Crítica de cine

'Camera Café, la película': surrealismo en la oficina

La 'sitcom' de Telecinco llega al cine en forma de comedia libre en la que campan a sus anchas el absurdo y la carcajada desprejuiciada.

Arturo Valls, en 'Camera Café, la película'

Arturo Valls, en 'Camera Café, la película' / EPC

Beatriz Martínez

Beatriz Martínez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Llevar a la pantalla una 'sitcom' como 'Camera Café' no era tarea fácil. La mítica serie de televisión tenía unos patrones muy claros y estrictos: un conjunto muy coral de personajes que trabajaban en una oficina y se reunían frente a una máquina de café que registraba sus relaciones y sus diferentes personalidades a través de los diferentes cotilleos que se generaban en el entorno laboral. 

Ernesto Sevilla se hace cargo de la dirección acompañado en el guion por Joaquín Reyes y Miguel Esteban, todos ellos especialistas a la hora de manejar los 'sketches' y de imprimir un particular sentido del humor marciano a sus propuestas. En esta ocasión, el espacio se amplía y la cámara se mueve por la oficina siguiendo los pasos de Jesús Quesada (Arturo Valls) y sus diatribas en un mundo que se rige por sus propios códigos, como que abandone su carrera de 'loser' gracias a un globo amarillo que le cambia la suerte en un espectáculo de magia. 

Una comedia libérrima en todos los sentidos, tumultuosa como tiene que ser, deliciosamente absurda, con su punto justo de nostalgia hacia los personajes y teñida de un encantador surrealismo que emparenta a Berlanga con Lynch mientras atesora instantes pop memorables, como la aparición de Karina o Andy & Lucas o la posibilidad de un multiverso 'chanante' en el que todo es posible, incluso las batallas samuráis con katanas, los bucles temporales o las tartas alucinógenas.

Suscríbete para seguir leyendo