En el Ateneu Barcelonés

Jaume Cabré, 75 años de palabras

Coincidiendo con su próximo cumpleaños, tres buenos conocedores de su obra, homenajean al autor de 'Jo confesso'

Jaume Cabré

Jaume Cabré / Álvaro Monge

Elena Hevia

Elena Hevia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Había dos fechas que celebrar y ninguna de ellas caía este miércoles, 27 de abril, el día que en el Ateneu rendían homenaje a Jaume Cabré, maestro de maestros. Por una parte, el pasado año pandémico se cumplió una década de la aparición de ‘Jo confesso’, la novela que tras 'Les veus del Pamano', consolidó el prestigio internacional del escritor. No se pudo celebrar con la proximidad y el afecto que requería la fecha. Por otra, Cabré está a punto de cumplir 75 años -lo hará el sábado- y tanto su editorial, Proa, como el Ateneu creyeron oportuno convocar al autor y rodearlo de tres buenos conocedores de su obra como el crítico literario y traductor Sam Abrams, su traductora al italiano Stefania Ciminelli y el historiador de la literatura Jordi Marrugat. Y puestos a buscar fechas aún se podrían rascar los 50 años transcurridos desde obtuviera el Premio Víctor Català de cuentos –el antecedente del actual Mercè Rodoreda-, cuando el joven Cabré, siempre muy respetuoso con la tradición intentaba transformarla juguetonamente con experimentos postmodernos.

Saber mucho de la obra de Cabré no invalida ser a la vez muy amigo suyo, como es el caso de Abrams, cosa que aprovechó el escritor para recordar una foto antigua de ambos que tiene encima del escritorio y que contempla cada día. “Estamos mirando las estrellas con un telescopio que antes tenía en mi casa y ahora le he cedido a mi hijo. No recuerdo bien de qué hablábamos aquel día. De algo celestial, imagino”, antes de recalcar la importancia que para él tiene el acto de escribir, contemplado en su carácter más físico. “Si no escribo un poco cada día no me encuentro bien”.

Exigencia y legibilidad

“Hay que comprender la obra de Cabré como un todo integrado, donde todo está interconectado –aseveró Abrams-. No se trata de un novelista de prestigio que de vez en cuando se dedique a hacer alguna otra cosa”. Su mundo, según el norteamericano, puede detectarse en todas las facetas, ya sean narrativas, teatrales, de libros infantiles o en los guiones para series de televisión e incluso libretos de ópera que ha abordado. “En mis clases, a veces, mis alumnos me preguntan si en la valoración de grandes autores como William Faulkner no se está privilegiando un tipo de literatura poco accesible y elitista. Pues, bien, creo que Cabré ha logrado una escritura con un alto nivel de exigencia pero que a la vez sea perfectamente legible”, dijo situando al autor en esa liga de grandes escritores europeos como Joseph Brodsky, W. G. Sebald, Péter Nádas o Le Clezió.

Utilizando una cita de Mercè Rodoreda, que en su famoso prólogo de 'Mirall trencat', aseguraba que “una novela son solo palabras”, Marrugat trasladó esa idea al proyecto narrativo de Cabré “pero hay que ser muy consciente de esas palabras porque son las que van a despertar los sentimientos en el lector”. Una idea que también defendió su traductora que siempre ha encontrado en el autor un cómplice entregado.

Las confesiones están formadas por palabras, y los libros de Cabré, más allá de 'Jo confesso', están poblados por confesiones, relatos de vidas, con los que el autor ha conseguido promover una cultura a la vez popular y nacional. La última confesión del autor, con la que culminó el homenaje, tiene su regusto humorístico característico: “He aprendido mucho oyendo a estos tres sabios. Ellos saben. Yo solo escribo”.