Hasta el 25 de septiembre

La época más oscura y melancólica de Tàpies emerge en Barcelona

La fundación del artista inaugura una exposición del artista en paralelo a la muestra de la polaca, y crítica, Goshka Macuga

Goshka Macuga

Goshka Macuga / Fundació Antoni Tàpies

Judith Navarro

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En la primera mitad de la década de los 90, Antoni Tàpies era ya un artista reconocido que inauguraba numerosas exposiciones, recogía galardones y tenía una fundación con su nombre. Sin embargo, es la etapa en que más triste, derrotado y abandonado se sentía, y así lo reflejó en su arte.

A finales de los 80 diversos problemas de salud y la muerte de su madre, a la que estaba muy unido, se sumaron al contexto histórico del momento. La guerra de los Balcanes, el genocidio de Ruanda y la descomposición de la Unión Soviética convertían en una simple utopía su sueño de un futuro más humano. Tàpies se veía forzado a seguir formando parte de un mundo ambiciosamente capitalista, y eso le perturbaba. Obras pertenecientes a esta época, la más oscura del artista, se muestran hasta el 25 de septiembre en la exposición 'Tàpies. Melancolía', comisariada por Núria Homs, en la fundación del artista.

'L'embolcall', de Tàpies, realizada como reacción al genocidio de Ruanda.

Algunas de las obras son muy conocidas y representativas de la creación del autor, como 'Embolcall' (1994), realizada como reacción al genocidio de Ruanda, 'Rèquiem' (1995) y 'Dukkha' (1995), término de la lengua pali que significa desilusión, insatisfacción, sufrimiento, dolor... Pero otras inéditas, prestadas por coleccionistas privados y nunca antes expuestas, como 'Abans-Després' (1994), 'Pregunta' (1992) o los borradores originales en libreta de 'Rinzen' (1993).

De calaveras a mortajas

En ellas aparecen repetidamente imágenes desalentadoras como representación del estado de ánimo del artista. Calaveras, mortajas, miembros separados del cuerpo, extremidades ortopédicas... Recursos empleados para simbolizar el sufrimiento, no solo como un dolor físico, sino también desde un punto de vista filosófico, una comprensión del daño que lleva a su superación. Ideales muy inculcados en el pensamiento de Tàpies e influenciados por su interés por la religión budista.

'Dukkha', de Tàpies.

Fundació Tàpies. Foto Gasull

Una visión del sufrimiento que puede recordar a hechos que tristemente continúan sucediendo, como la guerra en Ucrania. "Esta exposición, desgraciadamente, cobra ahora una actualidad que no se esperaba, y que nos lleva a construir una nueva capa de lectura para las obras y para nuestra propia situación", afirma la comisaria. 

La historia cobra vida con Goshka Macuga

En paralelo, la Fundació Tàpies también acoge la exposición de la artista polaca Goshka Macuga, cuyas propuestas se basan en relecturas de relatos y personajes históricos, relacionándolos con el presente. Macuga abandonó su país tras la caída del muro de Berlín, habiendo vivido su niñez y juventud bajo el comunismo. La fragmentación del sistema con el que se crió y el posterior descubrimiento de las bases del capitalismo europeo, la llevaron a poner en cuestión todo orden establecido. Por ello toma hechos reales y los modifica en sus obras, a menudo con intención crítica. 

'Plus Ultra', de Goshka Macuga, expuesta en la Fundació Tàpies.

'Goshka Macuga. En movimiento', comisariada por Neus Miró, reúne tres grandes instalaciones: 'Plus ultra' (2009), que pone en duda las políticas imperialistas europeas descontextualizando elementos y personas importantes en el continente; 'The Nature of the Beast' (2010), que juega con la muestra de una réplica del 'Guernica' de Picasso en la reapertura de Whitechapel en Londres; y 'Untitled. The letter' (2011), basada en la 'performance' organizada por Tadeusz Kantor en 1967.   

Tapiz, herramienta de propaganda

Todas incluyen tapices, a los que Macuga recurre con frecuencia. "El tapiz le interesa porque fue, antiguamente, una herramienta de propaganda de la monarquía y la iglesia. Lo mismo sucede con elementos como el color rojo o el gigantismo de sus piezas, eran recursos publicitarios habituales para los poderosos. Ella se lo apropia", explica Miró.

Diálogo con Tàpies

Se establece además un diálogo entre Macuga y la obra de Tàpies, que toma forma en la reedición de una de las obras del artista, 'Ni identidad' (2003). La polaca lleva a lo grande el diseño original, literalmente, ya que lo traslada a una enorme pared situada en el centro de la sala. En la pieza juega con los símbolos matemáticos frecuentemente utilizados por Tàpies, cambiando el negro original por un rojo sangre, y atreviéndose a completar el mensaje escrito por el creador del cuadro.  

Cada uno de los elementos de las obras de Macuga tiene un sentido y su proceso de creación parte de una exhaustiva documentación, reciclando constantemente imágenes y referencias que yuxtapone a modo de 'collage'.

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