Crítica de música clásica

Salvador Mas se impone con Beethoven

El director catalán demuestra dominio y sabiduría en una extrovertida versión de la ‘Missa Solemnis’

Los solistas y Salvador Mas ante la OBC y la masa coral, en L'Auditori de Barcelona

Los solistas y Salvador Mas ante la OBC y la masa coral, en L'Auditori de Barcelona / Auditori-May Zircus

Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

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Con la imponente ‘Missa Solemnis en Re, Op. 123’ de Beethoven, una de las obras más importantes del genio de Bonn y contemporánea de su inmortal ‘Novena Sinfonía’, continuó este fin de semana la temporada de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC). Como solistas se contó con la fantástica soprano Siobhan Stagg, que demostró ser una intérprete ideal para la parte –y que sacó provecho la ubicación en la que se situaron a los solistas–, junto a la bien timbrada mezzosoprano Sophie Harmsen, al tenor Werner Güra –que proyectó con corrección algunas de sus frases– y a un poco relevante bajo-barítono Dietrich Henschel, de gris y sorda sonoridad. Todos ellos se desenvolvieron bajo las órdenes de Salvador Mas, quien, sin partitura, demostró ser un director óptimo para este repertorio; el músico catalán controló sin mayores problemas, por ejemplo, los continuos cambios de tiempo y de carácter del ‘Gloria’, incluyendo el complicado fugado final, contando con una OBC concentrada y muy eficaz a pesar de alguna entrada errónea, como en el inicio del ‘Credo’.

Los intérpretes de la 'Missa Solemnis' en L'Auditori de Barcelona

Los intérpretes de la 'Missa Solemnis' en L'Auditori de Barcelona. / Auditori-May Zircus

Mas demostró su poderío encauzando momentos en los que la cuadratura parecía desmoronarse, como sucedió brevemente en el ‘Hosanna’, que supo reencaminar en seguida, con gesto claro y manteniendo la calma. Hubo también varios momentos mágicos, como la entrada del violín –y la flauta– en el ‘Benedictus’.

En esta obra maestra de descomunales dimensiones la exigencia para la masa coral es extrema, pero –a pesar de alguna estridencia puntual– la prueba quedó ampliamente superada por el memorable trabajo conjunto del Cor Liedercamera, el Cor Madrigal y el Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana, casi 90 voces que sonaron amalgamadas y suficientemente moldeadas, salvando los escollos y ofreciendo un trabajo admirable.

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