CRÍTICA DE LIBROS

'Q Road' de Bonnie Jo Campbell: una Norteamérica muy oscura

Dirty Works rescata la primera novela de Bonnie Jo Campbell, una historia rural en la que el suspense reside en los mecanismos narrativos

Campbell

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Marta Marne

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David Retakker, en cuanto tiene ocasión, dobla su dedo índice para simular que se lo han amputado a la altura del nudillo inferior. Como George Harland. Ha madrugado para ayudarle a descargar un remolque de paja en el granero. Se dirige hacia allí en bicicleta, y por manejarla con una sola mano termina cayendo frente al puesto de venta de Rachel Crane junto a la carretera. Esta le riñe porque acaba de atropellar a una oruga lanuda por su imprudencia. Al mismo tiempo, Nicole Hoekstra fantasea con pasar con el coche por encima del cuerpo de su marido. Y Elaine Shore observa todo desde el rincón de desayuno de su casa prefabricada.

Estas pequeñas cotidianidades ocurren la mañana del 9 de octubre de 1999. Con el arranque de cada capítulo, iremos conociendo a un nuevo vecino del condado de Kalamazoo, Michigan. La tensión narrativa se asienta en la sospecha de que algo terrible va a suceder a lo largo de ese día, incertidumbre que crece a medida que avanza la novela.

‘Q Road’ (Dirty Works, 2021) es la primera obra de Bonnie Jo Campbell, publicada en origen en 2002. En ella encontramos un retrato fiel de lo que supone la vida rural en Estados Unidos en una población en la que los relojes parecen haberse detenido. Por ello, escoge un recurso narrativo que se ensambla con lo que nos quiere contar: hasta que no sobrepasamos la mitad de la novela, el desarrollo de la trama no va más allá de unos pocos minutos. De este modo, esa inmovilidad no solo se percibe en la ambientación y la atmósfera del libro, sino también en la forma en la que está escrito.

Página a página ahondará en el pasado de los personajes para que conozcamos la historia del lugar desde 1934, año en que un tornado arrasó con todo. A pesar de la relevancia de cada uno de los secundarios, son Rachel y David quienes llevan el peso de la narración. Tal vez por sus paralelismos. Los dos son muy jóvenes —diecisiete y doce años respectivamente—, ambos han tenido que salir solos adelante. Gracias a su relación —a la que se suma George como figura paternal para el chico— Campbell indaga en la complejidad de las relaciones humanas. En la dificultad de expresar las emociones en un ambiente que puede llegar a ser de una rudeza y hostilidad tal que permea en el alma de sus habitantes.

Resulta inevitable vincular a Campbell con autoras como Joyce Carol Oates, Flannery O`Connor, Carson McCullers o Eudora Welty. Existe una gran semejanza en su forma de retratar los entornos rurales y cómo éstos condicionan a sus protagonistas. Por encima de todos ellos destacan los femeninos. No solo por su abundancia sino también por su precisión a la hora de crear mujeres complejas que se escapan de los convencionalismos en los que la tradición ha tratado de encorsetarlas.

Esposas que fantasean con degollar a sus maridos, madres que escogen cuidarse a sí mismas antes que a sus hijos, adolescentes que sobreviven solas en el río sin la ayuda de nadie. Como colofón, un inmenso despliegue de conocimiento del entorno en el que los personajes transitan, desde los nombres de las aves y sus épocas migratorias hasta los lugares donde un huerto puede obtener un mayor rendimiento. Una profusión de detalles que dotan a ‘Q Road’ de vida.

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