Últimas funciones

'Luzia', del Cirque du Soleil: ¡Viva, México, güey!

La prestigiosa compañía de circo ofrece las últimas funciones de un gran homenaje al país americano acompañado de momentos de deslumbrante plasticidad

luzia

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José Carlos Sorribes

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Son tiempos de epílogo de una pandemia y de una guerra terrible en Europa. Por ello hay espectáculos que ejercen de terapia sanadora cuando el ánimo anda maltrecho por causas tan agobiantes. Por ese camino terapéutico se mueve 'Luzia', el espectáculo del Cirque du Soleil que ha instalado su carpa en L’Hospitalet, muy cerca del Hospital de Bellvitge. Homenaje a México y a sus tradiciones, el 'show' es una fiesta como siempre ocurre con los de la aclamada franquicia canadiense del mundo del circo. Siempre apabullantes, siempre de un perfeccionismo rotundo, este espectáculo despacha también momentos de belleza arrebatadora. Se nota ahí la mano del director de 'Luzia', un maestro escénico como Daniele Finzi Pasca que igual dirige espectáculos de circo, óperas o ceremonias inaugurales de Juegos Olímpicos.

Tras una crisis provocada por la pandemia que casi acaba en su disolución, el Cirque du Soleil ha recuperado un espectáculo de 2016 para volver a montar la carpa. Dispone, de salida, de una carta ganadora como es el imaginario que rodea a un país como México. Colorido, vitalidad, exuberancia, también drama... Todo un envoltorio luminoso del que Finzi Pasca saca el mejor partido para acompañar piruetas y acrobacias de las que desatan por igual el aplauso y la incredulidad. La música en directo, con la voz caudalosa de Majo Cornejo, supone también otro condimento adecuado para realzar 'Luzia', un título que sale de la mezcla de luz y lluvia.

Espectáculo 'Luzia', de Cirque du Soleil, en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona)

Espectáculo 'Luzia', de Cirque du Soleil, en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona). /

Lluvia como la que cae sobre el escenario a partir de una cascada que irrumpe majestuosa en la primera parte. Boquiabierto se queda el público. Un recurso poético, el del agua, que vuelve a aparecer cuando Jérome Sordillon desarrolla su ejercicio de correas aéreas, alrededor y por un encima de un cenote, junto a un jaguar articulado en instantes de soberbia plasticidad. Cataratas, cenotes y jaguares, el México del Yucatán. Igual que esos símbolos aztecas y mayas en la gran estructura circular que preside el espacio escénico.

Contagioso dinamismo

El escenario de 'Luzia' es giratorio y cuenta con una plataforma-cinta móvil que desprende un contagioso dinamismo. Por ahí se desplazan el pelotón de acróbatas que saltan en carrusel a través de estructuras de aros. En ocasiones los derriban porque, sí, son humanos y fallan. Sigue un emotivo 'Adagio' con la fina acróbata lanzada al aire por tres portadores con una sincronía mágica.

México vive el fútbol con pasión y no falta el baile mixto con el balón de Abou Traoré y Emmi Bjorn. También mueve una enorme pelota jugando con el público, a golpe de silbato, el clown Eric Koller, un brillante maestro de ceremonias. Y ya en un número clásico de circo, el contorsionista Aleksei Goloborodko casi provoca angustia por cómo retuerce su cuerpo. Pero, ¿tiene huesos? Cuesta creerlo. Es de otro mundo. Como el frenético malabarista Cyril Pytlak, que persigue lo imposible con sus mazas.

La apoteosis queda para el cierre de 'Luzia' con los siempre espectaculares columpios rusos en el que los lanzamientos y saltos mortales rozan el techo de la carpa. Gran broche circense. Como lo es el sensible fin de fiesta con la aparición de todos los artistas en el escenario. Una imagen colectiva, con todos quietos como estatuas salvo la cantante y el clown, y que parece evocar los murales del pintor Diego Rivera. 'Luzia'… ¡Viva México, güey!  

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