Crítica de música

El brillante Rey Arturo de Vox Luminis

El conjunto belga es ovacionado por su interpretación de la ópera de Purcell

El brillante Rey Arturo de Vox Luminis

El brillante Rey Arturo de Vox Luminis

Pablo Meléndez-Haddad

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Las 'semi-óperas' de Henry Purcell representan uno de los pocos momentos de esplendor del género lírico inglés. Händel, un alemán, continuará con la tradición en la capital británica llevando la ópera a su máxima expresión, un lenguaje que en el Reino Unido se acallará hasta entrado el siglo XX, cuando Britten irrumpe en el panorama con su genio creador y su amor por la música teatral. La obra de Purcell, salvo por su 'Dido and Aeneas', sigue siendo muy poco divulgada, por eso es tan de agradecer que el ciclo Palau Opera ofrezca casi de forma consecutiva dos de sus obras, 'King Arthur, or The British Worthy' (1691) y 'The fairy Queen' (1692), esta última programada el 16 de marzo. Ambas llegan a Barcelona a cargo del grupo belga Vox Luminis y bajo la dirección de Lionel Meunier. ‘King Arthur’, el pasado lunes, contó con el actor Pere Arquillué como narrador en una propuesta con algún detalle de semiescenificación por parte de Isaline Claeys en el movimiento del coro, autora, junto a Simon Robson, de los textos explicativos.

La escuela belga de intérpretes de música antigua con criterios historicistas ya cuenta con dos o tres generaciones, quizás por eso el resultado artístico de esta velada ha sido tan extraordinario gracias a una orquesta de músicos virtuosos y a un coro amalgamado, empastado y moldeado hasta el más ínfimo detalle. Las voces solistas, del mismo coro, no tenían en general el nivel como para alcanzar la excelencia, detalle que en parte lastró el resultado. Hubo afortunadas excepciones, como el tenor Jacob Lawrence con una impecable 'How blest are shepherds', la soprano Sophie Junker como eficaz Cupido o la particular y sonora voz blanca de Zsuzsi Tóth como Venus. La famosa 'The Cold Song' ('What power art thou') la defendió un discreto Sebastian Myrus. Pero si hubo algún lunar entre los solistas -a cargo de los personajes bucólicos y fantásticos-, se olvidaba rápidamente ante las soberbias intervenciones de orquesta y coro. Los verdaderos protagonistas de la trama -Arthur, Oswald o Emmeline, eran roles hablados, aquí eliminados y cuyas acciones aparecen concentradas en los textos de Claeys.

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