Crítica de música clásica

‘The fairy queen’ en el Palau de la Música: unas hadas sin magia

El conjunto belga Vox Luminis, que triunfó en Barcelona con ‘King Arthur’, no seduce ahora con la obra de Henry Purcell

FairyQueen

FairyQueen / Antoni Bofill

Pablo Meléndez-Haddad

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La primera convocatoria del ciclo Palau Ópera se despidió con 'The fairy queen', una semiópera de Henry Purcell. Con la sala ostensiblemente más concurrida que en veladas anteriores, repetía el grupo belga Vox Luminis que lidera Lionel Meunier, cuyos intérpretes maravillaron el lunes pasado en este mismo escenario al dar vida a otra obra de Purcell, 'King Arthur', título que llevarán al Teatro Real de Madrid el 27 de marzo, mientras que esta 'Fairy queen' se ofrecía al día siguiente de su estreno barcelonés en el Auditorio de Oviedo.

Aunque ambas se anunciaban semiescenificadas, solo la última tuvo algo de ello. La obra, que adapta la comedia de Shakespeare ‘Sueño de una noche de verano’, se presentó valiéndose de sombras chinescas, proyecciones, una iluminación que creaba atmósferas y algo de juego escénico, aunque a la postre todo ello resultara poseer cierto aire de festival de final de curso. A pesar de que en ‘King Arthur’ la propuesta escénica se limitó a mover a los intérpretes en torno a la orquesta, esta nueva coproducción –con el Concertgebouw Brugge de Bélgica– que contaba con más medios, no logró superar la velada anterior. La tensión teatral decaía continuamente, el dúo “No, no, no, no, no; no kissing at all” pareció más absurdo que grotesco o divertido y la conocida aria “Oh let me wheep” pasó sin pena ni gloria.

Declamó los textos de la 'regista' y dramaturga Isaline Claeys la actriz Sílvia Bel, encargada también de manipular algún objeto. En todo caso, nuevamente volvieron a brillar tanto la masa coral –que cantó algunos pasajes con partitura en mano–, no así sus solistas por separado, excepto por el tenor Jacob Lawrence y, en menor medida, el contratenor Jan Kullman y el tenor Hugo Hymas (definitivamente se echó en falta a la soprano Sophie Junker). Después de unos primeros compases algo nerviosos, el conjunto orquestal, con Anthony Romaniuk en el clave y el órgano, refrendó lo exhibido el lunes: sus miembros son unos virtuosos que disfrutan a lo grande con su soberbio arte.

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