpere que la Lloll. La actriz badalonesa es una mina para el género, por cómo canta y por su comicidad arrebatadora. Es ella una de las nueve caras catalanas de 'Company', como recordó Banderas, el día del estreno.

El segundo acto se abre con un número coral que ya pone el listón muy alto. La malagueña María Adamuz, otro gran nombre del musical, lleva luego este 'Company' al terreno más vodevilesco con la hilarante escena de cama con el atribulado Robert. Poco después llega la escena de la insigne Marta Ribera, de un poderío vocal que desarma, en uno de los grandes momentos 'setenteros' de la obra.

Una sucesión, en definitiva, de escenas impactantes con el colofón del 'Being alive' ('Sentirse vivo', en esta versión con letras de la especialista Roser Batalla), en la que Roger Berruezo, el Robert de la versión que ha llegado al Apolo, se deja la piel. El actor catalán ha cogido el relevo del propio Banderas, que estrena como protagonista sus musicales en Málaga y cede luego el testigo en las giras. Le ha tocado ahora a Berruezo, a quien la noche del estreno se le vio algo abrumado por semejante responsabilidad. Nada que el paso de las funciones no pueda solucionar.

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