Discos de la semana
'Fear of the dawn', de Jack White: un valiente aquelarre de 'riffs' rockeros
El músico de Detroit, ex-The White Stripes, celebra sus pulsiones más electrizantes con inventiva y sentido de la experimentación
Los nuevos elepés de Joe Crepúsculo, Wet Leg, Papa Orbe y Rels B, también reseñados
Rafael Tapounet
Periodista
Jordi Bianciotto
Periodista
Ignasi Fortuny
Periodista. Principalmente, escribo sobre música.
Roger Roca
Periodista
The White Stripes fueron, entre 1999 y 2007, el último fenómeno ‘mainstream’ generado por el rock, y el ‘riff’ de ‘Seven nation army’ quedó ahí, petrificado, como relevo del de ‘Smoke on the water’ (Deep Purple) para uso y disfrute de la generación Y. Logros a los que Jack White, en ausencia de su retirada expareja, Meg White, ha dado continuidad con una carrera en solitario (y actividades con The Raconteurs y The Dead Weather) en la que ha combinado el culto descarga eléctrica milenaria con las pesquisas de laboratorio, tratando de retorcer la canción rock para que siga presentándose lozana y aventurera.
Ahí hay que situar este ‘Fear of the dawn’, un álbum más voraz que el derivativo ‘Boarding house reach’ (2018), aun sin abdicar de la exploración sónica, de la ambientación excéntrica y de los arrebatos de ‘jam session’ casi unipersonal (el propio White toca la mayoría de los instrumentos). Es el primero de los dos discos que entrega este año (lo relevará, el 22 de julio, ‘Entering heaven alive’), y debe su concepto a la ojeriza del músico a los radiantes amaneceres: “la luz del fósforo nos traicionará”, advierte en el tema titular, acogiéndose a la oscuridad para salvarse. Redoblando el mensaje, otra canción, la abollada ‘Eosophobia’, alude al miedo irracional a la luz diurna.
Huellas ‘zeppelinianas’
Muy afín todo ello al imaginario tradicional del rock, como cabe esperar de este músico nacido en Detroit, cuna de The Stooges. Algo de aquel espíritu del garaje flota en ‘Fear of the dawn’, aunque muchos de los ‘riffs’ miran más a Jimmy Page que a Ron Asheton: en el tramo final de ‘Morning, noon and night’, el guiño es obvio, e incluso nos parece oír el trueno de la batería de John Bonham en modo de psicofonía.
Se diría que White está enamorado de un cierto sonido de rock, y lo celebra en bacanales de guitarra que a veces se concretan en canciones arrolladoras (como las tres que abren el disco), y otras derivan en artefactos que te hacen arquear las cejas: ‘Hi-de-ho’, con parrafada del rapero Q-Tip (A Tribe Called Quest), o la ‘groovy’ ‘Into the twilight’, con su círculo recreativo, sus vestigios de Prince y los ‘samples’ de The Manhattan Transfer y William S. Burroughs. Piezas estas que pueden parecer a medio hacer, pero hay una atractiva materia viscosa en esa electricidad manipulada, abierta al punteo disonante, el silbido de ‘theremin’ y el efecto de cine de ciencia ficción heredero de Joe Meek.
‘Fear of the dawn’ es a la vez expeditivo y desacomplejadamente raro, y nos habla de un músico que no se resigna a ver en el rock un lenguaje embalsamado. Casi 20 años después de ‘Seven nation army’, Jack White sigue creyendo en el poder del ‘riff’ de guitarra, reinterpretándolo con ingenio y audacia. Podremos constatarlo en su próximo paso por el Cruïlla. Jordi Bianciotto
Otros discos de la semana
Después de festejar su versión más clásica y transversal en ‘Supercrepus II’, Joël Iriarte procede a quemar la pista de baile invocando el espíritu de Chasis y Scorpia, la tralla ‘bakala’ y el ‘eurodance’ de gasolinera, con líricos textos que nos invitan a montar en “el tren de la bruja de los sentimientos”. Crepúsculo poeta y artificiero, alía la palma flamenca (con Las Negris y Dani el Ratón) y el viejo ‘vocoder’, y se las apaña para hacer posible un hermoso ‘tecno’ sin hache y de autor. J. B.
¿Serán capaces Rhian Teasdale y Hester Chambers de sobrevivir al ‘hype’ generado por la irresistible ‘Chaise Longue’? Su primer elepé demuestra que tienen las herramientas para hacerlo -ingenio, insolencia, encanto y puntería melódica- aunque la producción de Dan Carey las acerca quizá en exceso al indie noventero de grupos como The Breeders o Pavement. Poco lastre, en cualquier caso, para un debut excitante que tiene la virtud de recordarnos que la vida también puede ser divertida. Rafael Tapounet
Más de 20 años en Barcelona y, al fin, el músico cubano Papa Orbe se estrena en disco. 'Sabor y medio' es una clase magistral de ritmos latinos perfectamente ejecutados: cubop, son, mambo, bugalú, salsa... Pero lo mejor es que de ese vergel de ritmos Orbe saca canciones de primera. Algunas, nostálgicas; otras, pícaras; todas muy vivas. 'Panamangui', glosa del mangui de poca monta que se busca la vida en la Barcelona del turismo -"óyeme guiri, ten cuidado, porque te dejan pelao”-, es de antología. Roger Roca
El rapero mallorquín reparte en su última 'mixtape' algunas facturas: la primera, y la que más llama la atención, a su antiguo sello, Sony. Digamos que mensajes directos tras una ruptura poco amistosa. Por lo demás, rodeado de nombres del presente del urbano latino (Khea, Eladio Carrión, Snow Tha Product...), Rels B aprovecha las ocho pistas de la 'mixtape' para sacar lustre a su orgullo, logros y trayectoria. Recaditos para todos. Ignasi Fortuny
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