Crónica rosa
'Mamarazzis' dicen: Leonor funciona
Ya hay paparazzis de guardia en el Atlantic College de Gales, donde estudia la hija de los Reyes y su noviete. Las fotos se pagarán muy bien como en su día ocurrió con las del Felipe VI cuando salía con Isabel Sartorius
Laura Fa
Periodista
Soy periodista del corazón desde hace más de 20 años. He trabajado en la Agencia Korpa como reportera. He escrito en varias revistas: Lecturas, Diez Minutos y Divinity. He trabajado en radio y actualmente colaboro en ‘Versió Rac1’ y ‘Vosté Primer’ en Rac1.
En televisión trabajé 9 temporadas como redactora y tertuliana en ‘Arucitys’. He participado en varios programas de Telecinco y ahora formo parte del equipo de colaboradores de Sálvame.
Actualmente también colaboro en programas de TVE, Tv3 y 8tv.
Algo está pasando con la princesa Leonor y la prensa lo sabe. Esta semana la hija de los Reyes ocupaba la portada de dos revistas. Desde que la semana pasada se dispararan las alarmas con la posibilidad de que esté enamorada, el interés en ella ha aumentado exponencialmente. Y en positivo. Todo lo relacionado con la monarquía tenía últimamente un aire caduco y poco glamouroso. Hace años, no era así. En los 80, cuando Felipe VI era adolescente se convirtió en el personaje principal de la prensa del corazón. Sus reportajes valían más que ninguno y sus noviazgos se pagaban a precio de oro. Vaya, para hacerse a la idea, en el 89, las primeras fotografías con Isabel Sartorius, el paparazzi cobró 60 millones de las antiguas pesetas. Un dineral. Ni la Preysler, ni Nati Abascal, ni la Jurado.
Si alguien tenía valor para la prensa, era el príncipe Felipe. Letizia también fue un soplo de aire fresco. Locuras hicieron los paparazzis , por ejemplo, para conseguir las primeras fotos de ella en bikini. En el 2007 estuvieron cinco días camuflados en la montaña de la isla de Cabrera. Lo consiguieron y cobraron 300.000 euros. Parecía que este interés desmesurado quedaba en un recuerdo del pasado, pero no. Con Leonor algo está cambiando, porque Leonor funciona. Incluso los vídeos de TikTok donde ella aparece se hacen virales. Si echáis un vistazo al perfil de Nuria Marin (@nuriasecret) veréis como de los cuatro vídeos que le ha dedicado a Leonor, uno de ellos tiene casi 6 millones de visualizaciones. No es de extrañar que el personaje más buscado del momento sea el noviete de Leonor. Atrás queda el trilerismo de estos últimos años con el emérito y compañía.
Parece que al menos, en el caso de la princesa, el valor está asegurado. Ya hay paparazzis de guardia en el Atlantic College de Gales, donde estudia la hija de los Reyes y este chico. Nada conocemos de él salvo su cogote y que tiene una sudadera marrón. Las fotos se pagaran muy bien y si ya son al lado de Leonor, bingo para el que las consiga.
Adriana Abenia
Esta semana la presentadora ha sido noticia por meter la pata. Ella, tocando techo profesional. En sus historias de Instagram Adriana denunciaba que cómo era posible que Roxy, en una campaña publicitaria, mostrara una modelo con sobrepeso. Para Adriana, una modelo con un cuerpo no normativo, ya es una obesa que hace apología de los malos hábitos y que no merece salir en las imágenes. Venga, todas las gordas pidiendo perdón a Adriana por salir a la calle y existir. Cuando las críticas empezaron a pasarle factura, Adriana lo justificó diciendo que solo estaba abriendo un debate. Amiga, preguntar a tus seguidores qué opina sobre la gordura o no de otras personas es un acto de violencia, gordofobia concretamente. A cuadros se debió de quedar cuando le explicaron que la chica en cuestión se llama Malia Kale Opaa, es surfera y no es ni una obesa ni una enferma. Lo que Abenia llama apología de la gordura es simplemente naturalizar la realidad de los diferentes cuerpos de las mujeres. Tozuda ella, no solo no se ha disculpado sino que al cabo de dos días volvió a insistir. En su Instagram colgó una imagen criticando que el 7% del gasto sanitario se destinara a la obesidad. Borró la foto, claro. Alguien debió avisarle que el ridículo ya era exagerado. No nos dejemos engañar. No está preocupada por la salud de nadie ¡Qué va! Adriana, aparte de ser una gordofobica, lo ha hecho para crear reacción y tránsito en su cuenta de Instagram. Esto, a los influencers, les hace mejorar su 'engagement'. En palabras que podamos entender, les hace mejorar las estadísticas que miden su interacción con sus seguidores. Así, a mejor 'engagement', más facturación. Ella quiere estar en boca de todos. Lo ha conseguido. Eso sí, las mamarazzis ya hemos dejado de seguirla.
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